El café empezó a consumirse en Europa en el siglo XVII en VeneciaGTRES

Sociedad

Un pequeño pueblo catalán busca convertirse en la nueva cuna del café en Europa

Sant Vicenç de Torelló quiere desafiar las convenciones y producir café de calidad en condiciones climáticas poco convencionales para este cultivo, según informa el Diari Ara

En el corazón de Cataluña, Sant Vicenç de Torelló, un pueblo de apenas 2.000 habitantes en la comarca de Osona, está intentando lo que parecía imposible: convertirse en un nuevo epicentro europeo del café. Esta localidad busca hacer historia cultivando café en una latitud y clima que distan mucho de las regiones tradicionales del llamado «cinturón del café», situado en el trópico. Una historia que salió a la luz gracias a el Diari Ara.

El proyecto, encabezado por Eva y Joan, una pareja con una finca de 5.000 cafetos, ha sido un proceso de prueba y error. Según el Diari Ara, la iniciativa comenzó hace ocho años, cuando decidieron estudiar la viabilidad del cultivo del café en su terreno. La pareja descubrió que su finca reunía el 90% de las condiciones climáticas adecuadas para este tipo de plantación, a pesar de la ubicación. Este logro se debe en gran parte a un microclima creado por la ubicación en un valle rodeado de montañas y robles, lo que protege a las plantas de temperaturas extremas.

El cultivo de café en España tiene antecedentes en las islas Canarias, donde la región de Agaete en Gran Canaria ha logrado establecer una producción de café de especialidad, aprovechando un clima favorable. Sin embargo, Sant Vicenç de Torelló representa un desafío mucho mayor, ya que se encuentra fuera de las zonas óptimas para el café, donde las temperaturas ideales para las plantas de la variedad arábica suelen oscilar entre los 18 y 22 grados.

Eva y Joan han experimentado con cultivos a la sombra y han adaptado genéticamente las semillas importadas para soportar el invierno catalán, que puede alcanzar temperaturas de hasta -5 grados.

Adaptación genética y perseverancia

Después de varios intentos fallidos, Eva y Joan lograron la primera cosecha. La primera tanda de plantas se perdió por problemas con el suministro eléctrico necesario para el sistema de calefacción, y la segunda tuvo dificultades en el proceso de germinación. Finalmente, en el tercer intento, los cafetos empezaron a dar frutos. Las primeras pruebas de cata se realizaron con estos granos y revelaron que el proyecto es prometedor, aunque aún en una fase experimental.

Para hacer frente al clima poco habitual para este tipo de cultivo, han adoptado técnicas de adaptación genética, un proceso mediante el cual se ha «estresado» a las plantas para que puedan sobrevivir en un entorno de fuertes contrastes climáticos, donde las temperaturas de verano pueden llegar a 40 grados y las de invierno descienden por debajo de cero. Durante los meses más cálidos, los cafetos crecen al aire libre bajo sombra, mientras que en invierno se trasladan a un invernadero.

Mirando al futuro

La ambición de Joan y Eva es alcanzar una producción de 7.000 kilos de café en los próximos años, aunque el sabor y la calidad final del café aún están por determinar. De acuerdo con El Nacional, la pareja espera producir variedades de alta gama, como Geisha y Castillo, dos de las más valoradas en el mercado de especialidades.

En la actualidad, el proyecto funciona únicamente con la ayuda de la pareja, pero su meta es crear una estructura que permita emplear a unas doce personas y recibir a expertos del sector para las primeras catas en 2025. El cambio climático, que ha permitido ya que lugares insólitos como Sicilia cultiven café de forma viable, podría convertir a Cataluña en una región apta para este cultivo en el futuro.