Dos de las participantes en la protesta disparan pistolas de aguaRedes sociales

Cataluña

Turismofobia en Barcelona: los «ataques» contra turistas con pistolas de agua dan la vuelta al mundo

Desde el sector turístico consideran «inaceptable» esta acción, mientras que PP y Vox acusan al alcalde de ser cómplice de la «turismofobia que impulsó Colau»

Medios de comunicación de Inglaterra, de Alemania o de Estados Unidos se han hecho eco de la marcha contra el turismo impulsada por la Asamblea de Barrios por el Decrecimiento Turístico en Barcelona. Y han destacado que algunos de sus participantes se encararon con los turistas, a quienes mojaron con pistolas de agua. El ‘Bild’, ‘Zeit’, The Telegraph’ o ‘‘The Independent, pero también la BBC o la CNN, solo por poner algunos ejemplos, han recogido la noticia, lo que ha hecho saltar las alarmas entre el sector. No hay que perder de vista que el turismo representa un 15% del PIB de la ciudad.

Desde el Gremio de Hoteles consideran «inaceptables» estos ataques al turismo. No solo por las pistolas de agua, sino también porque se precintaron y se empapelaron, durante el recorrido de la marcha, terrazas de hoteles y establecimientos de restauración en los que se encontraban numerosos turistas. Desde la entidad consideran que son unos pocos, «un grupo limitado que ciudadanos que visualiza una corriente de opinión particular de ciertos movimientos sociales», los que rechazan la presencia de visitantes en la ciudad.

Y considera que se tiene que hacer «mucha pedagogía» para poner en valor todo lo que el sector aporta a la ciudad, a nivel económico, pero también social o cultural, hasta el punto que «hace de palanca» de otras industrias, como la tecnológica. Desde el Gremio instan a todos los implicados a trabajar de forma conjunta para difundir qué se está haciendo para gestionar el turismo, como, por ejemplo, centrar la promoción hacia los segmentos que aportan turistas de calidad.

Pero, en cualquier caso, los expertos advierten que este tipo de imágenes, como la de las chicas apuntando con una pistola de agua a los turistas, y que se ha vuelto viral, «hacen mucho daño y tiene consecuencias». Así lo considera Domènec Biosca, experto en turismo y autor de más de medio centenar de libros, que asegura que es «como si se dispararan en el pie», porque las noticias negativas son «las que más rápido llegan».

Según Biosca, el problema no es de los turistas, sino de «los que no saben organizar el turismo». Y, en este sentido, ponía el ejemplo de Santiago de Compostela, donde «hay chicos jóvenes que hacen sus prácticas, y que conducen a los turistas por una calle o por otra para evitar masificaciones». El turismo no cae y hace lo que quiere, apunta, «se tiene que organizar».

En este sentido, apunta a que «cualquiera» puede ser responsable del sector, pero se pregunta: «¿Lo ha estudiado? ¿Lo conoce? ¿Se ha asesorado?». De ahí que concluya: «si los políticos aceptan cruceros que solo están unas horas y no se puede ir a la Boqueria, no es un problema del turista, sino de los responsables, que no lo saben organizar».

La turismofobia de Colau

Desde el ámbito político también hay críticas a esta «turismofobia». El presidente del grupo municipal del PP, Daniel Sirera, ha acusado al alcalde de alentar este rechazo a los turistas y le pide que se ponga en marcha una campaña para poner en valor los beneficios de esta actividad. Según el dirigente popular, Jaume Collboni no puede permitir que la imagen de la ciudad se vea dañada internacionalmente «por entidades afines a la izquierda más radical que lo único que fomentan es el empobrecimiento de la ciudad».

Es más, Sirera ha acusado a Collboni de ser, durante años, «el colaborador necesario de las políticas turismofóbicas de Colau, que nos han llevado a que el turismo sea mal visto por parte de los barceloneses, cuando es el gran generador de empleo y riqueza de la ciudad».

Y el concejal también ha enumerado otras medidas impulsadas por el ayuntamiento y que «castigan» al sector, «prohibiendo apartamentos de uso turístico, subiendo la tasa turística, poniendo trabas a los cruceros y las terrazas y manteniendo una moratoria hotelera que frena la inversión en la ciudad».

Desde Vox, Gonzalo de Oro, presidente del Grupo municipal, considera «inadmisible» que se insulte, intimide o ataque a los turistas con pistolas de agua. «Reclamamos al alcalde Collboni que la Guardia Urbana identifique a los autores y sancionen este tipo de conductas incívicas y radicales que fomentan la turismofobia en Barcelona». De hecho, desde la formación apuestan por sancionar «severamente» a aquellos movimientos que promuevan este tipo de acciones, o que se ataque a autobuses turísticos.

De Oro señala a los impulsores de estos movimientos, los «colectivos antisistema y separatistas» que, a su juicio, «se empeñan en hundir la imagen y el prestigio de Barcelona. Les delatan las banderas esteladas y palestinas en sus protestas. Una minoría que busca hacer ruido y que van en contra de todo aquello que crea riqueza y prestigio en nuestra ciudad: el turismo, las empresas, la Fórmula 1, la ampliación del aeropuerto, los cruceros».

«Desde el Ayuntamiento necesitamos impulsar y regular algunos aspectos importantes del turismo para garantizar que la ciudad pueda conseguir un turismo de calidad, cultural, familiar y cívico», remarca De Oro. Y, por este motivo, apuesta por consensuar soluciones, y «luchar para que no se alimente la mala imagen de una Barcelona desagradable con el visitante en la que impera la turismofobia y el ‘Tourist go home’».

El Ayuntamiento condena la acción

El equipo de gobierno municipal también ha mostrado su rechazo a estas acciones. La última en hacerlo ha sido la primera teniente de alcalde de Barcelona, Laia Bonet, que ha condenado «las actuaciones que van más allá de expresar opiniones». Eso sí, ha asegurado que la ciudad «ha tocado techo» en su capacidad para recibir turistas y que «el gran reto es mejorar la gestión de un sector económico clave para la ciudad».

La otra cara de la moneda son los impulsores, que lamentan que se ponga «énfasis» en una cuestión que consideran «insignificante» de la protesta, como fue ese ataque a los turistas con pistolas de agua. En cambio, destacan que el malestar que ha provocado el «monocultivo turístico» se haya podido ver alrededor del mundo.