Exhibición de alumnos de la Escuela Taurina en la Monumental

Exhibición de alumnos de la Escuela Taurina en la MonumentalEscuela Taurina de Cataluña

Toros

La única escuela taurina de Cataluña cumple 25 años

Su director asegura que hay afición, escuela, alumnos, y lo que falta es algo de empuje económico

La Escuela Taurina de Cataluña ha cumplido 25 años. La fundó en 1999 Juan Segura Palomares, entonces presidente de la Federación de Entidades Taurinas de Cataluña, junto a un aficionado, Luis Alcántara y el banderillero Luis Cantero. Y que siga en funcionamiento, «teniendo en cuenta las circunstancias, casi se puede considerar un milagro», según el actual director de la Escuela, Ángel Guillén.

Y las circunstancias a las que se refiere, es que el Parlament prohibió por ley en 2010 la celebración de corridas de toros, si bien es cierto que en 2016 el Tribunal Constitucional anuló esa prohibición. Aun así, desde entonces, nadie se ha atrevido, nadie ha dado el paso, para que se vuelvan a celebrar corridas en Cataluña.

Y tampoco lo tienen fácil desde el punto de vista económico. El material y el precio de los viajes se costean gracias a las aportaciones económicas que se puedan hacer a título individual, por parte de alguna personalidad del mundo del toro o de algún aficionado; o vendiendo participaciones de lotería. Porque por parte de las administraciones no se recibe ni un solo euro. Los alumnos no pagan ninguna cuota y los profesores, tampoco. «Todo se hace por altruismo», nos explica el director de la escuela.

¿Y las instalaciones en las que los alumnos entrenan? Guillén explica que disponen de un espacio gracias al Ayuntamiento de Hospitalet (Barcelona), «al que estaremos eternamente agradecidos. Nos cedió un espacio junto al campo de fútbol de Gornal. Ahí hay un descampadito al que vamos a practicar». Porque se trata de eso, de un trozo de tierra, no es un «súper recinto», pero si no fuera gracias a eso, apunta, la escuela «no tendría viabilidad».

Más aportaciones económicas

De momento, la escuela cuenta con nueve alumnos, y Enrique se muestra muy orgulloso, teniendo en cuenta la situación del sector taurino en Cataluña: «mira, van pasando constantemente chicos. Luego se queda uno, otros se van, otros se hacen aficionados, hay quien decide hacerse banderilleros. Tenemos todo tipo de situaciones, pero lo importante es que hay un chorreo de críos que sienten la llamada del mundo del toro». El alumno más pequeño tiene cinco años.

Pero otro problema añadido es que no hay circuito. Guillén explica que hace unos veinte años, «todo era mucho más fácil para los chavales, que podían ir a Lloret de Mar, Olot, Sant Feliu, Gerona, Tarragona. Había una serie de plazas donde los chavales podían dar sus primeros pasos. Además de la Monumental, por supuesto», pero ahora la situación es diferente, y se tienen que ir fuera de Cataluña.

Una de las últimas novilladas que organizó la Escuela en Vinaroz, costó 18.000 euros que «costeamos entre todos arrimando el hombro». Guillén también destaca que «sentimos el respaldo de la afición de Barcelona porque, oye, bajaron más de 800 personas a ver la novillada y contribuyeron con su entrada para que fuera factible».

Y si se ha llegado hasta aquí, según Enrique Guillén, es por el «maltrato político» que ha sufrido el sector en Cataluña, pero también cree que «no se ha apoyado ni se ha defendido como se debiera. No ha habido unión para defender la tauromaquia en Cataluña». Eso sí, el director de la Escuela Taurina ve la botella medio llena y cree que esto ha servido para «hacerles más fuerte». Y no solo eso. Cree que «la afición está, la escuela está, lo que falta es que le den un poco de facilidades y de empuje económico para desarrollarla».

Aun así, la campaña de acoso y derribo empezó, dice, en 1989, cuando «el señor Jordi Pujol decidió prohibir las plazas de toros portátiles y la entrada a los menores de 14 años a los festejos taurinos. Y, sinceramente, aunque sea algo que ha ido en nuestra contra, lo han hecho muy bien. Lo han hecho muy despacito y sin hacer demasiado ruido. Lo de la Monumental fue solamente dar la puntilla al sector taurino en Cataluña».

Por todo ello, Guillen no ve el futuro fácil, ni mucho menos. Pero también deja claro que «vamos a seguir luchando y peleando y haciendo una labor para la continuidad de la fiesta del toro en Cataluña». Guillén decidió coger las riendas después de la pandemia. «No podía consentir que la Escuela se muriera, por lo que ha sido mi trayectoria, por mi vocación, y porque mi vida siempre ha sido el toro». Llamó «a cinco o seis amigos» para «echar esto para adelante», y ahí siguen, explica, hasta que ya no les queden fuerzas para que no se muera la fiesta en Cataluña.

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