G.K. Chesterton, en una ilustración de la revista 'La Antorcha', de la Asociación Católica de Propagandistas

G.K. Chesterton, en una ilustración de la revista 'La Antorcha', de la Asociación Católica de PropagandistasACdP

Historia

Los dos viajes de Chesterton a Cataluña, el genio que pronunció en Barcelona «palabras de ángel»

El Centro de Estudios y Documentación G.K. Chesterton ha firmado un convenio con la biblioteca del Seminario de Barcelona

Corrían los años de la Primera Guerra Mundial, y un nombre empezaba a sonar cada vez más en los periódicos y revistas catalanes: Gilbert Keith Chesterton, un columnista de pluma brillante y afilada que blandía como una espada, en este caso en defensa del bando de los aliados. Una voz única que fue ganando relevancia en los primeros años del siglo pasado y que hoy es una referencia ineludible del pensamiento y la literatura del siglo XX en todo el mundo.

«La repercusión de G.K. Chesterton en Cataluña es un fenómeno eminentemente periodístico», explican desde el Centro de Estudios y Documentación G.K. Chesterton (CEDGKC), una entidad fundada en 2019 en Barcelona por iniciativa del sacerdote Jaume Aymar, entonces decano de la Facultad de Filosofía de la Universidad Ramon Llull. Esta semana, el CEDGKC ha firmado un convenio de colaboración con la biblioteca del Seminario de Barcelona para la preservación y promoción de su fondo dedicado al genial autor inglés.

En estos momentos, el Fondo Chesterton cedido por el centro consta de 453 volúmenes, entre obras originales del británico, traducciones y monografías, así como una biblioteca de contexto y dos fondos documentales: el de la actual presidenta del CEDGKC, Silvia Coll-Vinent, y el de su coordinador de proyectos, Josep Carbonell. A esto se le añade un fondo digitalizado de 50 carpetas. Todo ello para analizar una cuestión clave: ¿qué relación se estableció entre el autor de Ortodoxia y Cataluña?

Dos visitas a Cataluña

Chesterton visitó tierras catalanas en dos ocasiones, junto a su mujer, Frances: la primera en mayo de 1926 y la segunda en primavera de 1935, un año antes de su fallecimiento. Su primer viaje se gestó a partir de aquellos artículos de la Illustrated London News durante la Gran Guerra, que llamaron la atención de escritores catalanes como el republicano Antoni Rovira i Virgili –que se hizo eco de sus textos en el semanario Iberia– o el poeta Josep Mª López-Picó, que le dedicó un capítulo en su Escriptors estrangers contemporanis de 1918.

Chesterton en 1915

Chesterton en 1915GTRES

Su influencia fue creciendo hasta que, en 1924, la sección catalana del PEN Club, una asociación mundial de escritores, decidió invitar a Chesterton, pero la iniciativa no fructificó. Un segundo intento, dos años después, logró su objetivo, y el autor de El hombre que fue jueves llegó a Cataluña acompañado de su esposa y de una de sus sobrinas, Rhoda Bastable.

Para entonces, Chesterton ya se había convertido al catolicismo, y sus textos no sólo llamaban la atención de escritores y políticos, sino también de intelectuales próximos a la «renovación católica» literaria gestado en Francia a finales del siglo XIX, como el poeta, periodista y dibujante Josep Mª Junoy, que ejerció de anfitrión de Chesterton durante aquella primera visita, en la que el británico se alojó en el Hotel Majestic, cenó en el Ritz, paseó por la Rambla –siempre con un fajo de periódicos bajo el brazo, según los cronistas– y visitó también Sitges, Vilanova i la Geltrú y Tarragona.

Su paso por Barcelona hizo correr ríos de tinta en forma de crónicas y perfiles biográficos del encuentro con el escritor, con aura de superestrella. Sobre él escribió Josep Mª de Segarra en el diario La Publicitat: aseguraba que su encuentro con aquel hombre le había dejado la sensación de que «su corazón y su cerebro tienen una excepcional vibración que se impone y aplasta»

«Chesterton –relataba Sagarra– ha dicho las cosas amables que se dicen en los brindis de los banquetes, pero entre estas cosas amables ha dicho algunas palabras que solo dicen los ángeles y los verdaderamente inspirados», y añadía: «Pronuncia las cosas más bellas y finas como si se diera vergüenza, sin afectación, como si las fuera cazando alma adentro con cierta pena; solo ha sonreído dos veces, cuando su incisiva espiritualidad pinchaba como un espadín».

La segunda visita de Chesterton fue más breve: tuvo lugar durante la primavera de 1935, y ocurrió porque Chesterton viajaba en coche hacia la Toscana para participar en una conferencia. Aprovechando el viaje, él y su mujer descansaron en la costa catalana, de nuevo en Sitges, en el hotel Subur.

«Chestertonización» en catalán

Tras su primera visita, y en parte fruto de ella, arrancó «la difusión más importante del escritor en Cataluña», señalan desde el CEDGKC. Desde medios como La Nova Revista, Junoy y Pau Romeva –político democristiano, traductor y pedagogo– comenzaron una auténtica campaña de «chestertonización» en catalán.

Retrato de G.K. Chesterton, por Ferran Callicó

Retrato de G.K. Chesterton, por Ferran Callicó

Romeva tradujo Herejes (1928), Lo que está mal en el mundo (1929) y El hombre que fue jueves (1936), y divulgó la doctrina distributista de Chesterton en el medio católico El Matí. Marià Manent había traducido ya El hombre eterno en 1927, pero la guerra civil y la dictadura franquista pusieron fin al proyecto de divulgación en catalán de la obra de Chesterton.

Bajo el gobierno de Franco, se editaron en Barcelona varias obras de Chesterton en español, gracias a la iniciativa de Josep Janés, y a día de hoy se siguen divulgando en tierras catalanas sus textos, tanto sus columnas como sus ensayos o su ficción. En 2019, por ejemplo, veía la luz en catalán la primera novela conocida del autor, El Napoleó de Notting Hill.

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