Crónica deEduardo de RivasDesde Bruselas

El Parlamento Europeo pone su punto de mira en el independentismo catalán

La Eurocámara ha tomado decisiones en las últimas semanas que han señalado directamente a Puigdemont y su entorno

Madrid Actualizada 13:28

Carles Puigdemont, en el Parlamento Europeo de EstrasburgoEFE

Los diputados europeos están acostumbrados a que los españoles traigan sus riñas nacionales a la Eurocámara. En los debates comunitarios son más que habituales las menciones al Gobierno de Sánchez, con referencias a lo mal que se hacen las cosas en España y lo que debería aprender de otros países. Es ahí cuando Europa se pone de perfil. Nunca ha querido inmiscuirse en cuestiones nacionales y, por eso, suele pasar de puntillas en todo lo relativo al problema catalán, pero tiene unas líneas rojas claras y el independentismo las ha traspasado. Hay una cosa que Europa no va pasar por alto: la injerencia rusa.

En Bruselas cada uno tiene sus ideas y se respetan. Se puede ser azul, verde, morado, naranja, independentista e incluso eurófobo, pero lo que no se admite de ninguna manera es que alguien, sea de la fuerza política que sea, entable relaciones con países externos con el fin de desestabilizar. En Europa manda Europa y no el Kremlin, un mensaje muy claro que le han querido enviar desde el Parlamento Europeo al independentismo catalán a raíz de las últimas investigaciones.

Hasta ahora, Bruselas había sido el refugio de Carles Puigdemont desde que decidió fugarse de la Justicia tras los incidentes del procés en 2017. El ahora eurodiputado encontraba aliados en los pasillos de la Eurocámara, pero aquellos mismos que entonces le echaban una mano ahora le señalan públicamente. Fue la semana pasada cuando el Parlamento Europeo decidió incluir su nombre en una declaración de condena a la injerencia rusa en Cataluña, situándolo en el foco del conflicto y poniendo fin a años de amiguismos.

No ha sido este el único toque de atención de la Eurocámara que ha recibido el separatismo. Días antes se aprobó una enmienda para prohibir las amnistías por corrupción, con el claro objetivo de evitar el perdón que prepara el Gobierno español en favor de los independentistas. Y esta semana se ponía el punto de mira en los ataques que sufre el castellano en las escuelas.

Tras un debate no exento de polémica, la Comisión de Peticiones daba luz verde a tratar el informe de la misión de eurodiputados que acudió en diciembre a Cataluña para evaluar la educación. La izquierda trató de evitarlo con constantes quejas durante más de 40 minutos pero la mayoría presente le asestaba de nuevo un golpe al independentismo: se hablará del tema, se presentarán enmiendas y se votará a mediados de marzo.

El informe inicial relata una falta total de libertad para estudiar en castellano en Cataluña y reclama que ambas lenguas reciban «el mismo trato», una petición que va incluso más allá de lo que exige la Justicia en España. El Tribunal Superior de Justicia de Cataluña dictaminó la obligatoriedad de que al menos el 25 % de las asignaturas se impartieran en castellano, una norma que se incumple repetidamente y sobre la que hacen hincapié los eurodiputados. No logran entender que ni el Gobierno central ni la Generalitat hagan por cumplir la ley.

De una u otra forma, ya sea a través de sus comisiones o del pleno en su conjunto, en cuestión de diez días, el Parlamento Europeo ha marcado con una X al entorno del independentismo catalán. Va quedando claro que cada vez tienen menos aliados y que la paciencia en Bruselas tenía un límite. Se agotó a raíz de las investigaciones de la Justicia sobre sus contactos con el Kremlin y terminó de reventar cuando se desveló la posibilidad de que una espía rusa, cercana a Puigdemont, ocupara uno de los escaños.