Clara Ponsatí, Toni Comín, Carles Puigdemont, Marta Rovira y Lluis Puig

Cataluña

Los cinco políticos independentistas huidos de la justicia preparan su regreso a España

Ponsatí ha podido volver a España sin consecuencias penitenciarias para ella, al haber decaído la acusación de sedición y quedar solo en pie la de desobediencia

Tras casi cinco años de fuga y un goteo de deserciones aprovechando la coyuntura favorable que ofrece la reforma del Código Penal, los cinco políticos independentistas que siguen fugados suspiran por su retorno a España y siguen estrategias jurídicas y políticas diferenciadas para conseguirlo. Al igual que en Diez negritos, la obra de Agatha Christie, tras los regresos de Ponsatí, Serret y Gabriel, ahora ya solo quedan 4 políticos en rebeldía.

Ponsatí ha podido volver a España sin consecuencias penitenciarias para ella, al haber decaído la acusación de sedición y quedar solo en pie la de desobediencia. Tras una primera aparición estelar rodeada de periodistas en una detención pactada entre su defensa y la Consejería de Interior, ha vuelto a Barcelona tras el Pleno del Parlamento Europeo rodeada de anonimato. La eurodiputada de Junts parece estar políticamente alejada de su partido, dado que en una de sus muchas declaraciones a la prensa en su primera visita a Barcelona afirmó que «no votaría a Junts en las próximas elecciones municipales».

En pocas semanas, el Tribunal General de la Unión Europea resolverá el recurso que presentó Carles Puigdemont contra el levantamiento de su inmunidad que realizó el Pleno del Parlamento Europeo. Puigdemont, en rebeldía desde que huyó de la justicia en 2017, leerá detenidamente los detalles de la resolución de la justicia europea, dado que en ellos reside su esperanza de poder volver a España sin ser encarcelado. Los pactos que Junts y el PSC mantienen y que aspiran por ambas partes a reeditar, por ejemplo en la Diputación de Barcelona, son una esperanza para Puigdemont de conseguir un trato favorable tras las elecciones municipales que le permita volver sin ser encarcelado preventivamente.

Tras la reforma del Código Penal aprobada por el Gobierno tras su pacto con ERC, Puigdemont sigue acusado de malversación y desobediencia. El primero de estos delitos suponen penas de hasta 12 años de prisión y 20 de inhabilitación; el segundo no implica cárcel, pero sí hasta 2 años más de inhabilitación. El exconsejero y hoy eurodiputado Toni Comín tiene que hacer frente a las mismas acusaciones que Puigdemont y su estrategia procesal está ligada a la de Puigdemont.

El abogado de Puigdemont, Gonzalo Boye, ha afirmado recientemente que su cliente volverá a nuestro país «este año». El progresivo olvido de Puigdemont atrapado en su jaula de oro en Waterloo, la proximidad del final del mandato europeo en mayo de 2024, su pérdida de influencia en Junts per Catalunya y su voluntad de incidir en política han abierto vías de diálogo con el Gobierno en las que el diputado de Podemos-Comuns Jaume Asens tiene un papel importante como mensajero y mediador entre las partes.

La exconsellera de Enseñanza y eurodiputada de Junts, Clara PonsatíEFE

Por su parte, el exconseller Lluis Puig, que no es eurodiputado, está acusado de malversación, pero también está buscando la vía de volver a España. El paso más evidente de su intención de seguir el camino emprendido por la exconsellera Mertixell Serret, Ponsatí o la líder la CUP, Anna Gabriel, ya regresadas a España tras su periplo por Bruselas y Ginebra respectivamente, ha sido cambiar de abogado, sustituyendo al polémico Gonzalo Boye, abogado de Puigdemont, condenado por colaboración con ETA e investigado por sus vínculos con el narco Sito Miñanco, por Miquel Sàmper, ex consejero de la Generalitat y exmiembro del Consejo General de la Abogacía Española CGAE en su condición de exdecano del Colegio de Abogados de Terrassa.

En la misma situación está la secretaria general de ERC, Marta Rovira, en este caso, prófuga en Suiza. Rovira está en condiciones de volver a España pero, en declaraciones a El Punt Diari, afirmó que recela de la justicia española y que prefiera esperar a ver cómo evoluciona el caso Ponsatí. Rovira se traslado con su familia a Ginebra y podría esperar al fin del curso escolar –tiene una hija– para volver a su Vic natal, donde podrá recuperar rápidamente su vida anterior, dado que es una de las ciudades donde el independentismo está más arraigado.

La paradoja de los políticos independentistas fugados es que, a pesar de su lucha contra España, la morriña se ha acabado apropiando de su alma y todos, con caminos jurídicos y estrategias distintas, cuando no enfrentadas, buscan el regreso a nuestro país.