
José Maria Porcioles
Historia
El alcalde de la Operación Cataluña
Notario de profesión y nacido en el mismo pueblo que Carles Puigdemont, tuvo en sus manos el crecimiento de una ciudad
El que fuera alcalde de Barcelona, José María de Porcioles Colomer, nació a escasos metros de la pastelería de la familia de Carles Puigdemont. Se le conoce por Mercabarna, el Museo Picasso, la Fundación Joan Miró, el Parque Cervantes, las casas de la Mina, la aluminosis de la Trinitat Nova, las remontadas del Eixample o dar permiso para derribar Casa Trinxet, pero también por la Operación Cataluña.
Nació en Amer el 15 e julio de 1904. Estudió Derecho y, como su padre y su abuelo opositó para notario. En 1932 marchó a Balaguer para tomar posesión de la notaría. Fue dirigente de la Lliga Regionalista. Al estallar la guerra civil estuvo encerrado en la cárcel Modelo de Barcelona. Consiguió que lo liberaran y huyó a Francia. El tartamudeo que padecía fue un rasgo significativo de su personalidad. Al finalizar la guerra civil apoyó manifestaciones de folclore y cultura popular catalana, como las sardanas o los Tres Tombs. Lo nombraron director general de los Registros y del Notariado del Ministerio de Justicia, notario en Barcelona y procurador en Cortes.
Franco lo nombró alcalde de Barcelona el 15 de marzo de 1957. Su elección no fue por azar. Con el cambio iniciado por el régimen, con la incorporación de toda una serie de políticos y empresarios catalanes, como Eduardo Aunós, Mariano Calviño de Sabucedo, Laureano López Rodó, José María Marcet, Miguel Mateu, Juan Antonio Samaranch, Santiago Udina Martorell, o Ferran Valls Taberner, a la política española, el franquismo intentaba romper el recelo contra la nueva política económica ideada por los tecnócratas del Opus Dei, y ganar credibilidad en el extranjero, presentando que el régimen se abría a una nueva época. Cataluña era el lugar ideal. Por eso Porcioles fue elegido alcalde. Todo este movimiento político y social se conoce como Operación Cataluña.
Ejerció de catalán dentro del franquismo. Siendo presidente de la Diputación de Lérida, entre 1940 a 1943, consiguió la devolución a la ciudad de la catedral que hasta ese momento y desde la época de Felipe V, era un cuartel del ejército. También fundó el Instituto de Estudios Ilerdenses, para promocionar la cultura de aquellas tierras. Ya como alcalde de Barcelona aprobó la Carta de Barcelona, uno de sus mayores éxitos. Esta aportó la exigencia de planificación, el establecimiento de juntas de distritos, la simplificación de las obras municipales, la autorización para ampliar impuestos, y representó el inicio de la descentralización industrial de Barcelona y de un crecimiento amplio y desordenado. En definitiva, le permitió gobernar prescindiendo de la estructura del régimen. Además puso en marcha el sistema de abastecimiento de aguas procedentes del Ter; devolvió a la ciudad la montaña y castillo de Montjuic; potenció ferias y congresos; y que se invirtiera en la ampliación del Metro.Una de las acciones que deben destacarse, junto con la Carta de Barcelona, es la Ley 40/1960, de 21 de julio, sobre Compilación del Derecho Civil Espacial de Cataluña. Esta daba plena legitimidad al derecho catalán propio. Con ella se devolvía la legitimidad a la serie de normas civiles modernas que fueron suprimidas en 1714. Era, simbólicamente, el retorno de la libertad civil de las personas. Una apertura del régimen. La Compilación articula la familia, el régimen económico conyugal, las adopciones, la dote, la tenuta, circunstancias particulares en el momento del matrimonio como aixovar, cabalatge, escreix, o tantundem; los heredamientos y las sucesiones; la legítima; la cuenta marital; los fidecomisos; los legados; o los albaceas. En definitiva, compilaba un derecho civil que había estado en vigor en Cataluña y con la aprobación de esta ley volvía a estar en vigor.
Con la Carta de Barcelona creó la figura del delegado de área y un gabinete de programación, que elaboraba proyectos a medio y largo plazo. Esto dio personalidad y agilizó el Consistorio. Durante la Transición desparecieron estas figuras. Pasqual Maragall, cuando llegó a la alcaldía, los recuperó, pero cambiando el nombre por gerente y comisionado.
Un de las primeras decisiones que tomó al llegar a la alcaldía, fue cubrir la calle Aragón. La parte central estaba abierta porque pasaba el tren. Con su cubrimiento se consiguió una nueva arteria de circulación. Otra fue la Meridiana, pero esta no es obra de Porcioles, sino gracias a la inversión del ministerio. Paralelamente nombró Delegado de Obras Públicas y Urbanismo a Guillermo Bueno Hencke, presidente del Banco Condal, que financió las grandes obras que se hicieron en Barcelona. Alargó la Gran Vía hasta el Besós y toda aquella zona, hasta el mar, pasó a ser edificable. Con lo cual se planificó el polígono Sud-Oeste y la Mina.
Debido a una falta de viviendas se permitió sobre todo en el Eixample, que se construyeran áticos y sobreáticos en edificios ya construidos. Dio permiso para derribar la Casa Trinxet, en la calle Córcega 268, del arquitecto Josep Puig i Cadafalch y pinturas murales de Joaquín Mir Trinxet. La casa se derribó en 1967 para que la constructora Núñez y Navarro levantara un edificio.
A pesar de ostracismo hacia su persona, a nivel político era respetado. Jordi Pujol le pidió consejo jurídico sobre un proyecto para un futuro Estatuto de Autonomía. Josep Tarradellas le solicitó un informe, en el cual concluía que, con la legislación de aquel momento, ya era posible un traspaso de las competencias de las cuatro diputaciones catalanas a la Generalidad. Pasqual Maragall comentó que «con la perspectiva actual, podemos decir que Porcioles puso las bases de la Barcelona futura y le inyectó una dosis de ambición y afán de modernidad que hoy todavía se mantiene». La idea de organizar unas olimpiadas en Barcelona es de Porcioles, Samaranch y Maragall ejecutaron ese sueño.
Su legado ha quedado eclipsado. Barcelona no le ha dedicado ninguna calle. Se retiró a Can Rafart, en Vilassar de Dalt, adquirida mediante un vitalicio que le otorgó la última propietaria de la familia Bruguera. Allí falleció el 3 de septiembre de 1993. Su fondo documental personal se conserva en el Archivo Nacional de Cataluña.