Fiesta Nacional Los Reyes presiden una Fiesta Nacional enturbiada por los escándalos de corrupción del Gobierno
Muchos políticos tratarán de evitar los corrillos con periodistas en la recepción del Palacio Real porque hay preguntas incómodas para casi todos
El espíritu de la Fiesta Nacional es celebrar lo que une a los españoles. Con eso objetivo, cada 12 de octubre los Reyes ofrecen una recepción en el Palacio Real a los representantes de la sociedad civil. Pero a ese acto también acuden algunos políticos, como el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que acaban trasladando al Palacio el agrio debate partidista, al convertir los corrillos con periodistas en ruedas de prensa.
Uno de los grandes retos del Rey es devolver a la Fiesta Nacional su verdadero espíritu, porque el Palacio Real no debería convertirse ese día en una especie de sucursal del Parlamento, aunque cada vez se lo ponen más difícil. Habitualmente, Don Felipe no pronuncia discurso alguno en esta celebración, pero siempre puede recurrir a hechos y referencias excepcionales para reivindicar, en medio de todas las dificultades y preocupaciones, el orgullo de ser español.
De abucheos y declaraciones políticas
Don Felipe sí ha vivido celebraciones mejores de la Fiesta Nacional, pero la Princesa de Asturias solo ha conocido una España cada vez más crispada y polarizada.
Desde hace años, los titulares habituales del 12 de octubre son los abucheos al presidente del Gobierno en el desfile militar, una de las pocas ocasiones en las que los ciudadanos saben que Pedro Sánchez va a pisar la calle. Y el otro titular del día es la habitual rueda de prensa que el jefe del Ejecutivo «improvisa» durante la recepción en el Palacio Real para atacar a la oposición. Algo que se ha convertido en norma desde que se derogó la vieja y sabia costumbre de no hacer declaraciones partidistas en presencia de la Familia Real.
«Si sales, no entras»
El año pasado, Sánchez consiguió lo que parecía imposible en la recepción que ofrecieron los Reyes en el Palacio Real: ser el único que hiciera declaraciones a los periodistas. A la prensa se la encerró en un salón y no se la dejó ir a la sala en la que se encontraban el líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, ni los presidentes de las comunidades autónomas, entre otras autoridades. «Si sales, no entras», advertían a los periodistas unos funcionarios situados allí con esa misión: prohibir que los invitados de un salón pudieran hablar con los de otros salones.
Los invitados a la recepción tienen que permanecer en el salón que se les asigne hasta que finalice el saludo a los Reyes, pero a partir de ese momento se pueden mover libremente por todos los salones, y así figura en las indicaciones enviadas por Protocolo de Zarzuela a los invitados. Sin embargo, el año pasado se impidió esa libertad de movimientos.
Aunque el Palacio Real es la residencia oficial de los Reyes, lo cierto es que este edificio pertenece a Patrimonio Nacional, organismo que depende del Ministerio de Presidencia y cada vez está más al servicio del Gobierno que de la Corona, como ha ocurrido con tantas instituciones.
Preguntas incómodas para todos
Este 12 de octubre es diferente, porque probablemente la mayoría de los políticos que acudan a la recepción de la Fiesta Nacional preferirán evitar un corrillo con periodistas, porque casi todos tienen preguntas incómodas pendientes de contestar, especialmente Sánchez tras los escándalos de corrupción desvelados esta semana.
En ese clima, los Reyes y la Princesa de Asturias presiden este sábado los actos de la Fiesta Nacional: primero, el desfile militar, desde la tribuna real, situada en la plaza de Neptuno, y después, en el Palacio Real, donde ofrecen la tradicional recepción a la sociedad civil.
El presidente de la Generalitat
Una de las novedades de la celebración será la presencia confirmada del presidente de la Generalitat, Salvador Illa, después de 14 años de ausencia en los actos de la Fiesta Nacional. El último presidente catalán que acudió fue José Montilla en 2010.
También se espera que la Heredera de la Corona luzca su nuevo uniforme de la Armada, después de que el año pasado acudiera con el del Ejército de Tierra. Y la duda es si la Reina podrá permanecer de pie durante todo el besamanos, o tendrá que recurrir a una banqueta, como ya ha hecho en otras ocasiones, debido a las lesiones que padece en los pies. El saludo será largo porque se espera la asistencia de más de mil personas.