Fuera de ruta
En el centro de Barcelona hay un agujero para abandonar bebés
Conocido como el «torno de los huérfanos», da testimonio de una de las realidades más tristes de la historia de la Ciudad Condal
Hoy en día es una Oficina de Atención Ciudadana del Ayuntamiento de Barcelona, pero el número 17 de la calle de las Ramelleres oculta una trágica historia. A primera vista, la fachada blanca de este edificio del Raval no parece tener nada especial, pero un detalle llama la atención: un agujero circular de madera, tapiado y sin función aparente. El por qué de este misterioso orificio hay que buscarlo en un capítulo triste de la historia de la Ciudad Condal.
Nos remontamos hasta el siglo XVI. En 1583, el consejo de Barcelona fundaba la Casa de la Misericordia, con el objetivo de atender a los vecinos que vivían en la miseria y la indigencia. El hospicio estaba atendido por religiosas, que se ocupaban de brindar ayuda material y consuelo espiritual a los más pobres. Una de las manifestaciones más tangibles de este impulso es el citado agujero de Ramelleres: por ese hueco se abandonaban los bebés no queridos para que las monjas los cuidasen.
Conocido como torn dels orfes, o «torno de los huérfanos», estaba formado por dos orificios circulares, que aún se pueden ver hoy. En el más grande se dejaba al bebé y en el más pequeño se depositaba algo de limosna para ayudar en los primeros cuidados. Tras abandonar a los niños no deseados, se giraba el torno para que entrasen al edificio y las monjas los acogían: la criatura empezaba una nueva vida, con un nuevo nombre –habitualmente, el santo del día que llegaba al convento– y un nuevo apellido, Expósito.
Evolución histórica
La Casa de la Misericordia vivió varios cambios a lo largo de su recorrido. Entre los siglos XVI y XVII se amplió, y en 1702 se erigió como Convento y Hospital de Nuestra Señora de la Misericordia. Posteriormente, se separó la atención a hombres y mujeres, y en el siglo XIX el convento entró en una fase de decadencia y varias partes del conjunto tuvieron que ser reedificadas, entre ellas la nueva capilla, diseñada Enric Fatjó i Torras.
Durante la década de 1970, el hospicio fue trasladado a la Maternitat de les Corts, y el conjunto pasó a albergar almacenes, aunque se mantuvieron el convento, una escuela y un centro de acogida de chicas procedentes de familias desestructuradas. En octubre de 2013, el ayuntamiento finalizó la restauración del torn dels orfes, junto con la instalación de una pequeña placa que identifica el torno como «pequeño paisaje de Barcelona».