Leyendas
El milagro de las moscas venenosas que salvó a Gerona de un asedio… tres veces
Cuenta la leyenda que la capital gerundense se libró de hasta dos ejércitos atacantes gracias a la intercesión de san Narciso y su enjambre milagroso
Dando un paseo por el casco viejo de Gerona, es fácil llegar a un pequeño callejón de nombre curioso: la Calle de las Moscas. Para descubrir el por qué de su origen hay que remontarse varios siglos, hasta la Edad Media, momento en el que la ciudad fue testigo de un milagro de lo más original, protagonizado nada más y nada menos que por el cuerpo incorrupto de un santo mártir y un enjambre de moscas venenosas.
En concreto, estamos en el año 1285. Gerona sufría el asedio de las tropas francesas del rey Felipe III, y la cosa no pintaba bien para los catalanes. Todo cambió, no obstante, cuando los soldados franceses pretendieron profanar la tumba de san Narciso, un obispo de la Gerunda romana martirizado en el siglo IV. Cuentan que algunas de las tropas agarraron el cadáver incorrupto del santo, rompiéndole un brazo en el proceso.
Según otras versiones de la leyenda, el cuerpo fue arrojado a un estercolero, recogido por un humilde carpintero y guardado en una caja de madera. Sea como fuere, el resultado es el mismo: del brazo roto o de la caja de madera brotó un enjambre de moscas de gran tamaño y de todos los colores, que empezaron a picar tanto a los soldados franceses como a sus monturas. Todos caían fulminados al instante de ser mordidos por los insectos, y el pavor cundió entre el ejército invasor, que se dispersó al instante, dejando libre la ciudad.
«Generalísimo de mar y tierra»
Los gerundenses no volvieron a ver el milagroso enjambre hasta 1653, cuando un nuevo ejército francés volvió a asediar Gerona, a las órdenes del general Plessis–Bellière y el mariscal de Hocquincourt, según recoge el boletín lingüístico de la Diputación de Gerona. De nuevo, del cuerpo del santo patrón de Gerona emergieron las moscas, matando a más de dos mil caballos.
Por tercera vez se vio a las moscas en 1684, en una situación calcada a las anteriores: ejército francés, asedio a la ciudad y moscas que picaban soldados y caballos. Con este currículum, no es de extrañar que, durante la Guerra del Francés, entre 1808 y 1814, los gerundenses nombrasen a san Narciso como «Generalísimo de mar y tierra», según recoge el portal Pedres de Girona.
En la actualidad, las moscas se han convertido en un símbolo clave de Gerona. En la calle citada al inicio las encontramos esculpidas en piedra: decoran la Petjada de sant Narcís, una escultura de mármol de 2015 que conmemora al santo, y también la fachada de la casa de la Calle de las Moscas donde, según la tradición, residió el santo obispo en su día.