Javier PulidoEuropa Press

El padre de Canet: «Lo mejor que puedo hacer por mi hija es explicarle que no hay que agachar la cabeza y huir»

Javier Pulido acosado por conseguir más educación en castellano, considera que hay miedo en la sociedad catalana para hacer frente al Gobierno nacionalista. Y pide «levantarse» para defender «nuestros derechos»

Javier Pulido ha decidido dar la cara y dar un paso al frente, después de que hace sólo unos meses su familia fuera acosada porque consiguió que la justicia le concediera que en la clase de su hija se estudiara más español. Tuvo que pedir amparo incluso al TSJC para proteger su intimidad ante la pasividad del Gobierno catalán.

Pero ahora, dice, ha ocurrido la 'tormenta perfecta'. No hay 25 % de castellano en el sistema educativo catalán, que es lo que correspondía después de la sentencia del alto tribunal catalán y que fue ratificada por el TS; e incluso el consejero de Educación ha dado la orden de que también se deje de aplicar en aquellos centros concretos en los que la justicia lo había reconocido en sentencia firme o con medidas cautelares. Y para reivindicar precisamente el bilingüismo en las escuelas la plataforma 'Escuela de todos' ha convocado para este domingo una manifestación en Barcelona, que saldrá de Arco de Triunfo. Porque se trata, dice Javier, de «defender nuestros derechos». Y para ello, le pone banda sonora, Stand up for your rights, de Bob Marley

–¿Ha merecido, la pena mirándolo con perspectiva, pasar por lo todo lo que han pasado, teniendo en cuenta que ahora no se aplica ni el 25 % de castellano ni las medidas cautelares en algunos colegios?

–Al final se trata de un proceso. A mí me parece poco que sólo se le pueda dar un poco más de español a mi hija. El objetivo final es que se haga en toda Cataluña, y no que seamos cuatro señalados los que hagamos que se aplique la ley. Si realmente lo que sucede en la calle es que hay bilingüismo, en la escuela tiene que pasar lo mismo. No tenemos que hacer ninguna cosa artificial para crear una nación nueva, y que se dediquen a usar los servicios públicos para sus propios fines, para crear una sociedad artificial. Y esto es lo que creo que hay que cambiar. Que sólo sea para mi hija, aunque así me aseguro que a ella se lo dan así, que sólo sea en mi colegio, y en la clase de mi hija, a mí no me gusta. Se trata de todo un proceso para conseguir que en Cataluña al final se normalice todo. Pero sí merece la pena porque estamos en el trayecto para conseguir eso, la normalidad de que lo que pase en la calle, pase en la escuela.

–¿Lo volvería a hacer, entonces?

–A nivel personal, si estuviera en la situación del principio, y sabiendo que iba a pasar eso, el pie no lo meto. A mi no se me ocurriría meterme en este berenjenal. Pero a toro pasado, poniendo las cosas en la balanza, es decir, todo el odio que se ha vertido sobre nosotros, que nos ha hecho mucho daño y ahora recordarlo, cuando soy alguien muy sensible, no me gusta. Cuando el juez me preguntó me eché a llorar como una magdalena. Y mi mujer, también. Y es mucho el dolor que está en esta parte de la balanza. Pero en el otro lado, también he recibido un montón de solidaridad del resto de España y de Cataluña, de gente apoyándome y dándome mensajes de ánimo. Y eso ha sido muy positivo para mí. Además, me ha permitido vivir experiencias nuevas, aunque yo no lo pedí, me lo han lanzado desde el Gobierno de Cataluña, con esa telaraña mediática que tienen. Y lo he sufrido. Pero una vez que dispongo de la capacidad de ser el padre de Canet, a mi se me han abierto puertas para hablar con un montón de gente. Y antes ni siquiera se me hubiera ocurrido llamar diciendo: voy tomar un café contigo. Ahora lo digo. Y me dicen: por supuesto, siéntate aquí, que me encantaría oírte. Esto es algo que me llevo conmigo y me siento muy afortunado de estar en esta posición.

–Decía que ha recibido muchos apoyos del resto de España, pero también de Cataluña. El problema quizás es que, en el caso de Cataluña, esos apoyos no se hacen públicos, siempre son por privado, para que nadie se entere.

–Yo comprendo esa situación porque vivo aquí. Soy conocedor del miedo en el que estamos instalados la mitad de los catalanes, o al menos una parte muy grande de la sociedad catalana. Vivimos con miedo de expresar allí donde queramos nuestra manera de pensar, reclamar nuestros derechos. Y si has conseguido que te concedan estos derechos, sólo por eso, ya te llaman 'fascista', 'colono', y te sucede lo que me ha sucedido a mí. Ese miedo supone un gran problema en la sociedad catalana. Pero es lo que creo, que mucha gente tiene miedo a expresarse en contra del régimen nacionalista que nos gobierna desde antes incluso de que yo tuviera uso de razón. Si tú vas en contra de eso, tienes que aceptar las consecuencias. Y ese es el mensaje que se daba en algunos de los tuits que iban dirigidos a nosotros y que ahora están perseguidos por la justicia.

–¿Y qué se puede hacer?

–Creo que este miedo hay que vencerlo. Y hay dos opciones: o agachas la cabeza y huyes, o lo afrontas, te enfrentas a él y lo vences, e intentas buscar una solución para el problema que te provoca ese miedo. A nivel personal, cada uno lo tiene más fácil cuando opta por irse, esconderse como los avestruces y esquivar el problema. Pero a nivel de toda una sociedad que es democrática, que pase eso es horrible. Tenemos que reclamar nuestros derechos y ser luchadores. Pero eso sí, cuando vas a dar el paso para solucionar el problema, lo que no puedes hacer es gritar, insultar ni faltar al respeto a aquella persona que tienes delante y que piensa diferente a ti. Porque aquella persona también se va a enfadar, se va a ofender y te va a ofender a ti. El mensaje que yo quiero enviar a la gente es: afrontemos el miedo que tenemos y vayamos a solucionar el problema, pero desde una vertiente pedagógica, intentando convencer al otro de que verdaderamente tenemos razón. Porque la tenemos, y no podemos desperdiciarla gritando. Así lo único que se consigue es confrontación y división, y sin posibilidades de llegar a un acuerdo.

–Pero lo que recibió por reclamar unos derechos fue precisamente insultos y amenazas. Y no hablamos solo de cuatro tuiteros, sino de otros padres que como mínimo eran conocidos.

–Sí, pero la manera de afrontar ese problema no es ponerse a su altura. Se puede conseguir lo mismo sin decir esas barbaridades. A mi no se me va a ocurrir a todas estas personas que me han llamado 'fascista', decirles lo mismo; ni escupirles ni enviarles mensajes con amenazas. Yo voy a poner la otra mejilla y le voy a decir: 'oye, que no, que estás equivocado, que esto que dices, no es así. Yo no odio al catalán'. Pero lo explico con pedagogía para que se entienda. Por eso hago un llamamiento a la sociedad, a los políticos y a los medios, para que procuren tratar este tema con respeto.

–Y ya que hablaba de los políticos. Supongo que poco esperaba de la Generalitat, o sí, que al menos el consejero de Educación, al conocerse el acoso que estabais sufriendo, se pusieran en contacto con vosotros. ¿Pero y el Gobierno? No ha movido un dedo para pedir la ejecución de la sentencia o recurrir la ley del Parlament y el decreto del Govern que han permitido esquivar la sentencia.

–No me esperaba absolutamente nada del Gobierno catalán. Y para ser sinceros, del Gobierno central tampoco me esperaba otra cosa. Porque al final están en una pinza. No pueden hacer otra cosa si quieren permanecer en el poder, que es su objetivo. Y para conseguirlo, ¿a quién tienen que vender? ¿A los catalanes otra vez? Ya estamos acostumbrados. Si lo llevan haciendo los socialistas y los del PP desde hace 40 años. Por uno más, tampoco va a pasar nada. Y así estamos.

–¿Y cómo está la niña? ¿Cómo ha empezado el curso? ¿Le ha afectado?

–Ella ha notado que hemos estado angustiados en algún momento, como cuando tienes algún problema en el trabajo, o tienes problemas para llegar a final de mes. Ella nota esta situación de estrés. Los niños son como esponjas y lo pillan todo. Pero en general, creo que a ella la hemos podido dejar al margen para que no sepa de qué va todo eso. Ya llegará el momento de que se lo expliquemos todo. Y es que yo creo que lo mejor que puedo hacer por mi hija es explicarle cuál es el ejemplo que hay que seguir, que hay que afrontar el miedo y no agachar la cabeza y huir, sino ver qué problema hay y qué soluciones tiene. Y hacerlo desde la serenidad y utilizando las instituciones públicas, por supuesto, que para eso están, aunque algunas son defectuosas. Un ejemplo son esos abusos de poder del Gobierno catalán y esta dejación de funciones del Gobierno español. Pero siempre que se pueda usar esos instrumentos institucionales, hay que ir a por ellos.

–¿Y por qué hay que ir a la manifestación de mañana?

–Hay que ir porque no es sólo un tema de educación, lo que está en juego. Lo que pretende el Gobierno catalán es utilizar los servicios públicos para crear la nación que ellos quieren en Cataluña. Quieren un 'sol poble', 'una sola llengua', y 'una nación' y para eso usan los servicios públicos. Eso es muy burdo. Y no sólo es una cosa de aquellos que tenemos hijos en la escuela, sino de lo que va a ser nuestra sociedad en el futuro. Y quieren moldearla como a ellos les gustaría que fuera Cataluña. Pero Cataluña es otra cosa. Y tengo claro que no lo van a conseguir. Pero que hagan ese abuso me parece muy burdo y suficiente para que nos levantemos todos para defender nuestros derechos. La canción Stand up for your rights de Bob Marley, hay que rescatarla cada vez que se pueda.