De quinquis a magnates: cómo dos hermanos construyeron un imperio en la frontera de La Junquera
Tras un crecimiento discreto, pero imparable, los Escudero han convertido un pequeño supermercado en un gigante comercial que mueve millones cada año, estratégicamente ubicado en la frontera entre España y Francia
El ascenso de los hermanos Abel y Antonio Escudero es una historia de emprendimiento sorprendente. Todo comenzó en los años setenta, cuando Abel, guardia civil de Salobre (Castilla-La Mancha), fue destinado a la frontera de La Jonquera, y su hermano Antonio, que había trabajado como camarero y en la aduana, se unió poco después.
Con los ahorros familiares, abrieron un modesto supermercado de 150 metros en 1984. Sin embargo, la desaparición de las fronteras físicas con el Tratado de Schengen en 1995 no frenó su éxito, sino que los impulsó a crecer aún más.
Hoy en día, la familia Escudero controla un verdadero imperio comercial: tres supermercados, restaurantes, hoteles, una parafarmacia y una finca de viñedos, entre otros negocios. Pero la joya de la corona es el Gran Jonquera, un centro comercial que ha duplicado su tamaño en una década y que atrae a millones de visitantes, principalmente franceses.
Su expansión no ha pasado desapercibida. Mientras Figueres y El Pertús temen perder a su clientela francesa, los Escudero continúan haciendo negocio con concesiones millonarias, como las expendedurías de tabaco, por las que han pagado sumas astronómicas. Aun así, Antonio Escudero resume su éxito con una fórmula sencilla: trabajo duro, pensamiento estratégico y un poco de suerte.
Con su creciente influencia, la familia ha logrado reunir a personalidades destacadas, como el presidente del Barça, Joan Laporta, y figuras políticas, como, en sus eventos. A pesar de su creciente popularidad, su éxito sigue siendo discreto a nivel nacional, convirtiéndolos en un imperio que pasa desapercibido para muchos, pero que controla gran parte del comercio en la frontera.