Pablo Berruezo en su velero

Sociedad

Pablo Berruezo, el joven ingeniero catalán que se lanza a dar la vuelta al mundo en velero

«Es un sueño que tengo desde pequeño, y sentí que era ahora o nunca», confiesa

Con solo 28 años, Pablo Berruezo se prepara para vivir la aventura de su vida: una travesía alrededor del mundo en solitario a bordo de un velero. Este ingeniero naval catalán ha dedicado meses a preparar su barco y su mente para afrontar los desafíos que implica surcar los océanos durante más de un año. «Es un sueño que tengo desde pequeño, y sentí que era ahora o nunca», confiesa.

Un barco lleno de historia familiar

El velero con el que Pablo se embarcará no es un barco cualquiera. Tiene una fuerte conexión emocional con su familia. «Mis padres compraron el velero después de que mi madre superara un problema grave de salud. Fue su forma de celebrar la vida y de cumplir un sueño que había quedado pendiente», explica con una mezcla de orgullo y emoción.

Pablo, criado en una familia con tradición marinera —su abuelo también navegaba—, siempre había sentido el llamado del mar. Sin embargo, llevar a cabo esta travesía significó más que la simple cesión del velero; fue el resultado de un proceso de negociaciones con sus padres. «Estuvimos meses hablando sobre cómo preparar el barco y qué significaba todo esto para mí. Al final, confiaron en mí, y eso me llena de orgullo.»

Preparar un velero para cruzar océanos

Desde abril de 2024, Pablo ha dedicado todo su tiempo y esfuerzo a acondicionar el velero para una travesía tan exigente. «El objetivo es que el barco sea autosuficiente. He instalado paneles solares, un aerogenerador para aprovechar el viento, y una potabilizadora para convertir agua de mar en potable», detalla. «No es lo mismo navegar cerca de la costa que cruzar océanos», añade, consciente de los riesgos y las diferencias que supone una travesía de esta magnitud.

Pablo Berruezo, subido al mástil de su veleroCedida

Pero no todo es equipar el barco. Pablo también ha revisado a fondo todos los sistemas de seguridad: «He hecho el mantenimiento de todo. Me he asegurado de que las velas, el mástil y los sistemas críticos estén en perfecto estado. Cada detalle es importante cuando estás solo en medio del océano».

Además, sabe que enfrentará no solo desafíos técnicos, sino también físicos y mentales. «El cansancio es uno de mis mayores temores. Estar solo tantas horas navegando puede hacer que tome decisiones equivocadas», admite con franqueza. Aun así, asegura que ha estado preparándose lo mejor posible para minimizar los riesgos.

Tecnología y autosuficiencia en el mar

Desde abril de 2024, Pablo ha estado inmerso en la preparación de su velero para garantizar su autosuficiencia durante una travesía tan larga. «Lo más importante es que el barco pueda generar su propia energía», comenta. Para ello, ha instalado paneles solares y un aerogenerador que aprovechará el viento para generar electricidad.

Sin embargo, una de las piezas clave es la potabilizadora, un equipo que convierte agua de mar en potable. «Es esencial cuando vas a estar navegando durante semanas sin tocar tierra», añade.

La seguridad también ha sido un foco importante en los preparativos. Pablo ha revisado a fondo todos los sistemas del barco, desde el mástil hasta las velas, asegurándose de que todo esté en perfecto estado para enfrentar las inclemencias del océano. «No es lo mismo navegar cerca de la costa que atravesar océanos. Cualquier fallo puede ser crítico», explica con la seriedad que implica un proyecto de esta magnitud. También ha instalado sistemas de comunicación satelital para mantenerse en contacto con su familia y amigos en tierra firme.

Una travesía impulsada por un sueño de infancia

La idea de dar la vuelta al mundo ha estado en la mente de Pablo desde que era niño. «Siempre he soñado con navegar y conocer el mundo. Es algo que llevo dentro desde pequeño», dice. Su experiencia como tripulante en otros barcos le ha dado la confianza y las habilidades para lanzarse a esta aventura en solitario. «Trabajé durante un año y medio como tripulante en el Caribe, y eso me enseñó mucho, no solo sobre la navegación, sino sobre mí mismo. Es donde realmente aprendí a ser ‘manitas’ y a solucionar problemas sobre la marcha», recuerda con una sonrisa.

Para Pablo, esta travesía es más que un reto físico o logístico. Es una búsqueda personal. «Es un viaje que quiero hacer por mí mismo, para descubrir hasta dónde puedo llegar», confiesa. La travesía se ha convertido en una manera de retarse y de poner a prueba no solo sus habilidades como marinero, sino también su fortaleza mental.

El lado económico y el apoyo desde tierra firme

Un viaje de esta magnitud no solo requiere preparación técnica y mental, sino también un fuerte respaldo financiero. Sin embargo, Pablo ha financiado prácticamente todo con sus ahorros, acumulados desde 2018, cuando terminó su carrera en ingeniería naval. «El 99 % de los gastos han salido de mi bolsillo», afirma, aunque ahora cuenta con el apoyo de algunas empresas, como Tropicfeel o Velas JB y Bluetti, que lo han patrocinado recientemente. «Empecé publicando en redes sociales el 1 de junio con 400 seguidores y ahora ya tengo 30.000. Todo ha sido un crecimiento orgánico», comenta sorprendido.

Pablo Berruezo, subido al mástilCedida

A través de sus redes sociales, Pablo ha compartido los preparativos y desafíos de esta aventura, lo que ha generado gran interés en su travesía. «Mis amigos siempre me preguntaban qué hacía exactamente, y fue una de las razones por las que decidí compartir mi historia. Ahora entienden un poco más lo que hago», dice entre risas.

Un viaje lleno de incertidumbres

A pesar de la emoción, Pablo no oculta que tiene algunas dudas sobre lo que está por venir. «Lo que más miedo me da es que, cuando regrese, las personas que me despidieron ya no estén. Mis abuelos son mayores y no puedo evitar pensar en eso», confiesa con vulnerabilidad. Aun así, su familia y amigos le han brindado un apoyo incondicional. Incluso tienen previsto reunirse con él en el Caribe para pasar juntos las fiestas de Navidad, una motivación extra para seguir adelante.

La ruta y los próximos pasos

Pablo planea zarpar desde La Rápita, en el Delta del Ebro, a mediados de octubre. Su ruta está calculada con precisión para evitar las temporadas más peligrosas del año en las diferentes zonas que cruzará. «Es crucial planificar el viaje según las estaciones. Por ejemplo, debo cruzar el Atlántico entre noviembre y diciembre, que es cuando las condiciones son más favorables», explica. Las temporadas de huracanes son uno de los mayores riesgos para los navegantes, por lo que Pablo se ha asegurado de evitar zonas peligrosas durante los meses críticos.

Su primera parada será en Canarias para abastecerse antes de cruzar hacia Cabo Verde y luego el Caribe. «A partir de ahí, lo importante es avanzar lo más posible antes de que comience la temporada de huracanes en el Pacífico», explica. Para diciembre del 2025, su objetivo es estar en Sudáfrica, lo que le permitirá navegar por el Océano Índico en condiciones seguras. Tras cruzar Australia y el Pacífico, su ruta lo llevará de vuelta a Europa a través del Atlántico Sur.

Aunque el itinerario no está completamente cerrado, Pablo ha diseñado la travesía para hacer las mínimas paradas posibles y ganar millas rápidamente. «Quiero disfrutar del viaje, pero también necesito seguir avanzando. La financiación es limitada, y cuanto más tiempo pase en cada lugar, más aumentan los costes», explica con pragmatismo.

Un viaje transformador

A lo largo de su travesía, Pablo sabe que no solo se enfrentará a los desafíos del mar, sino también a un proceso de autodescubrimiento. «Espero volver siendo una persona más pausada, apreciando las pequeñas cosas», reflexiona. Después de todo, pasar más de un año y medio solo en el mar, con lo mínimo necesario, promete ser una experiencia transformadora.

Con su mirada puesta en el horizonte y los nervios a flor de piel, Pablo Berruezo está listo para zarpar, sabiendo que este viaje será, sin duda, uno de los hitos más importantes de su vida.