El nuevo president de la Generalitat de Cataluña, Salvador Illa, a la salida de su toma de posesiónEuropa Press

Perfil

Las dos figuras que marcaron el origen de Salvador Illa y que dan pistas sobre cómo gobernará Cataluña

Las dos personas que hicieron de Illa el último tarradellista, heredero de una tradición política en vías de extinción

A lo largo de la vida hay una serie de personas que te marcan. Aunque pase el tiempo, el peso de esas personas vive en uno y aflora en los momentos difíciles. Todos, aunque no lo queramos reconocer, tenemos a una o varias personas que han sido referentes, que nos han hecho crecer como personas y de las cuales hemos aprendido. El nuevo presidente de la Generalitat, Salvador Illa, no es una excepción.

En las primeros años de su vida política, Illa tuvo dos personas que guiaron su futuro y que, aún hoy en día, forman parte de su filosofía vital y política. Al primero de ellos hizo referencia este sábado en su primer discurso tras la toma de posesión: Romà Planas i Miró, fundador y secretario general del Club de Opinión Emprius, un foco del tarradellismo socialista.

Planas, mano derecha de Tarradellas

De familia de tradición catalana y republicana, como dijo Joan Reventós, Planas vivió gran parte de su vida en un exilio forzado por la dictadura. Su estrecha relación familiar con Josep Tarradellas, hizo que se convirtiera en su secretario y persona de confianza. Regresó a Cataluña con Tarradellas, formando parte de la primera Generalitat y de la Diputación, donde estuvo hasta 1992, al lado de Francesc Martí Jusmet. Luego se retiró de la alta política para ser regidor y alcalde de La Roca del Vallès, su pueblo natal.

José María Bricall escribió lo siguiente sobre el ideal político de Planas:

«La política no debe seguir comportamientos interesados ni regirse por normas distintas a las del resto de la vida. Si se dice lo que se piensa y se hace lo que se dice, debe también responderse por lo que uno hace. Por su lealtad a Cataluña, en la interminable travesía del exilio, se halló profundamente -personalmente- unido al presidente Tarradellas.

​Para Planas el president personifica la futura restauración de la dignidad de Cataluña (...) [y] la recuperación del autogobierno no es el medio de nada más que la consecución del propio autogobierno de los ciudadanos de Cataluña y la moralidad de vida pública que proporciona la mayor seguridad a su realización».

Como director general de Administración Local, Planas estructuró una administración inexistente e ineficaz. Pensaba que la fuerza de Cataluña radica en la voluntad de sus ciudadanos y en sus instituciones nacionales. Los que conocen –conocemos– a Salvador Illa saben que ha aplicado esta estructura administrativa en todos los lugares donde ha estado, desde el Ayuntamiento de La Roca del Vallès a la secretaría general del PSC.

Y esta estructura la tiene diseñada para la futura Generalitat que quiere establecer, porque sabe a quién colocar y cómo trabajaría para conseguir los resultados deseados. Si Tarradellas sabía muy bien dónde colocar a Romà Planas, Illa tiene elegidos a los suyos para renovar una administración en cierta decadencia de gestión.

Romà Planas trabajó toda su vida al servicio de Cataluña, de la libertad, de la igualdad y de la solidaridad de todos los pueblos y de todas las personas del mundo, como recordaba Marta Mata. Un tarradellista que, alrededor del Club de Opinión Emprius, juntó a Josep María Bricall, Antoni Saura, Xavier Maurel, Jordi Serra o Joaquim de Nadal.

Emprius quería reconstruir la razón tarradellista. En La Roca del Vallès, como continuación del Club y del legado de Planas, a iniciativa de Salvador Illa, se creó el Club d’Opinió Céllecs. También Illa patrocinó una revista municipal llamada Roquerols. La vieja guardia del PSC que conoció a Planas, actualmente con Salvador Illa a la cabeza, no ha olvidado su legado.

Romà Planas falleció siendo alcalde de La Roca del Vallès el 7 de septiembre de 1995 de un problema cardíaco, como Ramón Trías Fargas y Carlos Barral. Al día siguiente fue enterrado en el cementerio del pueblo. Ese día, Salvador Villa, que sucedió a Planas como alcalde, dijo:

«Quiero reafirmar nuestra certeza en el camino emprendido y que, como Romà Planas hubiera querido, ha de llevar a La Roca del Vallès por los caminos de la obertura y la modernidad. Lucharemos, todos lucharemos, para que nuestra gestión municipal sea transparente, como él deseaba. Haremos, como él quería, de todo un pueblo una piña, un ejemplo de participación ciudadana donde todo el mundo tenga cabida».

Gurt, clave en el ayuntamiento

Para llevar a cabo estas palabras, Illa contó con la segunda persona que guió su futuro: el secretario municipal e interventor Josep María Gurt i Copons. Este también había sido regidor en Roda de Ter, su municipio natal. Era secretario general de Independents pel Progrés Municipal d’Osona.

Era una persona de una gran capacidad para el trabajo; por eso, aunque su trayectoria en La Roca del Vallès no sobrepasara los cinco meses, hizo mucho más que otros en generaciones. Murió de un infarto, el 10 de abril de 1997, un par de horas después de despedirse hasta el día siguiente del que suscribe estas palabras.

A pesar de la prematura muerte del secretario municipal, junto a Salvador Illa pusieron las bases para la modernización de un municipio que no miraba hacia el futuro ni para las nuevas generaciones, porque estaba anclado en las luchas familiares y en peleas que formaban parte del siglo XIX y no del momento que se estaba viviendo como país y como municipio.

Ambos transformaron el ayuntamiento. Lo reestructuraron, pusieron a las personas adecuadas, en el sitio idóneo. Fue un antes y un después. Ellos tenían, a diferencia de los anteriores, una visión de futuro y una estructura de cómo debían ser los ayuntamientos que afrontaban el reto de entrar en el siglo XXI.

Dos fotos

Mucho tiempo después, en su despacho de la alcaldía Salvador Illa tenía dos fotografías que no destacaban. Una escondida en su mesa y la otra no demasiado lejos. Esas fotografías quizás le daban fuerza y ánimos de seguir por el buen camino. Esas fotografías eran las de Romà Planas i Miró y Josep María Gurt i Copons.

Tras dejar la alcaldía, Illa estuvo en Justicia, en la productora Cromosoma, en la alcaldía de Barcelona, fue ministro parlamentario… Gran parte de su vida pública es conocida por muchos. La personal, a nadie le importa, o poco le debería importar. Eso sí, Salvador Illa, al que nombraron alcalde de La Roca del Vallès en 1995, estaba marcado por las enseñanzas de Romà Planas, que pudo poner en marcha gracias al apoyo incondicional de Josep María Gurt.

El actual Salvador Illa no se ha alejado mucho de aquellos postulados. Como dijo Marta Mata de Romà Planas, aplicable a Illa, «era un hombre bien concreto, con su talante y sus limitaciones». Y podríamos añadir que «con sus imperfecciones, como cualquier ser humano». Por eso considero a Illa el último tarradellista, heredero de una tradición política en vías de extinción.