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El Rey abraza a uno de los vecinos de Paiporta indignado con la inacción de los gobernantesEFE

Casa Real  El Rey afronta con éxito la segunda gran crisis de su reinado, tras el golpe separatista de 2017

Una vez más, Don Felipe y Doña Letizia hicieron suyo el dolor del pueblo, que es a quien se deben

Los Reyes tenían este domingo en Paiporta dos opciones: retirarse con el presidente del Gobierno, que era lo fácil, o quedarse con el pueblo, aún a riesgo de resultar heridos. Eligieron lo segundo y acabaron abrazados a los vecinos. Ellos no iban a mejorar su imagen ni a pedir votos; iban a llevarles consuelo, a escuchar sus quejas y a decirles que toda España -la que ellos representan- está con ellos.

Don Felipe y Doña Letizia fueron a cumplir con su deber de Reyes, que es estar cerca del pueblo al que se deben, y lo hicieron con entereza, ejemplaridad y valentía, bajo una lluvia de insultos, golpes y barro, cuyas manchas lucían en su rostro y ropa como si fueran medallas. Los Reyes no son gobierno, no son políticos, aunque todos sus actos tengan que estar refrendados por el Gobierno. Y ayer los Reyes fueron más pueblo que nunca.

Ambos, Don Felipe y Doña Letizia, marcaron su prioridad cuando tomaron el camino contrario al de Pedro Sánchez y decidieron quedarse a dar la cara ante la gente indignada con el que se había ido.

Don Felipe hizo lo mismo que su bisabuelo, cuando en 1905 sufrió un atentado anarquista en París y afirmó con toda enterza: «Son gajes del oficio». Alfonso XIII tuvo tiempo para abrazar y tranquilizar al anciano presidente de Francia, Emile Loubet, que lo acompañaba, mientras que Don Felipe simplemente eligió hacer lo contrario que Sánchez cuando los servicios de Seguridad de Zarzuela y Moncloa pidieron a ambos que se retiraran. Don Felipe lo tiene grabado a fuego: un Rey no puede huir de su pueblo.

La encerrona separatista

De esta forma, el Rey afrontaba con éxito la segunda gran crisis de su reinado, tras el golpe separatista catalán de 2017. Porque a pesar de todos los acontecimientos que se han vivido en los últimos diez años, Don Felipe y Doña Letizia no habían tenido que afrontar antes un momento tanta tensión como el vivido en Paiporta.

El Rey, durante la encerrona que le hicieron los separatistas en la manifestación contra los atentados de Barcelona en 2017Casa del Rey

La única situación comparable fue la encerrona que los separatistas le hicieron al Rey durante la manifestación que se celebró en Barcelona tras los atentados de agosto de 2017. Aquel día, rodeado de miles de radicales que le abucheaban, el Rey tragó saliva y aguantó el tipo mientras se vivían momentos tanta tensión que Soraya Sáenz de Santamaría se desvaneció y Susana Díaz rompió a llorar.

También entonces la mayoría de los españoles -los no separatistas- pedían al Gobierno de Mariano Rajoy que interviniera, que frenara el avance de los independentistas y, como no lo hacía, el clamor se dirigió contra el Rey. Porque una de las lecciones de la Monarquía es que, cuando el Gobierno falla, las miradas se dirigen al Rey, como si él pudiera corregir el resultado de las urnas.

El Rey Felipe VI, durante su discurso del 3 de octubre de 2017 tras los incedentes en CataluñaCasa de S.M. el Rey

En aquella ocasión y ante el vacío de poder, Don Felipe sí pudo intervenir y el 3 de octubre dirigió a los españoles un mensaje por televisión con el que acabó en seis minutos con la ensoñación separatista.

Ayer, en Paiporta, a pesar de la indignación desbordada, los Reyes también pudieron escuchar a los vecinos, abrazarlos, llevarles el apoyo de todos los españoles y reclamar, con ellos, a los gobernantes que no escatimen medios, que la ayuda tiene que ser más eficaz y que el Estado en toda su plenitud ha de estar presente en las zonas afectadas por la DANA. Aún queda pendiente la visita a Chiva, que ayer tuvo que ser aplazada para no someter a Sánchez a más humillaciones.