Análisis
Junts aprueba la continuidad del 'impuestazo' para castigar a los bancos que abandonaron Cataluña en 2017
La revancha pírrica de los de Puigdemont en el Congreso hunde sus raíces en el resentimiento contra La Caixa y el Sabadell durante el procés
La venganza es un plato que se sirve frío, y Junts le ha pasado factura, siete años más tarde, a CaixaBank y al Banco Sabadell por haber cambiado la sede social de Barcelona a Valencia y Alicante, respectivamente, días antes de la primera declaración de independencia de Carles Puigdemont, el 9 de octubre de 2017.
El relato actual, reescrito por el independentismo, del verano y otoño de 2017 es un serial conspiranoico que incluye ideas abracadabrantes, que el sanchismo compra con tal de mantenerse en La Moncloa, como que los atentados de Las Ramblas de Barcelona y Cambrils fueron obra del CNI para desestabilizar Cataluña e impedir la separación unilateral, o que la salida de miles de empresas se debió a que el Rey Felipe VI llamó personalmente a los directivos para que se mudaran de Cataluña a otros lugares de España.
Los dirigentes de Junts creen que los directivos de bancos les traicionaron. La cúpula de la antigua Convergencia y las élites empresariales catalanas siempre habían tenido mucho más que sintonía: formaban un núcleo cerrado en el que solo se entraba si desde el poder político se autorizaba, y viceversa.
Ex consejeros de Jordi Pujol como Josep Manuel Basáñez, Macià Alavedra o Joan Hortalà terminaron al frente de Saba, Autopistas de Cataluña o de la Bolsa de Barcelona. La lista de políticos que saltaban al mundo de la empresa y de empresarios que se acomodaban en CiU es interminable, así que cuando llego el momento decisivo de la independencia unilateral los dirigentes nacionalistas jamás pensaron que tuvieran problemas en su retaguardia. Creían que los directivos empresariales y bancarios eran «de los suyos» y les seguirían hasta el final.
'Traición' de la banca
La decisión de los dos grandes bancos de abandonar Cataluña para evitar que, en caso de independencia efectiva, quedar fuera de la zona Euro y a la vez frenar la salida masiva de depósitos, no estuvo exenta de tensiones ni fue unánime dentro de las entidades financieras. Tanto Isidro Fainé como Josep Oliu siguen hoy al frente de sus organizaciones, y los que hoy ya no están son los que en aquel momento discreparon. Alguno de ellos, como el entonces subdirector general de CaixaBank, Jaume Giró, es actualmente dirigente de una corriente minoritaria en Junts.
Desde hace unas semanas, la banca y las energéticas han hecho presión a través de los medios de comunicación, pero muy especialmente utilizando las palancas más habituales para ellos como son las patronales vasca y catalana, así como mediante el PNV y Junts, para que los tributos sobre la facturación de las grandes energéticas y los bancos no pasaran de provisionales a definitivos.
El PNV encontró la solución para no dejar tirado a Sánchez y a la vez dar satisfacción al BBVA y a Iberdrola a través de dar luz verde a la perpetuidad del recargo, pero luego devolverle el dinero a las empresas vascas afectadas mediante la capacidad reguladora que les da el concierto en materia fiscal. Para el PNV es Halloween todo el año: están acostumbrados al truco y al trato, y siempre les sale bien.
La jugada de Junts
En el caso de Junts son más amateurs, y tienen menos herramientas a su alcance. La situación en Cataluña es distinta, al estar esta comunidad en el régimen común, del que quizás salga si ellos y ERC llegan algún día a pactar con el gobierno Sánchez un concierto económico para Cataluña, pero en el que por ahora permanecen.
En estas circunstancias para Junts, el anuncio de Repsol de no ejecutar una inversión mil millonaria en la petroquímica de Tarragona, zona industrial que supone el 2% del PIB catalán, así como los efectos que pondría tener para la cuenta de explotación de Naturgy, han llevado a Junts a no negociar la continuidad de este tributo y liberar a Brufau, Reynes y sus empresas de este recargo, y a la vez intentar que las inversiones de Repsol no cambien el Mediterráneo tarragonés por el Atlántico portugués.
En el caso de la banca, Junts no tenía el mismo interés que con las energéticas. En octubre de 2017 el Sabadell cambió la torre Atlántico de la Diagonal por la sede de la antigua CAM en Alicante, y CaixaBank se mudó de la zona universitaria de Barcelona a la sede del antiguo Banco de Valencia. Para más inri, también se llevo su fundación a Palma de Mallorca.
La patronal catalana, Foment del Treball, de la mano de su presidente, el ex dirigente de CiU Josep Sánchez Llibre, intentó esta semana ayudar a la ex caja de ahorros catalana alertando de que el mantenimiento del recargo supondría una reducción drástica del presupuesto social de Fundación La Caixa.
No obstante, el argumento, a pesar de la buena sintonía que mantienen Foment y Junts desde que Sánchez Llibre visitó a Puigdemont en Francia antes de las últimas elecciones autonómicas, no ha sido suficiente para cambiar el ánimo de revancha que los dirigentes de Junts tienen contra los bancos.
El último intento del separatismo catalán de forzar el regreso de CaixaBank a Cataluña fue cuando la entidad dirigida por Gortázar se hizo con Bankia. Su obsesión por forzar el retorno de las empresas llega a tal extremo que cuando empezó la negociación con Sánchez para la investidura de este como presidente del Gobierno, Junts propuso que se decretara el regreso forzoso a Cataluña de las más de 10.000 empresas que desde 2017 han cambiado su domicilio social y fiscal a otros lugares de España.
La negativa de CaixaBank de coger el Euromed de vuelta a Barcelona fue considerado por los independentistas como otro desaire. La opa del BBVA al Sabadell aleja aún más a la entidad de Oliu de Cataluña a pesar de que la entidad presidida por Carlos Torres dejó muy claro en el folleto de la fusión que mandó a la CNMV que mantendría un centro operativo en Sant Cugat del Vallès.
Junts, manteniendo el recargo a los bancos, obtuvo en el Congreso de los Diputados una victoria pírrica. Puigdemont, Nogueras y sus colegas de partido se fueron a dormir felices porque en su fuero interno, en su pequeño mundo, creen que les han devuelto a los bancos la faena que les hicieron a ellos. Ni de lejos se les pasa por la cabeza que ese impuesto lo pagarán sus votantes y ellos mismos en forma de comisiones bancarias.