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La leyenda de Galcerán de Pinós y las doncellas: un rescate milagroso en tiempos de cruzada

La historia de un noble catalán capturado por los sarracenos y rescatado por la fe y la voluntad de su pueblo

La leyenda de Galcerán de Pinós, un noble catalán que vivió en el siglo XII, es una de las historias más fascinantes de la época medieval. Todo comenzó en 1147, cuando Ramón Berenguer IV, conde de Barcelona, decidió emprender una expedición contra los moros en Almería. Entre los nueve barones que lo acompañaron, se encontraba Galcerán de Pinós, quien, tras una encarnizada batalla, fue capturado junto con su compañero Sencerní, señor del castillo de Sull.

Ambos caballeros pasaron cinco largos años en cautiverio, hasta que el padre de Galcerán, Pedro Galcerán de Pinós, suplicó a Ramón Berenguer que negociara su liberación. El rescate exigido por el rey moro era exorbitante: 100.000 doblas de oro, 100 caballos blancos, 100 vacas bragadas, 100 piezas de brocado y 100 doncellas vírgenes. Aunque Pedro y su esposa Berenguela lograron reunir casi todo el rescate, las doncellas seguían siendo un obstáculo.

Fue entonces cuando los vasallos de Pedro, conmovidos por la situación, ofrecieron a sus propias hijas para completar el rescate. El sacrificio de estas doncellas, todas originarias de la baronía de Pinós, es un testimonio de la devoción y el sentido del deber de estas familias hacia su señor.

Sin embargo, la historia da un giro milagroso cuando, la noche antes de que el rescate se embarcara hacia Almería, San Esteban, patrón de Galcerán, se apareció en su celda y lo liberó de su cautiverio junto a Sencerní. Al día siguiente, ambos caballeros se encontraron milagrosamente en el puerto de Salou, donde la comitiva del rescate, incrédula, los reconoció y los acompañó de regreso a casa.

Galcerán, en agradecimiento por su liberación, donó la mitad del diezmo de su baronía a la iglesia de Bagà y concedió que todas las niñas nacidas en su tierra fueran libres de la servidumbre. Esta leyenda, cargada de fe y sacrificio, ha perdurado a lo largo de los siglos como un ejemplo de la devoción y el coraje de los antiguos catalanes.