El CapbussamentFlickr

Sociedad

El renovado Port Olímpic de Barcelona redescubre una escultura histórica de los Juegos Olímpicos

El redescubrimiento de 'El Capbussament' devuelve a la ciudad una pieza clave de su legado olímpico

La reciente renovación del Port Olímpic de Barcelona, impulsada en parte por la celebración de la Copa América de vela, ha recuperado un rincón olvidado que alberga una de las esculturas más emblemáticas de los Juegos Olímpicos de 1992.

Se trata de El Capbussament, una obra del escultor canario Juan Enrique Bordes, que representa el momento en que un joven se zambulle en el agua. Esta escultura en bronce se erige sobre una base de piedra negra en el extremo del Dic de Recer, el rompeolas del Poblenou, que ha sido transformado en un nuevo balcón con vistas al Mediterráneo y al skyline de Barcelona.

El CapbussamentFlickr

La obra forma parte de un proyecto mayor que incluyó la instalación de ocho fuentes conmemorativas de los JJ. OO. en la ciudad, impulsado por José Antonio Acebillo, responsable de las obras olímpicas, y diseñado por los arquitectos Òscar Tusquets y Carlos Díaz.

Cada una de las fuentes fue concebida como una pieza única, representando a adolescentes practicando deportes olímpicos, y fue integrada en distintos puntos de la ciudad. Las esculturas, realizadas por Bordes, y los elementos arquitectónicos, diseñados por Tusquets, creaban un conjunto artístico que celebraba el espíritu olímpico.

Con el tiempo, muchas de estas fuentes fueron deterioradas por el vandalismo y la falta de mantenimiento, algunas incluso perdieron placas conmemorativas y esculturas que fueron robadas o dañadas. Sin embargo, El Capbussament ha logrado resistir el paso del tiempo y, gracias a la rehabilitación del Port Olímpic, ha recuperado parte de su esplendor original.

La renovación de esta zona, ahora libre de ocio nocturno, ha transformado el Dic de Recer en un espacio accesible y atractivo para los barceloneses, con vistas inigualables que abarcan desde el Hotel W hasta las Tres Chimeneas de Sant Adrià, y que también permite contemplar las Torres Arts y Mapfre y, en la distancia, la silueta del Tibidabo. Este proyecto no solo ha recuperado un espacio físico de la ciudad, sino que también ha sacado del olvido una pieza clave del legado olímpico de Barcelona.