El presidente de la Generalitat de Cataluña, Salvador Illa, en el ParlamentEuropa Press

Análisis

Illa cumple 100 días en la presidencia sin presupuestos y secuestrado por ERC y los Comunes

Illa cumple tres meses plácidos al frente de la Generalitat, pero con una agenda legislativa vacía

«Ni una mala palabra, ni una buena acción» podría ser el refrán que define los primeros 100 días de Salvador Illa al frente de la Generalitat de Cataluña. El mandato de Illa se inauguró con tres grandes anuncios: una reforma profunda de la administración, un cambio del sistema de financiación y la construcción de 50.000 viviendas. A la hora de la verdad ninguno de estos tres proyectos ha empezado a andar.

En todo el año 2024 el parlamento catalán ha aprobado dos leyes, los pasados meses de enero y febrero, cuando Pere Aragonés aún era presidente de la Generalitat. Desde la toma de posesión de Illa el parlamento no ha convalidado ningún decreto ni ha aprobado ninguna ley.

Hay tres en tramitación: una muy del gusto de la izquierda sobre la creación de una nueva agencia pública, en este caso de Atención integral social; otra sobre la modificación del código civil en un aspecto concreto, y una tercera también burocraticista de redacción del estatuto de municipio rural.

El pasado mayo Illa derrotó a Junts y se hizo con la presidencia de la Generalitat gracias al apoyo de ERC y Sumar, sus mismos socios de Madrid, pero la crisis de ambos partidos, derivada de sus respectivas derrotas en las elecciones autonómicas y municipales, ha paralizado la agenda de gobierno de Illa.

Los socios de Illa

La intención del líder del PSC era llevar las cuentas al Parlament y tenerlas aprobadas antes de fin de año. Hay que recordar que fue el fracaso en sacar adelante los presupuestos lo que llevo a Aragonés a adelantar las elecciones.

Ahora la situación de Illa, a pesar de tener nueve diputados más que Aragonés, es más delicada, dado que la líder de los Comunes en el parlamento, Jessica Albiach, ha anunciado su intención de no repetir al frente al grupo parlamentario, convirtiéndose así en lo que en política se llama un pato cojo. La marcha de Ada Colau, de camino a Italia, ha dejado al referente de Sumar en Cataluña sin liderazgo y sin interlocutor para Illa.

Jessica Albiach y Ada Colau, en una imagen de archivoEuropa Press

La situación del otro socio del PSC, Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), es aún peor. El partido independentista se enfrenta a finales de noviembre a un congreso de resultado incierto y fratricida, en el que Oriol Junqueras se enfrenta a todo o nada al dúo Rovira-Aragonés.

El tándem formado por la secretaria general y el ex presidente ha desistido de encabezar la alternativa a Junqueras y lo hacen a través de pequeños y desconocidos líderes interpuestos. Otras dos listas compiten por hacerse con el liderazgo y no hay una fecha definitiva para cerrar la crisis.

Hasta que la extrema izquierda y los independentistas republicanos no cierren sus crisis y alumbren nuevos liderazgos, Illa seguirá al frente de la Generalitat. Su puesto está blindado, dado que para derrocarle sería preciso un acuerdo imposible entre Junts, ERC y los Comunes, pero también está atado de pies y manos, sin capacidad de aprobar nada.

Salvador Illa cierra los primeros tres meses al frente del Govern sin grandes escándalos, con una gobernanza casi placida por las crisis de sus adversarios, pero también con la inquietud de tener una agenda legislativa vacía que le impide cumplir sus grandes promesas.