El portavoz de ERC en el Congreso, Gabriel Rufián, pasa junto al presidente del Gobierno, Pedro SánchezEFE

Cataluña

ERC y Junts apelan a afrontar unidos la posible investidura de Sánchez pero sus rencillas en Cataluña lo hacen dudoso

  • En ERC son más receptivos a dar su apoyo al presidente del Gobierno en funciones

  • Junts sigue con sus reivindicaciones de máximos, teniendo en cuenta el pulso interno entre posibilistas y radicales

El independentismo catalán ha conseguido 14 de los 350 diputados en el Congreso, 14 de los 48 escaños que estaban en juego en Cataluña. Pero la aritmética parlamentaria ha querido que esos diputados de ERC y de Junts tengan la llave de la gobernabilidad en España, a pesar de que el descalabro en las urnas de los separatistas ha sido importante. Desde un primer momento y consciente de ese poder, unos y otros han hecho desde la noche lectoral, han hecho uso de uno de sus mantras, la unidad del independentismo, para encarar con más fuerza las negociaciones de cara a la investidura de Pedro Sánchez.

Está por ver si eso lo consiguen. Habrá que ver si superan las rencillas que desde hace tiempo mantienen los dos partidos; de si en Junts se acaba imponiendo el sector más duro que apuesta por bloquear las instituciones españolas; de si Carles Puigdemont lleva su pulso al límite, y tampoco hay que perder de vista que está en juego la lucha por la hegemonía independentista en Cataluña con la mirada puesta en las elecciones autonómicas que, si no hay cambios, se celebrarán dentro de dos años.

El independentismo ha perdido 700 mil votos en estas elecciones generales. Especialmente ERC ha sido castigada en las urnas, no sólo en estos comicios, en los que se ha dejado por el camino unos 400.000 votos y la mitad de su grupo parlamentario, sino también en las elecciones municipales. Teniendo en cuenta esta cuestión, los republicanos son los más interesados en que la investidura de Pedro Sánchez salga adelante y no haya repetición electoral. No se quieren arriesgar a perder esa influencia. Además, que apoyar la investidura de Pedro Sánchez les podría suponer continuar al frente de la Generalitat, donde gobierno ERC en precario, sólo con sus 33 diputados. En este escenario, la oposición de los socialistas en el Parlament no sería tan dura y Aragonès podría acabar la legislatura.

El descalabro en Junts es algo menor. Aun así, ha perdido un diputado. En la anterior legislatura consiguieron 8 y ahora cuentan con 7. En estas elecciones han recibido unos 130.000 votos menos. Desde la formación aseguran que su postura más dura en clave independentista les ha hecho mantener el tipo, frente a la estrategia de sus exsocios, de ERC, que apostaron por el diálogo y eso les ha acabado costando un castigo mucho mayor.

Al menos, es la lectura que hace la dirección de Junts. Pero mantener una posición de bloqueo y provocar una repetición electoral, podría dejarles sin esa posibilidad de influencia. Además, y en caso de alcanzar ese acuerdo para la investidura, Junts podría recuperar el protagonismo perdido hace tiempo, teniendo en cuenta, además, que, a nivel institucional, en Cataluña, casi no tiene poder. Sólo gobierna en una ciudad mediana, como Sant Cugat, y participa en el ejecutivo de la Diputación de Gerona. Y ya está. Esta situación les permitiría rearmarse de cara a las próximas elecciones catalanas.

La 'unidad' independentista

Teniendo en cuenta esas circunstancias, unos y otros piden unidad. De hecho, la dirección de ERC envió una carta a los líderes de Junts en la que les instaba a «sumar esfuerzos» entre los 14 diputados obtenidos por ambas formaciones en las pasadas elecciones para permitir la investidura de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno y conseguir así «un buen acuerdo para Cataluña».

En la carta, titulada «Catorce votos en defensa de Cataluña», los republicanos proponían a Junts negociar conjuntamente con el PSOE una amnistía, un nuevo referéndum para que los catalanes «puedan decidir su futuro», acabar con el déficit fiscal de la comunidad, el traspaso del servicio de Rodalies o el uso del catalán en el Parlamento Europeo, entre otros aspectos.

También han pedido esa unidad los dirigentes de Junts, no sin reprochar a los republicanos que su estrategia de «falso diálogo» no ha funcionado, o lo que es lo mismo, la Mesa de Diálogo impulsada por Aragonès entre la Generalitat y el Gobierno. Y apuestan por una «estrategia compartida para hacer frente común independentista en Madrid». Ir en una única dirección, en definitiva.

¿Pero podrán conseguir esa unidad? Junts y ERC andan a la greña desde hace tiempo. Y, de hecho, eso llevó a los junteros ha salir del gobierno de la Generalitat. Los encontronazos han sido constantes, y en el Parlament, el portavoz del grupo parlamentario de Junts, Albert Batet, llegó a pedir que se convocaran elecciones ya. Hace sólo unos días, la presidenta de Junts, Laura Borràs, reprochó a Pere Aragonès: «salir a hablar de mesa de diálogo y acuerdo de claridad hoy solo demuestra su nivel de desconexión de la realidad del independentismo». Todo ello, a raíz de que el presidente de la Generalitat, en la rueda de prensa con la que cierra el curso político en verano, defendiera la apuesta por la Mesa de diálogo, y por su apuesta a la canadiense, es decir, un referéndum pactado con el Estado.

Además, a los republicanos les irrita especialmente que sus exsocios no sean capaces de reconocer algunos logros para los separatistas conseguidos en la última legislatura, como la supresión del delito de sedición y la reforma de la malversación, además de los indultos a los lideres independentistas que fueron condenados por su participación en el referéndum ilegal del 1 de octubre.

Lucha interna en Junts

A pesar de que Junts mantiene una posición más dura en relación a la investidura de Pedro Sánchez, todas las opciones están abiertas. Si bien antes de las elecciones el expresidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, llegó a asegurar que con los votos de Junts no se iba a investir presidente a Sánchez, de quien también llegó a decir que no le compraría ni un coche de segunda mano, ahora no se cierra en banda. Se ha limitado a pedir «discreción» y también ha dejado claro que no va a ceder a presiones ni a chantajes. Pero ya no dice que no, aunque sus pretensiones, por ahora, sean como pedir la luna, como ha dicho algún dirigente independentista: amnistía y autodeterminación.

Por otro lado, hay que tener en cuenta las dos fuerzas que coexisten en Junts: los más posibilistas y pragmáticos, y los duros. Ambas partes mantienen un enfrentamiento soterrado desde hace tiempo por el control del partido, y parece que, por ahora, se imponen el sector duro. Son los que defienden un enfrentamiento directo con el Estado, por el bloqueo de las instituciones y por lo que se ha llamado «el cuanto peor, mejor».

En el otro lado, están los que cree que Junts tiene que aprovechar cualquier oportunidad para posicionarse nuevamente como un partido más centrado. Estos últimos, por ejemplo, son los que apostaban por mantener el pacto con los socialistas en la Diputación de Barcelona, pero perdieron el pulso. Y, en cualquier caso, sea cual sea el resultado de las negociaciones, algunos de los dos sectores se sentirán defraudados. Por lo tanto, puede haber marejada en el seno de la formación.

El papel del independentismo radical

Y luego está la presión que ejercen algunos sectores del independentismo más irreductible que representa la ANC. Si Junts acabara pactando la investidura sin conseguir la amnistía y el referéndum como tal, podría ser aprovechado por los más radicales para sustituir a esta formación en la defensa del independentismo a ultranza. La propia ANC está impulsando una lista cívica para presentarse en las elecciones catalanas con el objetivo de “hacer efectiva la declaración de independencia». «Es urgente levantar la DUI y hacerla efectiva», aseguran la entidad. Y luego hay otra opción radical, la que representa Sílvia Orriols, alcaldesa de Ripoll por Aliança Catalana, una formación también independentista radical, que ha hecho bandera del control de la inmigración y la lucha contra el islamismo salafista.

Y no hay que perder de vista que el objetivo de Junts no está en la política española, sino en recuperar poder en Cataluña, en recuperar la hegemonía perdida ante ERC, y, por lo tanto, gobernar la Generalitat. Y eso también condicionará sus movimientos. Y también como telón de fondo está la situación jurídica del expresidente de la Generalitat, Carles Puigdemont. Desde Junts han dejado claro que no quieren un indulto, ni pacto alguna que supone que Puigdemont pueda estar sólo un mes en la cárcel. De ahí que insistan en la amnistía.