El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, conversa con el presidente de ERC, Oriol JunquerasEFE

El laberinto catalán

La guerra entre Junqueras y Aragonès se recrudece

Aragonès se resiste a ceder el paso a Junqueras e insinúa que luchará por volver a ser cabeza de cartel en las elecciones catalanas que se van a celebrar a finales de 2024

Nuevas dificultades para Pedro Sánchez en su camino a la investidura. La batalla abierta –cada vez más indisimulada– entre el presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, y el secretario general de ERC, Oriol Junqueras, obliga a Sánchez no solo a realizar equilibrios entre Esquerra y Junts, sino a tratar a dos bandas dentro de ERC.

Pere Aragonés se convirtió en candidato y presidente de la Generalitat en 2021 aunque no es el líder del partido. La candidatura de Aragonès fue un parche ante la inhabilitación de Junqueras por sentencia del Tribunal Supremo, condenado por los delitos cometidos como vicepresidente de la Generaltiat durante el fallido intento de separación unilateral del Gobierno Puigdemont-Junqueras. Los tambores de amnistía y la posible rehabilitación de Junqueras ha abierto una lucha interna entre Junqueras y Aragonès por ver quién será el candidato a la presidencia de la Generalitat en las elecciones que se van a celebrar a finales de 2024.

La semana pasada ERC realizó una votación entre sus militantes de Barcelona capital para elegir la nueva dirección del partido a nivel local, y en la misma participaron la candidatura avalada por Junqueras –que a la postre salió ganadora por un estrecho margen de 23 votos– frente a la lista alternativa. La militancia de Esquerra tenía dificultades para discernir cuál era la lista avalada por la dirección porque en ambas había altos cargos del actual Gobierno catalán, en manos de ERC. La realidad es que la lista derrotada estaba encabezada por Patricia Gomà, que actualmente ocupa el cargo de secretaria general de la Consejería de Educación, una de las niñas mimadas del Gobierno Aragonès y, por lo tanto, para la militancia es muy difícil de entender que Gomà diera el paso sin el visto bueno del actual inquilino del Palau de la Generalitat. En definitiva, muchos han interpretado esa votación como la confrontación de dos listas, la avalada por Junqueras y la apoyada por Aragonès.

Días después del congreso local de ERC en Barcelona, el presidente de la Generalitat dio una muestra involuntaria de debilidad al afirmar en una entrevista en Atresmedia que «la presidencia es un proyecto a largo plazo». El líder del Ejecutivo catalán –respondiendo en la entrevista radiofónica a la pregunta de si veía una pugna Junqueras-Puigdemont en las próximas elecciones autonómicas– aseveró que «dejo en manos de la militancia la decisión de quién sería el candidato de ERC». Dicho de otra forma, Aragonès se resiste a ceder el paso a Junqueras e insinúa que luchará por volver a ser cabeza de cartel.

En los despachos de la Plaza de Sant Jaume no solo ven con incomodidad el protagonismo que ha tomado Carles Puigdemont –con el que Junqueras y Aragones tienen un trato frío y lejano– sino que molesta la llamada realizada por Pedro Sánchez a Junqueras. La Moncloa, consciente de los equilibrios internos en ERC, con el objetivo de compensar y equilibrar envió a Félix Bolaños –ministro de la Presidencia en funciones– a Barcelona para que se reuniera con el presidente del grupo parlamentario de ERC en el Parlamento catalán, Josep María Jové.

Aragonès recela de la agenda propia de Junqueras, que le ha llevado a viajar a Irlanda esta semana donde se ha reunido con la líder del Sinn Féin, Mary Lou Mc Donald, y con el exmiembro de la banda terrorista IRA, Gerry Adams. Junqueras defendió el modelo de los Acuerdos del Viernes Santo en Irlanda del Norte como vía de solución para «el conflicto catalán».

El presidente de la Generalitat quiere evitar dar la imagen de interinidad en el cargo y con el objetivo de ganar protagonismo frente a Junqueras y Puigdemont presentó hace unos días un informe elaborado por unos expertos que sugieren la vía canadiense como fórmula para convocar un referéndum de independencia en Cataluña. En este estado de cosas, un cierto desconcierto reina en ERC dado que Junqueras propone la vía del Ulster y Aragonés la del Quebec mientras el nerviosismo se apodera del equipo negociador designado por Sánchez.

En la Moncloa asisten con preocupación a la situación interna de ERC dado que se ven obligados a tratar con ambas facciones, como si de dos partidos diferentes se tratara, y a hacer concesiones a ambos; ya que entre los equipos de Junqueras y Aragonès la coordinación reina por su ausencia.