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Una empresa barcelonesa consigue un millón de euros para curar el cáncer con nanorobots

La Generalitat aporta 100.000 euros al proyecto de Nanobots Therapeutics

La empresa de tecnología profunda (deep tech) barcelonesa Nanobots Therapeutics ha logrado captar casi un millón de euros en el primer tramo de su ronda de inversión semilla para potenciar una plataforma tecnológica que permitirá el tratamiento de distintos tipos de cánceres a partir de la introducción de pequeños robots de manera local en el cuerpo del paciente.

Entre el dinero captado destaca, según ha informado la Conselleria de Empresa y Trabajo de la Generalitat de Cataluña, una aportación de 100.000 euros del gobierno catalán, a partir de la agenda para la competitividad de la empresa (Acció). La compañía, una spin-off de ICREA y el IBEC, es fruto de la investigación liderada por el profesor Samuel Sánchez, con un equipo formado por Marta Soler, Andrés G. Fernández, Daniel Oliver e Isaac Cabezas.

En una primera fase del proyecto, Nanobots Therapeutics se ha centrado en el cáncer de vejiga, «uno de los tumores más caros de tratar y que causa 45.000 muertes cada año en Europa», destaca Sánchez, cofundador de la compañía. Para los próximos meses, la empresa emergente quiere trabajar en «adaptar y escalar la plataforma tecnológica para otros tipos de cánceres y enfermedades», apunta Sánchez, y para perfeccionar «un nanomotor» que permite introducir a los nanorobots en el interior del paciente y conducirlos a las células cancerosas.

Sánchez explica que «la tecnología desarrollada tiene el objetivo de mejorar significativamente la eficacia y seguridad de los tratamientos médicos, ofreciendo soluciones innovadoras y pioneras en la administración de fármacos en células cancerosas». Destacando Sánchez que los primeros ensayos preclínicos en ratones «muestran una reducción de hasta el 90% en el volumen tumoral» con la técnica que propone Nanobots Therapeutics.

Los nanorrobots, desarrollados por el Institut de Bioenginyeria de Catalunya (IBEC) a lo largo de más de siete años, son unas esferas minúsculas de sílice, 1000 veces más finas que un pelo. «Son como pequeñas pelotitas que tienen motores alrededor y en el momento que tocan el combustible que está en la orina hay una reacción química y esa reacción hace que se empujen como si fueran pequeños torpedos. Lo que hacemos es poner millones de ellos cerca de la vejiga y que vayan a su bola. Llegan muy rápido, penetran y curan», explica Samuel Sánchez.

Se aplican pinchando e inyectando directamente en la vejiga. Una vez dentro nos tenemos que imaginar unos peces que se mueven de forma aparentemente caótica pero en realidad tienen un orden. “La ventaja de esta aplicación es que el residuo se expulsa con la orina y lo que se queda en el tumor, que es más del 95%, se lo carga", indica Sánchez.

La terapia hasta ahora sólo ha sido probada en ratones pero supone el punto de partida para tratamientos futuros. Su idea es que en un plazo de entre tres y cuatro años puedan entrar en fases de pruebas clínicas.