Los Mossos d'Esquadra, en el lugar donde mataron a CaballeroEFE / Enric Fontcuberta

Sucesos

Qué hay tras el asesinato a sangre fría en una cafetería de Barcelona: del tráfico de drogas al amigo asesino

La investigación policial deja al descubierto el historial del hombre asesinado hace diez días en Montgat

El pasado viernes 15 de noviembre, en la localidad costera de Montgat (Barcelona), fue asesinado con dos disparos en la nuca David Caballero Riera, conocido como Bubito. Muchos días, tras dejar a su hijo en el colegio Hamelin-Laie, se sentaba a desayunar en un bar cercano. Así lo hizo hace diez días: estaba terminándose el café cuando se le acercó un hombre por la espalda, y abrió fuego con una arma corta, con silenciador incorporado

Caballero ejercía de presidente y segundo entrenador en el Barceloneta Futsal Club Esportiu, un equipo de fútbol sala. Empezó a jugar en la década de los 90 del siglo pasado en diferentes equipos. Era un personaje conflictivo, que llegó a montar algún incidente en diferentes equipos.

Sin embargo, según la investigación policial en marcha, Bubito habría estado usando el Barceloneta como tapadera para blanquear dinero proveniente del narcotráfico, en el que se habría involucrado en su etapa como estibador en el Puerto de Barcelona, donde era una de las figuras más respetadas y con más ascendente.

A pesar de estar en larga excedencia desde hacía tiempo, pocas cosas de las que pasaban en la Barceloneta o en la zona de contenedores del puerto, por donde llegan las mercancías del otro lado del Atlántico, se le escapaban a él o a sus lugartenientes. La policía lo consideraba desde hace por lo menos una década uno de los principales capos de los bajos fondos de la zona portuaria.

El asesino de la Villa Olímpica

Caballero contaba con varios pisos en Dubái y conducía vehículos de alta gama. En los últimos días también ha trascendido su relación de amistad con Valentín Moreno Gómez, conocido como «el asesino de la Villa Olímpica», que fue asesinado de un modo similar el 19 de noviembre de 2021, en Sant Adrià del Besós (Barcelona).

Moreno jugaba en el club de fútbol de esta ciudad y, según fuentes cercanas a este, tenía aterrorizados a sus rivales y a los árbitros. Se ganó su apodo por haber matado a patadas a Carlos Javier Robledo en 2000. En el 2009 fue condenado por ataques racistas. En la jornada 9 de la temporada 2020 y 2021, según acta de la Federación Catalana de fútbol se le condenó a no poder jugar durante siete partidos. En el acta se explica que el motivo era por «coacciones al árbitro con intento de agresión desde la grada, e insultos y ofensas al árbitro, juez de línea, directivos o autoridades deportivas».

Era normal que fuera sancionado por su carácter agresivo. Sin embargo, tenía buen corazón y pagaba la ficha de aquellos chicos que no tenían dinero. Como a Bubito, una persona le disparó un tiro en la cabeza sangre fría. Moreno estuvo consciente unos minutos, aún pudo hablar con su hermano Israel y con un policía municipal de Sant Adrià a los que conocía desde pequeños. Valentín Moreno fue trasladado aún con vida hasta el hospital de Can Ruti, donde falleció horas después.

El porqué de aquella acción aún no se ha esclarecido. Una hipótesis con la que estuvo trabajando la policía era una deuda millonaria que presuntamente Moreno adquirió con un grupo de traficantes de drogas. También, según fuentes policiales, tenía muchos frentes abiertos. Se dedicaba a extorsionar traficantes, a torturarlos, incluso, realizaba robos a narcotraficantes.

En marzo de 2023 los Mossos d’Esquadra detuvieron a un hombre de nacionalidad española y en abril de 2024 a un colombiano por, presuntamente, participar en el homicidio de Moreno. Ambos, que pertenecen a una banda de narcos, planificaron el crimen, pero presuntamente contrataron a una persona en Colombia que vino expresamente a España a disparar a la víctima y después volver a su país.

Noviembre, mes de crímenes

Parece como si el mes de noviembre tenga una importancia especial para los asesinatos. El 30 de noviembre de 2021, en Cerdanyola del Valles, en la calle de Serra de Galliners, también mataron a Óscar Pérez. Unos desconocidos le habían pinchado las cuatro ruedas del coche. Avisó a su mujer y fue hacia el instituto a dejar al hijo.

De vuelta, caminando, cuando estaba en una esquina de su casa, un desconocido lo asaltó por la espalda y le disparó cuatro tiros, dejándolo medio muerto en el suelo. Era mecánico y, según sus vecinos, una persona normal. Tenía un negocio de compraventa y puesta a punto de automóviles, la mayoría de alta gama, a escala internacional. No se conocía que estuviera vinculado con el narcotráfico.