Pere Porter y la misteriosa Calle del Infierno de Barcelona
La ampliación de la Vía Layetana hizo desaparecer una de las calles más intrigantes y legendarias de Barcelona, conocida como la Calle del Infierno
La Calle del Infierno, situada en lo que hoy es la Avenida de la Catedral, era una estrecha y oscura vía de Barcelona, con un ancho de apenas dos metros, que adquirió su temible nombre por las incomodidades y el ruido ensordecedor de los herreros que allí trabajaban. Con la construcción de la Vía Layetana en el siglo XX, la calle desapareció junto con sus mitos y leyendas.
Según la tradición, el nombre de «Infierno» le fue otorgado por los vecinos debido a las condiciones de estrechez y ruido que la convertían en un lugar desagradable para vivir. Para evitar problemas, se colocaron pilonas en ambos extremos de la calle, impidiendo la entrada de carros. A pesar de su reducida anchura, la calle albergaba una Academia de Dibujo Industrial, aunque predominaban los herreros, cuyo trabajo amplificaba el ruido de tal manera que resultaba casi insoportable.
Al final de la Calle del Infierno se encontraba el Hostal de l’Infern, un refugio para personajes de mala reputación, entre ellos el famoso bandolero Joan de Serrallonga. El hostal se encontraba en la actual Avenida de la Catedral, y era conocido por ser un lugar al que la policía evitaba entrar, convirtiéndose en un escondite para ladrones y maleantes.
La calle está también vinculada a la leyenda de Pere Porter, un personaje del siglo XVI que protagoniza el relato anónimo «Viatge a l’Infern d’en Pere Porter». Según la historia, Pere Porter, nacido en Tordera, fue llevado al infierno por el diablo tras reclamar una deuda ya pagada. Allí, el notario fallecido Gelmar Bonsoms le indicó el lugar donde se encontraba el recibo que confirmaba el pago de la deuda. Tras contemplar las horribles torturas en el infierno y reconocer a diversas personas entre los condenados, Pere Porter logró escapar gracias a la ayuda de un hombre vestido de peregrino.
Al regresar al mundo real, Pere Porter se encontró caminando por la Calle del Infierno en Barcelona, sin saber cómo había llegado allí. A su regreso a Tordera, intentó contar su experiencia, pero nadie le creyó hasta que demostró la existencia del recibo. Sin embargo, su relato lo llevó a ser encarcelado por la Inquisición, que lo acusó de herejía. Finalmente, fue liberado, pero murió dos años después, con la reputación de estar loco y hechizado.
La Calle del Infierno, con sus historias de mitología y leyendas, quedó borrada del mapa con la expansión de la Vía Layetana, pero su memoria persiste en la historia oculta de Barcelona, una ciudad que siempre ha sabido conjugar realidad y leyenda.