Entrevista | Preemergencia por sequía en Cataluña
Xavier Latorre: «La Generalitat se inventa medidas para no anunciar que tendremos restricciones al agua»
El presidente de la Asociación catalana de Amigos del Agua dice que el Govern ha reaccionado tarde y recuerda que traer agua en barcos ya se hizo en 2008 y la experiencia fue «un desastre»
Esta semana 202 municipios de las provincias de Barcelona y de Gerona van a entrar en fase de preemergencia por sequía. O lo que es lo mismo, casi seis millones de personas se van a ver afectadas por nuevas restricciones en el consumo de agua. Habrá que reducir el consumo máximo a 210 litros por habitante y día, incluidas las actividades económicas y comerciales.
Hay que tener en cuenta que los embalses de Cataluña están al 18 % de su capacidad. Y cuando se llegue al 16 %, será cuando se decrete la emergencia. Pero hay entidades como la Asociación catalana de Amigos del Agua que considera que el Gobierno catalán ha actuado muy tarde y las medidas que están tomando son simplemente «una patada a seguir», en palabras de su presidente, Xavier Latorre, que ha hablado para El Debate.
–Cataluña lleva ya 36 meses de sequía. ¿No ha tenido margen el Govern para tomar medidas antes?
–Seguro que sí. Los que entienden de presupuestos dicen que son la expresión numérica de la voluntad política. Entonces, los presupuestos de la Generalitat para la Agencia Catalana del Agua y para la empresa Aigües Ter - LLobregat (ATLL) para 2022 y 2023 son idénticos. Esto quiere decir que la voluntad política se ha expresado con solución de continuidad. Ya estaba bien como estábamos, y después, pasa lo que pasa.
–Se van activando nuevas fases a marchas forzadas. Pero los municipios consumen menos agua de la que se permite ahora. Entonces, ¿cuál es el problema?
–Es que este nuevo invento de la preemergencia es para hacer lo que en rugby se llama patada a seguir, para no anunciar que el próximo mes tendremos restricciones, que esto al Gobierno le da miedo. Y ahora van inventando cosas. Pero la realidad es que las soluciones instantáneas y milagrosas no son eficaces y son muy caras.
Los altos costes de las desaladoras
–De momento, se tira de desaladora. Dos están a pleno rendimiento.
–Pero se trata de un recurso no convencional, porque hace años nadie pensaba que sacaríamos agua del mar. Pero esta solución, que está preparada para cubrir las puntas de demanda o alguna situación de emergencia, aquí la hemos convertido en la normalidad. Esto determina un incremento brutal de costes y una cosa de la que nadie habla: sacar la sal del agua de mar genera un residuo, la salmuera, que si se devuelve al mar afecta al sistema marítimo, y, por lo tanto, a plantas y peces.
–También se apuntan otras medidas, como reducir la presión del agua.
–Hay que tener en cuenta que no en todos los sitios tenemos la distribución preparada de forma escalonada, con depósitos a diferente altura. Y las pruebas que se están haciendo estos días han detectado que representarían una reducción de caudal del orden del 7,7 %, pero no afectaría a todos por igual, sino fundamentalmente a los pisos altos. El que vive en un ático, en una casa de doce pisos, lo notará antes que el del tercero.
–¿Y eso de traer agua en barcos?
–Ya tenemos una cierta experiencia y no precisamente positiva de la sequía del 2008. Ensayamos eso de traer agua en barcos y fue un auténtico desastre. El agua se despotabilizó y tuvimos que tirarla al mar. Además, el incremento de costes sería brutal.
–Ya que hablamos de costes. Subirá la factura del agua, a partir de marzo, unos cinco euros de media
–Ahí hay un problema. En origen, lo que teníamos que hacer es cumplir la directiva europea sobre el agua, que está vigente en España desde el 2003, y que implica y especifica claramente que, en relación con los costes del agua, uno de los objetivos que se tendrían que cumplir antes del 2010 es equilibrar costes e ingresos. Aquí no sólo no se ha hecho eso, sino que 13 años después, la recuperación de costes sólo es del 79 %.
Y segundo, las tarifas en alta, las que suministra la ATLL, estaban congeladas desde 2017, cuando no habíamos empezado con el uso brutal de las desaladoras. Pero es que el año pasado, la Generalitat tuvo la feliz ocurrencia de decir: para no dañar a las economías domésticas, no toquemos las cosas. Y ahora, como no se puede mantener esta situación, lo hacen todo de golpe.
Estábamos de acuerdo en que los costes se tienen que equilibrar con los ingresos, pero hacerlo de forma escalonada. A partir del 2017 tendrían que haberse producido pequeños incrementos, porque todo se hace con energía, y consumen mucho las desaladoras, o los mecanismos para utilizar agua regenerada. La energía está carísima y esto hay que pagarlo.
Sin medidas efectivas
–Se ha actuado tarde y mal, pero no se ha aprendido la lección de la sequía de 2008.
–La directiva europea obliga a las demarcaciones hidrográficas, al ACA en este caso, a hacer cada seis años, un plan de gestión que, tiene como añadido, un plan de medidas. La primera edición del plan abarcaba 2009-2015. De este plan de inversiones, se ejecutó el 42 %. Del segundo plan, de 2015 a 2021, se ejecutó el 47 %. Es decir, más de la mitad de las cosas que se tenían que haber hecho no se han llevado a cabo.
Y ahora, lo que tendría que ser el plan actual lleva un retraso de un año y medio y representa una inversión de 2.300 millones de uros. Mi deseo sería que hagan los deberes y cumplan todo lo que contenía, pero si ya con la tramitación burocrática te comes el 25 % del tiempo, las cosas apuntan mal.
–Avisados estamos, porque los expertos dicen que cada vez serán más habituales estos episodios de sequía.
–Pero es que tendríamos que hacer un planteamiento que no sea partidista. Perdemos el tiempo en temas que tienen poco que ver con la gestión directa y lo que tenemos que hacer es aprovechar todo lo que tenemos más al alcance. Las aguas superficiales las tenemos que cuidar, y procurar que, durante el invierno, los embalses estén llenos y no dejemos correr agua, más que el caudal estricto correspondiente al caudal ecológico de los ríos y las concesiones otorgadas. Y todo lo demás se debe prohibir, como el riego de las calles o los parques con agua de la red. Y otro recurso convencional son las aguas subterráneas. El 30 % del suministro en Cataluña viene de ahí. Lo tenemos que incrementar. Nos acabamos de dar cuenta de que en la cuenta del Besòs hay que hacer pozos. ¡Ahora! Hay que aspirar al 40 o 50 %.
–¿Y en relación a otros recursos no convencionales?
–Están las desaladoras. Se prevé construir dos más, pero no servirán para estar funcionando todo el día. Una es la de La Tordera, que dicen que la pagará el Gobierno, pero que ni siquiera está licitada. Esta desaladora podría servir para la próxima sequía. Y está prevista otra inmensa, la de Cubelles, pero de esta no se sabe ni el emplazamiento que tendrá. Pero las desaladoras sirven para puntas de servicio y emergencias, y en zona de costa. Pero Berga no recibirá agua desalada, ni Vic.
–¿Entonces?
–Hay que incrementar la reutilización de agua regenerada. Pero esto no es el milagro de los panes y los peces. Esto tiene limitaciones. Primero, para los usos, porque tiene que dedicarse, por ejemplo, a la industria o al sector terciario. O también podría servir para regar las calles o establecer una doble red: por una va el agua potable y por otra red, aunque sea caro, pero hay que hacerlo poco a poco, el agua regenerada.
Interconexión de cuencas
–¿Y la opción de los trasvases?
–Yo no soy un trasvasista. Estoy en contra, pero sí a favor de la interconexión de cuencas. Tenemos un dispositivo que sólo usaremos en casos excepcionales, en caso de que en una determinada zona haga falta agua y sobre en otro lado. Recuerdo que durante 2008 se hicieron expropiaciones junto a la autopista AP-7 y se compraron tubos que se empezaron a colocar hasta que llovió, y se olvidó todo eso. También tenemos la posibilidad de establecer algún mecanismo de conexión desde el embalse de Rialp hasta la zona de Lérida. Ayudaría también una política intensa de modernización de regadíos.
–¿En qué línea?
–En este concepto también iría incluido que las dotaciones sean menores, notablemente inferiores. Si sólo disminuyéramos un 10% de las dotaciones para regadíos actuales, tendríamos una reducción de consumo equivalente a todo lo que producen las desaladoras. Y también llevar a cabo una campaña de inspección contundente de las fugas de las redes de distribución. Sé que es un tema tabú, que no gusta a mucha gente que se hable, pero seguramente en el conjunto de la red de Cataluña tendremos fugas superiores al 10 %. Y si todo eso se suma, seguro que la situación no sería tan patética como la que tenemos ahora.
–¿Y el turismo, qué papel tiene que jugar?
–Tenemos que ser serios. Lo que no puedes hacer es restringir el consumo y que luego no lo controles. Y hay municipios con centenares de piscinas, ¿pero hay quien controle eso? ¿Y los que pueden parar el contador? Por eso tiene que haber inspecciones y establecer mecanismos para advertir que si el consumo es más de lo permitido, se le va a incrementar no sólo el canon del agua, que ya lo contempla, sino multiplicar por 3,4 o 5 el coste del agua.