El presidente de ERC, Oriol Junqueras, en Waterloo

El presidente de ERC, Oriol Junqueras, en WaterlooJunts

Análisis político

ERC se cansa del tonteo entre Junts y el PSOE

Los de Junqueras pugnan por salir del ostracismo mientras Puigdemont acapara el protagonismo

La nueva dirección de Esquerra Republicana (ERC), encabezada como siempre por Oriol Junqueras, ve con inquietud como el foco político y mediático se centra exclusivamente en la relación entre el PSOE y Junts. Los republicanos se han visto condenados al ostracismo… y lo llevan mal.

La cúpula republicana ha ocupado el poder en Cataluña desde 2003, ya sea con la presidencia o formando parte del gobierno regional, exceptuando un breve periodo entre 2009 y 2015, y ahora sienten el vacío que provoca tener la agenda limpia. Mientras empresarios, sindicalistas, políticos, periodistas y lobistas, de toda índole y pelaje, hacen cola para hablar con Carles Puigdemont en Waterloo, nadie llama a Junqueras.

El presidente de ERC no es diputado, está inhabilitado y sólo parece disfrutar viajando a municipios del interior de Cataluña. En Madrid, la portavoz de Junts, Miriam Nogueras, le ha robado el protagonismo a Gabriel Rufián.

En ERC han hecho que Rufián renuncie a su concejalía en Santa Coloma de Gramanet para que pueda dedicarse en exclusiva a sus labores en la Carrera de San Jerónimo, pero por ahora los únicos momentos de protagonismo que ha logrado no han sido por poner en apuros a Sánchez, sino por criticar a Junts.

Atados de manos

ERC está más atado de manos que Junts, dado que apoyó las investiduras de Salvador Illa y de Jaume Collboni tanto en la Generalitat como en el Ayuntamiento de Barcelona, mientras que Junts ejerce de oposición en ambas instituciones, lo que permite a los de Puigdemont confrontar y protagonizar debates más vivos.

Los republicanos están en una posición incómoda, porque se ven obligados a apoyar a los socialistas sin las ventajas ni la visibilidad de estar en el gobierno, mientras que Junts puede hacer oposición en todas partes.

Carles Puigdemont y Oriol Junqueras, ayer en Waterloo

Carles Puigdemont y Oriol Junqueras, en WaterlooEFE

Collboni insiste, constantemente, en que quiere que ERC entre en su gobierno municipal, pero no son pocos en Esquerra los que ven las carantoñas del alcalde como el abrazo del oso. El sector crítico de ERC, que logró el 46 % de los votos en la elección de la nueva dirección, considera que ERC ha acabado siendo percibida como una fuerza subsidiaria del PSOE y que eso le resta fuerza electoral.

No todo el mundo en Esquerra piensa igual: Joan Tardà, antecesor de Rufián como portavoz de los independentistas de izquierdas en el Congreso, ha propuesta que los Comunes, la CUP y ERC se unan en una sola fuerza política. «No tiene sentido que Pisarello y yo estemos en partidos distintos» ha dicho Tardà.

La debilidad de ERC

La lectura desde muchos sectores de ERC es que Junts se está beneficiando de la debilidad creciente de las organizaciones cívicas separatistas, como la Asamblea Nacional Catalana (ANC), el Consell de la República, la Asociación Catalana de Municipios (ACM) u Òmnium Cultural, porque les permite centrar el mensaje en un Puigdemont que juega al mesianismo, con pocas declaraciones, y mucha red social, mientras ellos parecen ser arrastrados por la decadencia de las organizaciones que no hace tanto movían multitudes.

Junts ha conseguido la cuadratura del círculo: por un lado, demoniza a España, la trata de Estado promotor de atentados para evitar la independencia y tacha a los jueces de mafiosos, pero por otro es defensor de interés sectoriales y empresariales. En ERC se mueren de envidia y le han pedido al PSOE que deje de priorizar a Junts si no quieren que esa preferencia por los de Puigdemont tenga consecuencias en su relación.

Esta semana, Elisensda Alamany, secretaria general de ERC, intentó apuntarse como mérito propio el anuncio de que los Mossos controlarían las fronteras de puertos y aeropuertos en unos meses afirmando que «mientras unos gobernábamos otros hacían ruido» pero su proclama ha tenido nulo eco.

Junqueras espera que la reunión en Barcelona del Consejo de política fiscal y financiera que se celebrará en diez días sirva para recuperar terreno y que el PSOE empiece a dar a ERC la visibilidad y atenciones que viene prestándole a Junts.

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