Historias de Cataluña
El canal con nombre de Infanta que el Parlament se resiste a declarar Bien Cultural de Interés Nacional
Un recorrido histórico por el Canal de la Infanta, que hunde sus raíces en la Edad Media
El conocido como Canal de la Infanta de Barcelona tiene su origen en el 1188, cuando el rey Alfonso I decidió construirlo para abastecer de agua la ciudad, en unos terrenos donde, poco tiempo después, crecería un núcleo urbano conocido como Molins de Rei. Con lo cual, a la ciudad llegaría agua tanto del Llobregat, por este canal, como del Besós, por el Rec Comtal.
Sin embargo, la falta de dinero solo permitió que se construyera una canalización entre El Papiol y Molins de Rei, en lo que se conoce hoy en día como la Matosa. Aquel canal sirvió para que se construyeran una serie de molinos, que dan nombre al municipio. Con el tiempo aquel tramo se conoció como Rec Vell.
No fue hasta el 1733 cuando un grupo de propietarios agrícolas de Cornellá y Hospitalet, decidieron ampliar aquel primitivo riego para que a ellos les llegara el agua. No consiguieron su propósito por falta de financiación, y tuvieron que esperar hasta el 19 de mayo de 1816, cuando Fernando VII aprobó un real decreto por el cual quedaba anulada la exclusividad a los derechos sobre el agua, siempre y cuando la iniciativa privada pudiera llevar a cabo la empresa de construcción del canal.
Más de 17 kilómetros
El canal tenía una extensión de 17,42 kilómetros y transcurría por Molins de Rei, Santa Creu d’Olorda, Sant Feliu de Llobregat, Sant Joan Despí, Cornellà de Llobregat, L’Hospitalet de Llobregat y el barrio de Sants de Barcelona. El canal desembocaba al mar por la actual calle Mare de Déu del Port, paralela al Paseo de la Zona Franca, desembocando a los pies de Montjuic.
Se autorizó su construcción, por Real Orden de 2 de septiembre de 1817 y, originalmente, debía llamarse Canal de Castaños. Estando la Infanta Luisa Carlota de Borbón en Barcelona, en mayo de 1819, las autoridades le pidieron que levantara las compuertas del canal. Gracias a este hecho, una Real Cédula, de 22 de diciembre de 1824, cambió su nombre de Canal de Castaños —por el entonces capitán general de Cataluña— a Canal de la Serenísima Infanta Doña Luisa Carlota de Borbón.
El coste del canal ascendió a 4.350.000 reales. El canal contaba con 13 saltos de agua que generaban 262cv y que ayudaron a la implantación de la industria en la zona a finales del siglo XIX. La superficie regable estaba entre 2.600 y 3.300 hectáreas. En aquella época el caudal ascendía a 4.200 litros por segundo, pero hoy está entre los 600 y 900.
El canal tenía una anchura de entre cuatro metros al principio y dos metros hacia el final, con una profundidad media de 1,5 metros. Para su construcción se utilizó mampostería, piedra de las canteras de Sant Just, ladrillo, piedra de sillería de Montjuic y excavación directa en el suelo.
El gobierno del canal
El sistema de gobierno del canal lo formaba su junta. En ella había 9 miembros elegidos entre los propietarios y presidido por el Capitán General. El proyecto lo diseñaron Tomás Soler Ferrer y Pere Serra Bosch. Actualmente, el canal funciona en el tramo comprendido entre Molins de Rei y Cornellá, regando las tierras de Cal Trabal en el Hospitalet de Llobregat.
Con lo cual ha pasado de los 17,420 kilómetros a solo 2,4 kilómetros. Los otros o se han taponado o se han destruido o han desaparecido. Un claro ejemplo es L’Hospitalet de Llobregat. De los 4 kilómetros de canal que cruzaban el municipio hoy en día solo quedan escasamente 125 metros.
Con la inauguración del canal se intensificó la producción agrícola. Paralelamente se construyó la vía de ferrocarril entre Molins de Rey y Barcelona. La filoxera supuso un salto cualitativo en la producción agrícola de la zona. En 1855 se construyó otro canal, auxiliar del primero, que sirvió para hacer llegar el agua a los campos de Sant Vicenç dels Horts, Santa Coloma de Cervelló, Sant Boi de Llobregat y El Prat de Llobregat.
Esto supuso que toda aquella zona llegara a exportar 1.500 toneladas de fruta y otras tantas de alcachofas y lechugas. Si en 1933 el canal regaba 2.700 hectáreas, en 2007 solo llegaba a las 375 hectáreas. En 2024 no sobrepasan las 300 hectáreas.
La industria
Por lo que respecta a la industria, si bien las primeras estuvieron vinculadas con los molinos harineros y aserradores, con el tiempo se construyeron empresas industriales textiles y molinos papeleros. La industria textil, con sus diferentes telares, sirvió para el crecimiento económico de la zona. Además, en Olesa de Montserrat y Esparraguera se concentró la industria que confeccionaba tejidos de lana. En Martorell, seda, cobre y aguardiente.
Con la industrialización y la contaminación de las aguas del río Llobregat, el canal entró en desuso, al no llevar agua potable. El crecimiento de las poblaciones y la desaparición de los campos también provocó que no fuera tan necesario como antaño. Sin embargo, seguía siendo importante para aquellos agricultores que aún cultivaban sus campos. La colocación de depuradoras ha conseguido reducir la carga contaminante, mejorando la calidad del agua.
El 21 de marzo de 2012 el Parlamento de Cataluña aprobó una moción, por la cual se reconocía la deuda histórica que tenían con este canal los territorios regados en el Baix Llobregat, Hospitalet y Barcelona y se pedía que fuera declarado Bien Cultural de Interés Nacional. El Parlamento catalán aún sigue estudiando dicha declaración. Solo la Casa de les Comportes, en Molins de Rey, se ha considerado Bien de Interés Local.