Pedro Sánchez, a su llegada a Barcelona para reunirse con Pere AragonèsGTRES

Sánchez en Barcelona, a lo Sabina

Con Bildu y Junts, se arranca la ropa a girones y hace grandes concesiones. Con ERC la cosa se vuelve doméstica. Aragonès sabe que Puigdemont tiene la fascinación de lo prohibido y él apuesta por aparentar fiabilidad

Lo de Sánchez con el independentismo es como la canción de Sabina Y sin embargo. Hoy tocaba decirle a Aragonès: «De sobra sabes que eres la primera, que no miento si juro que daría, por ti la vida entera, por ti la vida entera. Y sin embargo un rato cada día, ya ves te engañaría con cualquiera, te cambiaría por cualquiera».

ERC es la primera, el socio más cómodo de Pedro Sánchez. Se reúna con quien se reúna Sánchez, ya sea Nogueras, ya sea Aizpurúa, Aragonès «siempre duerme al lado». El presidente del Gobierno sabe que ERC le necesita tanto como él a los diputados de ERC en el Congreso y, consciente de que los republicanos no le dejarán caer, se adornó acudiendo a RAC 1, emisora de radio líder en Cataluña, antes de su encuentro con Aragonès para dejar claro que no habrá referéndum de autodeterminación. Si la misma trastada se la hace a Junts, o llaman a Cerdán al orden o le suspenden la reunión.

En su visita a Barcelona Sánchez no tuvo que «pedir la llave de hotel, ni un buen champán francés». La reunión era en la Generalitat, su «cocina donde hay baile sin orquesta y ramos de rosas con espinas».

Cuando Sánchez vuelve a casa tras una noche con «cena con velitas para dos entre Cerdán y Puigdemont» Aragonès se pone serio y hace de Xavi Hernández, el atribulado entrenado del Barça. Ambos dirigen, al parecer, un proyecto en construcción que requiere eterna paciencia a sus abnegados seguidores.

Con Bildu y Junts Sánchez se arranca la ropa a girones y hace grandes concesiones: que si Pamplona, que si la amnistía. Con ERC la cosa se vuelve doméstica. Aragonès sabe que Puigdemont tiene la fascinación de lo prohibido y él apuesta por aparentar fiabilidad.

La reunión fue un paseo triunfal para Sánchez, que fue perdonado, una vez más, de las muchas noches furtivas del presidente del Gobierno con Puigdemont en la penumbra de Bruselas. Tanto se afanó la Generalitat en afirmar que se habían cerrado cinco acuerdos concretos que quedó más evidente que no había novedad alguna. Como en el villancico catalán: «El 25 de desembre, fum, fum, fum» («El 25 de diciembre, humo, humo, humo»).

El primero de los acuerdos anunciados: el uso del catalán en la administración del Estado, es un hecho desde hace décadas. Nadie en Cataluña ha ido a la agencia tributaria, a la seguridad social o a renovar el pasaporte y no ha sido atendido en catalán si así lo ha pedido. Si alguien quiere renovar el DNI pidiendo cita telefónica, lo primero que le pregunta la operadora es en qué idioma quiere ser atendido sea cual sea el rincón de España desde el que se llame.

El segundo: la reunión de la mesa de negociación tampoco es ninguna novedad y en la práctica es una oportunidad más de Sánchez para regatear en corto a Aragonès.

El tercero: el traspaso de la gestión del ingreso mínimo vital tampoco es ninguna novedad como no lo es lo de Cercanías, que es un tema que se viene anunciado a bombo y platillo desde finales de la presidencia de Montilla allá por 2009.

Finalmente, el anuncio de un proyecto de fábrica de chips es un futurible de tanta credibilidad como la abandonada ampliación de aeropuerto de Barcelona.

La reunión de Sánchez y Aragonès ha sido para el primero un entremés para el plato fuerte de la reunión con Feijóo. Mientras el independentismo se ha hecho el sordo, ni Junts ni Puigdemont han dicho nada en relación a la reunión ni su contenido. Ni tan siquiera Oriol Junqueras, líder de ERC y adversario de Aragonès por la candidatura a la presidencia de la Generalitat, ha reaccionado. Su último tweet es una foto con Marta Rovira, secretaria general de ERC, paseando por la rivera del lago Lemán en Ginebra, quién sabe si planeando no la independencia de Cataluña sino la decapitación del presidente de la Generalitat para ponerse él de candidato cuando la amnistía sea definitivamente aprobada.

Mientras Sánchez «ni tan arrepentido, ni encantado de haberme conocido, lo confieso tú que tanto has besado, tú que me has enseñado». De lo que no hay duda es de que Sánchez está encantado de haberse conocido.