Casa Real Cuatro generaciones de marinos en la Familia Real
La Princesa de Asturias ingresa este jueves en la Escuela Naval de Marín y seguirá la estela de su bisabuelo Don Juan, su abuelo Don Juan Carlos y su padre, Don Felipe
Una vez concluida su formación en la Academia General Militar de Zaragoza, la Princesa de Asturias ingresará este jueves en la Escuela Naval de Marín (Pontevedra), donde empezará a formarse como guardiamarina antes de embarcar en el buque Juan Sebastián de Elcano para realizar el crucero de instrucción. Un velero en el que han navegado su padre, Don Felipe; su abuelo Don Juan Carlos, su bisabuelo Don Juan y hasta su tatarabuelo Alfonso XIII, que hizo parte de la travesía inaugural en 1928.
Antes de ingresar en Marín, la Heredera de la Corona visitó la Escuela Naval el día 16 de julio, festividad de la Virgen del Carmen, que es la patrona de la Armada española. Ese día acompañó al Rey a la entrega de los reales despachos a los nuevos oficiales de la Armada, como hizo el año pasado en la Academia General Militar de Zaragoza.
Doña Leonor se formará como guardiamarina en la misma Escuela Naval en la que lo hicieron su padre y su abuelo, la de Marín, mientras que su bisabuelo lo hizo en San Fernando (Cádiz), donde se encontraba la Escuela Naval hasta 1943, que se trasladó a Pontevedra.
La relación de los Reyes con la Escuela Naval Militar es tan antigua que ya su precedente, la Real Compañía de Guardiamarinas, llevó el título de Real en su propio nombre durante más de cien años.
También Alfonso XIII tenía pasión por el mar. Y aunque no llegó a ingresar en la Escuela Naval, sí que navegó a bordo del Juan Sebastián de Elcano. Fue en 1928, durante el viaje inaugural del buque escuela, cuando el Rey embarcó para realizar el trayecto entre Cádiz y Málaga, y quedó muy satisfecho de las capacidades del barco.
Alfonso XIII no solo disfrutaba navegando en los buques de la Armada, en el yate real, el Giralda, y en sus veleros particulares, como el Hispania, sino que también impulsó los orígenes de la vela deportiva en España. Pero fue su hijo Don Juan quien sentía una vocación irrefrenable de marino. Cuando tenía 17 años, hizo sus exámenes en el Ministerio de Marina e ingresó en la Escuela Naval de San Fernando, donde juró bandera ante su padre el 28 de octubre de 1930.
Allí se encontraba, en clase de gimnasia, el 14 de abril de 1931 cuando sus profesores le interrumpieron para anunciarle que se había proclamado la República en España y que su padre partía hacia el exilio. Y desde allí zarpó en un buque de guerra hacia Gibraltar, para continuar viaje a Italia, Francia y finalmente a Londres para incorporarse en la Escuela Naval de Dartmouth (Reino Unido), que era la más exigente del mundo.
Pero la carrera de marino de Don Juan pronto se vio truncada. En 1933, durante una escala en Bombay, recibió un cable de su padre en el que le comunicaba la renuncia de sus dos hermanos mayores a la Corona: «Quedas tú como mi Heredero». Y en 1935, tras aprobar el examen de fin de carrera, se despidió de sus compañeros para asumir sus obligaciones como Heredero de la Corona en el exilio.
El Rey Jorge V le nombró teniente de navío honorario pero, a partir de ese momento, toda su pasión marina se concentró en sus pequeños veleros, como eran El Saltillo, con el que llegó a cruzar el Océano Atlántico, y el Giralda. Ambos barcos fueron donados después a la Armada Española y se utilizan como buques escuela para formar nuevos marinos.
En 1979, ya como Almirante, el Conde de Barcelona pudo hacer realidad su deseo de navegar en el Juan Sebastián Elcano. Don Juan embarcó en Honolulú y desembarcó en Manila, tras disfrutar de una travesía de 31 días
La vocación del Conde de Barcelona por el mar la heredó su hijo, Don Juan Carlos, quien a sus 86 años sigue navegando y cosechando trofeos de vela. Para él, el mar es la libertad. Don Juan Carlos ingresó en la Escuela Naval de Marín en 1957, siendo Príncipe, y en enero de 1958 embarcó en el buque escuela Juan Sebastián Elcano. Según relataba el almirante José Ramón González, que fue su preceptor durante el crucero de instrucción, a Don Juan Carlos «le gustaba ser marinero, hacer todo tipo de ejercicios, maniobras, hacer los partes meteorológicos, y subir a las vergas, que le encantaba». En 1972 participó en los Juegos Olímpicos de Múnich con el equipo de vela.
Don Felipe también vivió desde muy pequeño el ambiente marinero y la pasión por el mar que le inculcaron su padre y su abuelo. El Rey aprendió a navegar siendo aún un niño, de la mano de los almirantes Marcial Sánchez Barcáiztegui y Jaime Rodríguez-Toubes, y en 1992 tuvo la ocasión de competir en el equipo de vela en los Juegos Olímpicos de Barcelona, donde obtuvo un diploma. Si hoy no navega más, es porque no tiene oportunidad de hacerlo con una agenda tan apretada.
Cuando terminó su formación militar en Zaragoza, en 1986, Don Felipe ingresó en la Escuela Naval de Marín y en enero de 1987 embarcó en el Juan Sebastián de Elcano. Aquel día acudieron a despedirle el Rey y el Conde de Barcelona, que se mostró especialmente orgulloso de su nieto. Los tres eslabones de la dinastía se hicieron una foto juntos en el interior del velero vestidos con el uniforme de la Armada, dejando una imagen que probablemente no se repita.
También la Reina Doña Sofía comparte la pasión por el mar y también participó en unos Juegos Olímpicos, los de Roma en 1960, como regatista suplente. Además, Doña Sofía ha navegado en el buque escuela Juan Sebastián Elcano en dos ocasiones: primero en 2001, cuando hizo el pequeño trayecto que une la isla de Cabrera con Palma de Mallorca, y después en 2003, cuando conmemoró con Don Juan Carlos el 75 aniversario de la travesía Cádiz-Málaga que hizo Alfonso XIII en 1928. Aquel día Doña Sofía se convirtió en la primera y única Reina que había pernoctado en el Juan Sebastián de Elcano.