Decenas de personas durante la manifestación de ACN por la Diada, este miércoles, en BarcelonaEuropa Press

Cataluña

El independentismo pincha en las calles y pasa en 10 años de 1,8 millones a 72.000 asistentes

El fracaso en la manifestación de la Diada pone de manifiesto la deriva del proyecto independentista, convertida en muleta de Sánchez

Un pozo sin fondo. Las manifestaciones independentistas del 11 de septiembre ya hace años que no son lo que eran. El techo de asistencia se alcanzó en 2014, año del primer referéndum ilegal, con Artur Mas en la presidencia de la Generalitat y 1,8 millones de personas en las calles.

Desde entonces, una constante cuesta abajo hasta los 115.000 asistentes de 2023. Parecía que la convocatoria del año pasado era el suelo independentista en materia de movilización, pero este año ha vuelto a bajar ostensiblemente.

Los organizadores –ANC, Ómnium Cultural, el sindicato radical Intersindical, Consell per la República, etc– idearon una Diada con cinco manifestaciones. El objetivo de la descentralización era facilitar la asistencia de público, repuntar y volver a demostrar fuerza en las calles. El lema elegido para la manifestación, «Tornem als carrers» («volvemos a las calles»), era toda una declaración de intenciones.

Personajes secundarios

Sin Puigdemont, huido, ni Junqueras o Rovira, temerosos de ser abucheados, el público, menguante, que acudió hoy a las manifestaciones se tuvo que conformar haciéndose selfies con personajes secundarios en el culebrón del procés, como el ex alcalde de Barcelona, Xavier Trias; el presidente del parlamento, Josep Rull, o la aún presidenta de Junts, Laura Borras. Entre los asistentes no falto apoyo internacional, destacando una delegación de Biafra (Nigeria) y banderas de Escocia y Palestina.

Decenas de personas durante la manifestación de ACN por la Diada, en BarcelonaEuropa Press

Lluís Llach, presidente de la Asamblea Nacional Catalana, principal organización convocante, previendo el desastre, quiso animar la participación la vigilia de la Diada llamando parafascista a Salvador Illa y dando la bienvenida a las concentraciones a Aliança Catalana, el partido radical “independentista, anti inmigración. La polémica estaba servida, porque pocas semanas antes ERC y Junts habían firmado, junto a otros partidos, un acuerdo para aislar a Aliança Catalana.

La salida de pata de banco del ex cantautor ha sido un fracaso sin paliativos. La guardia urbana de Lérida cifró la asistencia en 2.000 personas; la policía local de Gerona dio la cifra de 6.500 asistentes; la de Tarragona, 3.000; unos centenares en Tortosa, y 60.000 Barcelona. En total, 72.000 personas.

Discursos

Los discursos han sido un rosario de declaraciones fuera de tono. Jordi Turull, secretario general de Junts ha dicho que «Si Franco no pudo con la nación -en referencia a Cataluña- tampoco podrán ni el Rey ni Llarena». Lluís Llach, en su línea desatada en odio, con su voz ya apagada, ha llamado a «librarse del yugo de la España de matriz castellana». La representante de la Plataforma de afectados por la hipoteca llamo a la independencia como vía para «resolver el problema de la vivienda».

Hace pocos años el independentismo celebraba manifestaciones masivas como vigilia de una independencia que parecía a la vuelta de la esquina. Hoy el independentismo catalán es, paradójicamente, un actor clave de la política española y sostiene el gobierno de su odiada España. ERC y Junts han pasado de la ensoñación de la separación acompañados de una multitud a ser muleta y palmeros del sanchismo.