Cultura
Ni las geishas eran prostitutas ni los samuráis descerebrados: Barcelona desmonta los mitos sobre Japón
Una exposición con más de 200 piezas en el Palau Martorell abre una ventana a la historia real del país nipón
«Japón es un mundo muy sutil, un mundo donde los sentidos cogen mucha relevancia y donde no puedes quedarte en lo superficial», advierte Ferran López Alagarda, presidente de la Federación Española de Anticuarios y comisario de la exposición Geisha/Samurái. Memorias de Japón. La muestra se inauguró recientemente en el Palau Martorell de Barcelona, y podrá visitarse hasta el 8 de septiembre, pasado el verano.
Con más de 200 piezas originales –entre xilografías, máscaras teatrales o armaduras completas–, la exposición busca recoger el testigo de una Barcelona que siempre ha sido una de las capitales europeas donde el japonismo ha tenido más fuerza. Así lo destaca el comisario, y añade que uno de los objetivos de la muestra es acercar la cultura nipona a la gente joven.
Entre otras cosas, para romper mitos. «Hollywood le ha hecho mucho daño al samurái», asegura López Alagarda. Frente al estereotipo que los presenta como guerreros salvajes y descerebrados, la exposición muestra cómo a partir del siglo XVII esta casta de hombres de armas tuvo que reinventarse, ya que el gobierno militar impuesto por el clan Tokugawa llevó a más de 250 años de paz en Japón.
«El samurái en aquel momento adopta un ADN especial: se convierte en una persona culta y dedicada a las artes», explica el experto en obras de arte. Geisha/samurái muestra en detalle cómo se da este cambio: desde la evolución de las armaduras y las espadas propias de una sociedad en pie de guerra hasta el detalle y la excelencia que alcanzaron las artes, sea sobre los escenarios del teatro Nô o en los sutiles trazos de una estampa sumi.
«Mariposas de la noche»
En esta ventana abierta al corazón del Japón de los siglos XVII, XVIII y XIX, destaca otra segunda columna vertebral, que da título a la muestra: las geishas, las «mariposas de la noche», como se las conocía en la época. Una de las seis secciones en que se divide la exposición está dedicada, precisamente, a abordar «la compleja situación de la mujer en este periodo de la historia», las eras Edo y Meiji.
«No es que las geishas vayan más allá de ser meras prostitutas, es que no era así… una geisha –explica López Alagarda– era una dama formada en las artes para alcanzar el más alto nivel de sofisticación». Así, estas mujeres eran artistas, bailarinas y músicos, entre otras disciplinas. «Todo encaminado al entretenimiento y bienestar de los hombres que las contrataban», añade el comisario, y detalla que, en caso de haber sexo entre ellos debía ser fuera de la casa.
Todo ello se muestra en la exposición a través de bellos grabados ukiyo-e, así como objetos femeninos de uso cotidiano, como pelucas, kimonos o espejos. También hay una sección dedicada al arte erótico, las shunga o «imágenes de la primavera»: aquí, de nuevo, «nunca se irá de cara con palabras como ‘sexo’ o ‘erotismo’, sino que se busca una sutileza, una exaltación de los órganos eróticos dentro de un contexto artístico», explica el comisario.