Lluís Companys, realizando un mensaje por radio, en 1936

Lluís Companys, realizando un mensaje por radio, en 1936Wikimedia

Historia de Cataluña

El fracaso de Companys: proclamó el «Estado Catalán» hace 90 años pero apenas duró unas horas

Este octubre se cumplen nueve décadas del golpe de estado protagonizado por Companys

Dentro de unos días, los nacionalistas catalanes conmemorarán el aniversario del fusilamiento de Lluís Companys, ocurrido el 15 de octubre de 1940. Sobre los motivos de aquel acto en el castillo de Montjuic tendremos tiempo de hablar, pero hoy calentaremos motores hablando del golpe de estado que protagonizó en 1934 el entonces presidente de la Generalitat de Cataluña, que fue clave para comprender por qué fue fusilado.

Cuando falleció el predecesor de Companys, Francesc Macià, el músico Rossend Llates escribió sobre su eventual sustituto que «cualquiera que eligiéramos no tendría ninguna popularidad». «Entonces nos dimos cuenta de que los catalanes que seguíamos de verdad el movimiento catalán no pasábamos de ser cuatro gatos», añadía, a lo que el periodista Agustí Calvet Pascual «Graziel» añadió que «en total 2.000 catalanes -1.500 barceloneses y 500 de las comarcas».

Esa era la realidad. A Lluís Companys nadie le hacía tanto caso como a Francesc Macià, no tenía su carisma. Necesitaba un acto «de valentía» para que el movimiento catalán lo viera como un líder. Por eso, el 6 de octubre de 1934 decidió proclamar el «Estado Catalán». Esa es la razón y no otra.

El jurista, historiador y miembro de la Lliga Regionalista Fernando Valls Taberner, en el artículo La falsa ruta, publicado por La Vanguardia Española el 15 de febrero de 1939, fue muy crítico al tratar el nacionalismo catalán. Escribió:

«Catalanismo no ha resultado lo mismo que amor a Cataluña, aunque de buena fe aparecieran a muchos, en otro tiempo, uno y otro como cosas idénticas. Escrutando hoy el pasado próximo, podemos darnos cuenta, si la pasión o la terquedad no enturbian nuestra mente, de que el catalanismo, en su actuación política, construyó poderosamente al desarrollo del subversivismo en Cataluña, llevándolo hasta las capas sociales superiores.

El catalanismo no logró casi nunca dejar de presentar una significación partidista; ni alcanzó a abandonar a tiempo unos derroteros que a la postre han conducido al país a la ruina. Nadie puede hoy honradamente dejar de confesar que, en fin de cuentas, el catalanismo, al término de su trayectoria, se ha vuelto contra Cataluña; y que incluso lo que un tiempo pudo tener de generosa aspiración renovadora, en medio de la general decadencia, lo que tuvo también de idealidad, desviada sin duda , pero llena de ingenuas ilusiones, lo que haya representado en cuanto a anhelos de reforma y de perfección , bien que exaltados y turbulentos , todo ello ha sido ignominiosamente prostituido y sacrificado en estos últimos años.

Lo que, en medio de la equivocación general, hubiera en él de nobles ansias renovadoras y de esencias tradicionales, ha sido muerto últimamente por los corifeos separatistas, y a consecuencia de ello el catalanismo es hoy un cadáver. Para el bien de Cataluña y de España entera no lo podemos de ningún modo dejar insepulto»

Sobre lo ocurrido aquel 6 de octubre de 1934, Graziel comentó que, por culpa de un arrebato de Companys, por un mal entendimiento con el gobierno centroderechista, Cataluña perdió en diez horas toda la autonomía conseguida desde 1931. Companys, al precipitarse en proclamar el «Estado Catalán» dentro de la República Federal Española, perdió todo prestigio y se inhabilitó para continuar siendo presidente de la Generalitat.

Lo que ocurre es que sus amigos masones y anarquistas, a pesar de ser un incompetente, lo mantuvieron en el poder. También tuvo la ayuda del Frente Popular. Cuando ganaron las elecciones en febrero de 1936, liberaron a Companys para que pudiera volver a ser presidente.

El Tribunal de Garantías decretó, el 5 de marzo de 1936, inconstitucional la ley de 2 de enero de 1935. Companys regresó a Barcelona el 2 de marzo de 1936 y fue recibido con honores de estado. No se le culpabilizó de nada y volvió a ser presidente de la Generalitat. Le lanzó un órdago al gobierno republicano, y le salió bien al ser elegido el Frente Popular.

Fue visto en Cataluña como el gran mártir del centralismo español. Él, el líder indiscutible del independentismo, había sido encarcelado «porque en España no nos entienden». La jugada le salió bien. Ahora Llates y el movimiento catalanista tenían un nuevo líder, a la misma altura que Macià. La realidad es que todo era pura apariencia, pues Lluís Companys era y fue un incompetente.

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