Placa conmemorativa en la entrada de los Salesianos de MataróSalesianos

Memoria histórica

Los Salesianos de Mataró homenajean a los brigadistas que confiscaron el colegio durante la guerra

La puerta del centro luce desde hace unos días una placa en memoria de los soldados republicanos que instalaron un hospital de campaña en el centro

Desde hace unos días, en la puerta del colegio de los Salesianos en Mataró (Barcelona) luce una placa en la que se recuerda que el edificio se convirtió en un improvisado hospital de campaña de las Brigadas Internacionales durante la guerra civil española, entre 1938 y 1939.

El recordatorio se colocó con motivo de una intervención artística en la que varias entidades –según el portal salesianos.info, eran el Grupo de Recreación Histórica XV Brigada Mixta, Última Defensa del Puente, Recreación y Patrimonio Juntos y el Grupo de Estudios de Montaña Antigua– recrearon el ambiente y el día a día de aquel hospital de guerra.

El acto tuvo lugar el pasado domingo 13 de octubre, y se enmarca en las celebraciones impulsadas por el Ayuntamiento de Mataró con motivo del 86º aniversario de la retirada de las Brigadas Internacionales de la ciudad. Unas celebraciones que arrancaron el pasado día 3 y durarán hasta este domingo. La visita teatralizada al colegio también formaba parte de las Jornadas Europeas de Patrimonio 2024.

En la placa instalada en la puerta de Salesianos Mataró, con el logo del ayuntamiento, se puede leer: «En memoria de los pacientes y del personal médico, voluntarios antifascistas, en su labor y espíritu de sacrificio en salvar vidas». Así, el letrero de metal recuerda el momento en el que un grupo de milicianos entró en el colegio y lo confiscó para el ejército republicano.

Durante la guerra

Según se recoge en la web del propio colegio, durante la Segunda República los salesianos que atendían el centro «tuvieron que dejar la sotana y vestir de seglar». «Para prevenir posibles dificultades y la expulsión de la comunidad, se construyó en el bosque un edificio», conocido como «Casa Blanca», pero las clases no se suspendieron, e incluso pudieron celebrar «con solemnidad» las fiestas de la canonización del fundador de su congregación, san Juan Bosco, en 1934.

Un momento del acto de recreación históricaSalesianos

En cuanto empezó la guerra, en julio de 1936, «la política de tolerancia del municipio de Mataró preservó la comunidad salesiana: no hubo saqueos ni detenciones». Sin violencia, sin embargo, los soldados republicanos sí se apropiaron del colegio para convertirlo en un hospital militar, aunque permitieron a los salesianos y al personal de servicio quedarse para hacerse cargo del mantenimiento.

En la web del colegio se recoge cómo el colegio –al que cambiaron el nombre por Escuelas Joaquín Costa– se convirtió en una suerte de «oasis». El espejismo duró poco: un joven salesiano capturado intentando cruzar la frontera fue interrogado y apaleado hasta que reveló la existencia del refugio en Mataró. Los 14 religiosos que allí vivían fueron rápidamente detenidos y conducidos a prisión.

Mártires salesianos

Más allá del «oasis» que pudo suponer durante unos meses este lugar, lo cierto es que la comunidad salesiana en Cataluña sufrió importantes bajas durante la guerra civil. Sin ir más lejos, el primer director del colegio de la congregación en Mataró, el beato Josep Calasanz. Pasó once años dirigiendo la escuela, y en 1925 fue nombrado provincial de los salesianos de la provincia Tarraconense, que comprendía Cataluña, Aragón, Valencia y Baleares.

El 22 de julio de 1936, los salesianos estaban celebrando unos ejercicios espirituales dirigidos por el propio Calasanz. Los milicianos asaltaron la casa: tras dar la absolución a todos sus compañeros, Calasanz fue obligado a subir a un camión, con otros tres religiosos. Nunca llegó a su destino, fue asesinado en mitad del viaje.

Cabe señalar que en 1955, en la celebración de los 50 años del colegio, se inauguró allí una estatua de José de Calasanz, obra del escultor Joan Puigdollers, y que se encuentra en la capilla de don Bosco de la Casa Provincial Salesiana de Barcelona. En marzo de 2001, el mártir salesiano fue beatificado por el papa san Juan Pablo II junto a 31 compañeros de Barcelona y Valencia.