Eurocopa 2024
Fuego rojo, banderas y «¡Viva España!»: locura en el centro de Barcelona por el triunfo de la selección
Más de 4.000 personas se han congregado en plaza Cataluña para seguir la final de la Eurocopa
«¡Una locura!», exclama Marcos. España acaba de ganar la final de la Eurocopa y el joven ha estado siguiendo el partido desde la pantalla gigante instalada en plaza Cataluña, en el corazón de Barcelona. Ahora, sudoroso y rodeado de amigos, salta y bota: «¡Campeones!».
No ha sido, ni mucho menos, el único: desde que a media tarde empezasen a llegar los primeros aficionados, ataviados con banderas y camisetas a juego, toda la plaza se ha ido llenando de fans, deseosos de ver triunfar a la selección. La estampa impresionaba: no solo estaba lleno todo el espacio para transeúntes, sino también los bancos, las ramas de los árboles e incluso el techo de la parada del bus turístico.
En los pedestales de las estatuas que rodean la plaza Cataluña, aficionados mirando seriamente el partido se fundían con las figuras mitológicas como una continuación del bronce. Sobre las papeleras, en las fuentes… todo el mundo quería ver a España triunfar, tanto los vecinos de la ciudad como los muchos extranjeros presentes, muchos de ellos con la camiseta roja y maquillados con la rojigualda.
«El lugar está bien, pero faltan sillas y hay mucho guiri: así no puedo sentir bien a España», aseguraba Sami, una joven musulmana con velo y una camiseta de la selección. Junto a ella, Sara hace sonar una bocina mientras grita y sonríe: «¡Los dos euros mejor invertidos!». Son solo dos de los más de 4.000 aficionados que, según el Ayuntamiento, se han congregado en la capital.
Fiesta en las calles
Con el final del partido, un rugido ha poseído a la multitud. «¡Viva España!», y se han encendido bengalas, llenando el aire húmedo de la noche barcelonesa de columnas de humo rojo. «¡Yo soy español, español, español!», cantaban muchos turistas que, claramente, no lo eran, pero que esta noche se sentían como tales.
Alguien lanzaba al aire una botella de agua, otro agujereaba una lata de cerveza para rociar a los presentes en un bautizo eufórico. Unos cuantos se acercan a la fuente de Canaletes, lugar habitual de celebración de los títulos del Barça, y forman un corro, alegres.
Más allá, un hombre pone música máquina a todo volumen en un altavoz, y otro tira un petardo que provoca un círculo momentáneo entre la multitud. Tras el estallido, se cierra: vuelven los saltos, el sudor, los abrazos y el orgullo de ser españoles en pleno corazón de Barcelona.