Yolanda Díaz y Joan Baldoví, en el Congreso, en una imagen de archivo

Yolanda Díaz y Joan Baldoví, en el Congreso, en una imagen de archivoEduardo Parra / Europa Press

Compromís intenta marcar perfil propio ante Sánchez y la insignificancia de Yolanda Díaz y Sumar

Los escándalos de corrupción y los malos resultados electorales de la vicepresidenta y los socialistas hacen que los nacionalistas quieran tener su voz a pesar de estar integrados en la macrocoalición

La vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz, y el líder de Compromís, Joan Baldoví, eran un mismo proyecto político. Uña y carne. Sin embargo, el 18 de febrero marcó un antes y un después en su relación. Las elecciones gallegas en las que el Partido Popular logró mayoría absoluta, el PSOE se descalabró y Sumar no consiguió entrar en el Parlamento gallego supusieron una suerte de ruptura.

La también titular de Trabajo, con su marca personal Sumar como gran proyecto propio, no alcanzó el mínimo requerido para tener escaño, un raquítico resultado que le ha valido para que su organización entre en quiebra técnica política con tan solo dos procesos electorales a sus espaldas.

Díaz consiguió la suficiente cantidad de actas como para reeditar lo que se ha venido a llamar la 'mayoría Frankenstein', pero, como a su jefe de filas en el Consejo de Ministros, parece que todo se le va viniendo abajo y destruyéndose como si de un castillo de naipes se tratara. De hecho, desde los despachos más profundos del Palacio de la Moncloa y desde las plantas más nobles de la sede socialista de Ferraz le achacana la vicepresidenta segunda el hecho de que no sabría «controlar los suyos».

O sanchismo o discurso más allá de Díaz

En el caso de la Comunidad Valenciana, este hecho tendría mayor importancia, ya que Compromís, una de las innumerables formaciones que configuran Sumar en el Congreso de los Diputados, ya está marcando perfil propio, alejándose de su ya no tan ansiada líder. Los nacionalistas lo hacen con un doble objetivo: el resultado en Galicia de Sumar fue cuanto menos catastrófico y, a la par, el ciclo electoral que viene equivale a repensamiento de la estrategia.

Solo así se entiende que, tras el fiasco gallego, no solo Baldoví sino también la diputada adjunta de Sumar en la Cámara Baja, Àgueda Micó, criticaran abiertamente la hoja de ruta llevada a cabo por Díaz y, a mayor abundamiento, se acercaran a los postulados del Bloque Nacionalista Galego (BNG), llegando a decir que era el «espejo» en el mirarse.

Ese contexto, además, se da cuando apenas quedan pocos más de dos meses para que se abran las urnas y los españoles decidan quiénes les gobernarán a nivel europeo. Será el 9 de junio y Compromís se encuentra en una encrucijada: crisis interna, en las Cortes no logra tener un relato ni hacerse, como antaño tenía, con la opinión pública y, por si lo anterior no fuera suficiente, opacado ante un eventual proyecto como era Sumar, que prometía todo y que poco está dando en términos electorales.

¿Ante eso qué está haciendo Compromís? En el Congreso, entre cero y nada porque depende de Díaz. En el Senado, ya que tiene (por ahora) cierta voz propia, está marcando un relato propio. En este sentido, el expresidente del Hemiciclo y actual senador, Enric Morera, le dijo al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que la relación institucional y parlamentaria entre ambas organizaciones está «rota». Mera dialéctica. Está por ver si los nacionalistas valencianos votan alguna vez contra el Gobierno de coalición.

Por tanto, Compromís está en una tesitura nada sencilla: o confirma su adhesión sin fisuras al sanchismo o, de cara a las próximas elecciones, es capaz ya no de mantener o sostener su propia marca y narrativa, sino de crearla y hacerla mínimamente creíble aunque sea entre su electorado.

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