El laberinto catalán
Cataluña vota hoy y congela la formación de gobierno hasta después de las europeas
Los catalanes están convocados a los cuartos comicios autonómicos en nueve años: una cita llena de incógnitas
Cataluña elige por cuarta vez en nueve años su parlamento autonómico. La inestabilidad se ha adueñado de Cataluña, y con la convocatoria de hoy será la sexta vez que los catalanes hayan sido llamados a las urnas desde 2010.
Si en España fue una novedad que Pedro Sánchez fuera investido presidente del gobierno a pesar de no haber ganado las elecciones, en Cataluña lo más habitual es que el perdedor gobierne. Así fue en 2003 y 2006 cuando Maragall y Montilla fueron derrotados por Artur Mas pero fueron elegidos presidentes.
En 2015 la CUP exigió apartar a Mas para desatascar la investidura y se designo presidente a Puigdemont. En 2017 gano Inés Arrimadas (C’s) pero el presidente fue Quim Torra y en 2021 ganó Salvador Illa pero el despacho de la Casa dels Canonges lo ocupó el derrotado Pere Aragonés.
Pendientes del segundo
Con estos precedentes es normal que hoy muchos estén más pendientes de que quién queda segundo que no de quién gana las elecciones. Todos los sondeos apuntan a que Junts ha renacido de sus cenizas a pesar de la condena por corrupción a su presidenta Laura Borràs, de su salida abrupta del gobierno autonómico, de no haber alcanzado la alcaldía de Barcelona cuando Xavier Trías ya acariciaba el bastón de mando y de que Clara Ponsatí, compañera de fuga de Puigdemont, se haya ido a liderar una lista independentista disidente.
Parece como si CiU hubiera vuelto: carteles con los colores electorales clásicos convergentes, foto del candidato encorbatado, inicio de campaña con reunión con el presidente de la patronal, apoyo de Pujol y Artur Mas. Los nostálgicos del pujolismo no pueden pedir más.
La gran noche de Puigdemont
Con el permiso de Raphael, Puigdemont espera que la de hoy sea su gran noche, la que su partido no tuvo ni en 2017, cuando fue humillado por el tándem Rivera-Arrimadas ni en el 2021 cuando perdió por unos miles de votos frente a su archienemigo de ERC.
Si Puigdemont, como apuntan todos los sondeos, queda segundo, exigirá a Sánchez el apoyo socialista a su investidura. Para los puigdemoniacos el argumento es simple: ellos son la principal fuerza independentista y, en consecuencia, están legitimados para exigir encabezar el gobierno.
En Junts llaman a esta estrategia la «operación Txiqui Benegas», en recuerdo de las elecciones vascas de 1986 en las que el socialista venció, pero los diputados del PNV y de EA sumaban más escaños que los socialistas y Ardanza acabo siendo el inquilino de Ajuria Enea.
A Sánchez le viene bien que hoy Illa gane para poder sacar pecho y decir que su estrategia de apaciguamiento ha recibido el visto bueno de los catalanes, pero tampoco quiere que su victoria sea muy holgada por que si no sería mucho más difícil justificar el paso al lado para allanar el camino de Puigdemont a la Generalitat.
Esperar hasta las europeas
En todo caso tras las elecciones de hoy Sánchez se tomará su tiempo. El Parlamento catalán no debe constituirse hasta después de las elecciones europeas y los socialistas van a seguir la misma estrategia que llevaron a cabo en Navarra tras las elecciones municipales. Igual que en Pamplona no cedieron el poder a Bildu hasta que no pasaron las elecciones generales en Barcelona no pondrán la alfombra a Puigdemont hasta después de las elecciones europeas.
La otra gran batalla de la noche se libra entre los dos partidos constitucionalistas, VOX y el PP. Actualmente el catalán es el único parlamento autonómico en el que los de Abascal tienen mayor representación que los de Núñez Feijóo. La campaña ha sentado bien a VOX que entro muy detrás del PP en las encuestas y se ha ido recuperando.
Una derrota de Feijóo a manos de Abascal daría munición de alto voltaje a Sánchez y abriría una crisis en Génova 13. Para VOX tras sus retrocesos de las generales y no entrar en el parlamento gallego mantener su representación e incluso seguir por delante del PP sería un balón de oxígeno y un impulso para las europeas con el que no contaban hace pocas semanas.