Santa María del Mar

Barcelona

La llama que nunca se apaga en la Basílica de Santa María del Mar

La llama fue añadida al monumento años después de su creación

En medio del Borne hay una llama que, increíblemente, nunca se apaga. Se trata de la llama del Fossar de les Moreres, plaza, construida sobre el antiguo cementerio que previamente pertenecía la basílica de Santa María del Mar, y que tiene elementos que conmemoran a los caídos en el asedio de Barcelona de 1714.

El sitio de Barcelona fue una de las últimas actividades militares que ocurrieron de la Guerra de Sucesión Española. El conflicto se extendió entre el 25 de julio de 1713 y el 11 de septiembre de 1714 y se dice que todos los fallecidos durante este asedio eran enterrados en este lugar, que fue una fosa común. Sin embargo, como se mencionó antes, la plaza ya existía previa al asedio, y para ese entonces ya estaba vinculada a la muerte.

Origen

Se dice que en el siglo XII el párroco de la iglesia de Santa María del Mar quería tener un lugar cercano a la parroquia para enterrar a sus fieles. Así, fue que acudió a Bernat Marcús, un burgués barcelonés que donó un terreno que le pertenecía adyacente a la iglesia. Sin embargo, Marcúa le puso una condición al párroco: que le cedería el terreno, pero en un plazo de 15 días debía de enterrar a alguien allí, de lo contrario tomaría devuelta su solar, ya que era evidente que no era tan necesario como el párroco decía.

Los 15 días transcurrieron y no falleció ningún feligrés, por lo que el terreno seguía vacío. Viendo esto, Marcús se dirigió a la Iglesia para anular su donación. Sin embargo, ocurrió algo que no se esperaba. Al llegar al lugar, justo debajo de las moreras que rodeaban la plaza, sufrió un ataque al corazón fulminante, convirtiéndolo en el primer muerto del lugar.

Plaza de El Fossar de les Moreres

Se mantuvo como cementerio hasta que llegó la Guerra de Sucesión en el siglo XVIII. En este conflicto bélico el Principado de Cataluña tomó el lado de Carlos de Austria, que, con su aliado Inglaterra, luchaban por el trono de España en contra de las tropas borbónicas de Felipe V. En un momento del conflicto, Inglaterra se retiró, pero Cataluña decidió continuar y el principado solo le declaró la guerra a las tropas borbónicas.

Así fue como las tropas de Felipe V llegaron a Barcelona en 1713. Como se mencionó previamente, duró hasta 1714, concretamente 11 meses. El conflicto dejó muchos fallecidos alrededor de la ciudad, y todos estos acabaron en el Fossar de les Moreres, que se había habilitado como fosa común.

En el siglo XIX, por razones sanitarias, muchos cementerios de la ciudad fueron eliminados, sobre todo aquellos que estaban adyacentes a las iglesias. Así, nacieron muchas plazas conocidas de Barcelona: la plaza del Pi, la de Sant Josep Oriol, la de Sant Felip Neri, y la del Fossar de les Moreres.

La apariencia actual del lugar no existió sino hasta mucho más tarde, en 1989. El espacio fue remodelado, se derribaron unas cuantas casas y se construyó un monumento para conmemorar a los caídos del asedio. Este fue diseñado por la arquitecta Carme Fiol y se trata de un muro aplacado de granito rojo pulido, con pavimento de ladrillo cerámico y pebetero de acero pintado.

El monumento tiene una simbología que hace honor al asedio. El suelo rojo representa la sangre derramada y el murete incluye unos versos del poeta Serafí Pitarra, hechos en honor a los fallecidos. En el muro se lee: «Al fossar de les Moreres no s’hi enterra cap traïdor, fins perdent nostres banderes serà l’urna de l’honor» (En el Fossar de les Moreres no se entierra ningún traidor, hasta perdiendo nuestras banderas será la urna del honor.) Los versos, supuestamente hacen referencia a una historia en la que un ciudadano barcelonés se negó a enterrar a un familiar en la fosa común por pertenecer al bando borbónico. Sin embargo, algunos señalan, como el historiador Jordi Canal, que no hay evidencias que corroboren esta historia o los hechos narrados en el poema.

La llama que nunca se apaga

En el 2001 se añadió al monumento el pebetero. En este una llama quema sin fin sobre los versos de Pitarra. La idea fue del teniente de alcalde de ERC Jordi Portabella, y la obra fue llevada a cabo por el arquitecto Albert Viaplana y su hijo. Un símbolo que recuerdan esta parte de la historia en la que se perdieron muchas vidas.