Niños en un hospicioManos Unidas

Reportaje

La Generalitat ayuda a jóvenes adoptados a encontrar a sus familias biológicas

  • Se les ofrece acompañamiento emocional porque se viven «momentos muy duros», según los integrantes de este grupo que ayuda a la búsqueda

  • No necesariamente el proceso acaba en el reencuentro entre padres e hijos biológicos

Muchas personas adoptadas que desconocen sus orígenes, tienen curiosidad por saber de dónde vienen. Con esta idea, el Instituto Catalán de Adopción y Acogida de la Generalitat, puso en marcha un Grupo de Investigación de Orígenes de Personas Adoptadas, para que pudieran conocer sus raíces e incluso poner en contacto a padres e hijos biológicos. Actualmente, el grupo está trabajando con 244 casos, aunque algunos de ellos se arrastran del año pasado, cuando se abrieron 139. Entre el 10 y el 20% de los solicitantes acaba contactando con su familia biológica.

Es un grupo multidisciplinar, que está formado por psicólogos, juristas o trabajadores sociales. El proceso empieza cuando la persona adoptada presenta una solicitud en el Instituto Catalán de la Adopción. Un técnico contacta con el solicitante, empieza la búsqueda de datos de la familia biológica, pero tal y como asegura Núria Cañas, responsable de Tramitación Jurídica, no solo es importante esa recopilación de datos, sino que «sobre todo pensamos que, lo que más podemos aportar como Instituto es este acompañamiento técnico, para que la persona pueda conocer toda su historia».

Y Núria recuerda que es un derecho que tiene la persona adoptada y que «está contemplado en la Constitución». Es el derecho, asegura, a conocer su identidad y hay sentencias judiciales, precisa, que lo reconocen, y que está por encima de lo que pueda querer la familia adoptante o los padres biológicos, aunque eso no implica que se tengan que conocer personalmente, ni mucho menos.

En cualquier caso, no se trata de un proceso fácil. Emocionalmente, es muy complejo porque hay que hacer frente a «situaciones impactantes», en palabras de Carles Bonet, jefe de la Unidad de Atención a las familias. Él lo define como un camino de «subidas y bajadas a nivel emocional». Un primer momento de impacto ya es la visita para abrir el expediente, pero también cuando se conocen los motivos del abandono, que, a veces, asegura, pueden ser «duros». «Y esto se tiene que trabajar con la persona adoptada», explica Bonet.

No todos los que acuden al Instituto acaban completando la búsqueda activa, no necesitan conocer a sus padres biológicos, y ya se conforman, dice Carles Bonet, con saber qué pasó, y cuáles fueron los motivos por los que sus progenitores no se hicieron cargo de ellos. «Esto es muy importante, porque si no, a la persona adoptada le queda un vacío en su historia, como una pieza del rompecabezas que le queda por completar», precisa.

Este acompañamiento es constante y también se prepara a la persona adoptada para la posibilidad de que la familia biológica, la madre biológica, pueda decir que no quiere saber nada más de ella. Bonet asegura que esta es una situación «realmente dura», porque «posiblemente es un segundo abandono que vive la persona adoptada».

El proceso no es inmediato. Desde que se pide a la Generalitat conocer los orígenes, hasta que el Instituto contacta con los parientes, puede pasar aproximadamente un año. Si se localiza a la familia biológica, se les explica que su hijo les está buscando. Si las dos partes están de acuerdo, se les pone en contacto a través de cartas y, si finalmente así lo desean, se produce un primer encuentro presencial, en compañía del técnico que les ha acompañado durante todo el proceso.

Evidentemente, todo es más fácil cuando la adopción se ha producido en España. Si fue en el extranjero, depende de las facilidades que ponga el país en cuestión, y Rusia o China, por ejemplo, no acostumbran a colaborar, o lo hacen muy poco. Otro factor que complica aún más las cosas es el tiempo. Cuanto más tiempo ha pasado desde la adopción, también es más difícil la búsqueda de datos de la familia biológica.

Alba encontró a su madre biológica

Y una de las personas que recurrió a este servicio de la Generalitat, fue Alba, que es un nombre ficticio. Supo que tenía esta posibilidad después de leer en redes sociales la historia de otro chico adoptado, que había conseguido encontrar a su madre biológica. Ella asegura que su objetivo no era «conocer a una persona, a una madre», sino tener la certeza de que su adopción había sido «voluntaria». Tuvo esa inquietud cuando nació su hija.

Lo cierto es que, en su caso, todo el proceso fue muy rápido, solo llevó unos meses. Y no solo encontró a su madre, sino también a su hermano biológico. El primer contacto fue una carta que ella respondió. Luego vino una segunda misiva, pero a partir de ahí «todo se precipitó» por el delicado estado de salud de su madre biológica. Ahí se decidió, junto con los técnicos del Instituto, «reencontrarse antes de lo que seguramente, en un proceso normal, hubiera sido lo habitual». Esther asegura que ese encuentro fue «impactante y emocionante».

¿Y cómo fue la reacción de su familia adoptiva? Reconoce que al principio fue un shock, y «recibieron un golpe emocional». Considera que se puede «malinterpretar» ese interés por conocer sus orígenes, que se pueda considerar como «una traición», pero también ha dejado claro que «nada más lejos de la realidad». Afortunadamente, todo ha salido bien y tiene con su madre biológica «una relación muy bonita, nos vamos viendo y estamos en contacto». También cree que ha tenido mucha suerte, porque «he encontrado una familia que me tenía muy presente, y eso no siempre ocurre».