Entrevista
La joven que impulsa en Tarragona los 40 días rezando frente a los abortorios: «Dios nos necesita ahí»
La capital tarraconense se suma a la próxima campaña de 40 Días por la Vida, la principal iniciativa cristiana de oración a nivel global
La campaña 40 Días por la Vida está presente en 681 ciudades de 65 países del mundo, y en su próxima edición contarán con una más: Tarragona. La joven estudiante y violinista Valerie García, de 21 años, es la responsable de impulsar en su ciudad natal esta iniciativa provida de oración frente a los abortorios, que arrancó en 2007 y ha conseguido rescatar a más de 24.800 bebés, según las cifras de la organización.
Cada año, 40 Días por la Vida organiza dos campañas: una por Cuaresma y una a principio de curso, que empezará el próximo 25 de septiembre y se extenderá hasta el 3 de noviembre. Tarragona es la segunda ciudad catalana que acoge la iniciativa, después de Barcelona. «Son 40 días seguidos de oración pacífica y ayuno delante del abortorio: rezamos porque creemos que es lo más efectivo para salvar vidas», asegura García en conversación con El Debate.
–Empecemos por algo que le habrán preguntado mil veces: ¿por qué rezar frente a los centros donde se practican abortos y no en una iglesia, o en su casa?
–Dios nos escucha independientemente del lugar, está claro, pero rezamos frente a los abortorios porque Él nos lo pide, porque las mujeres que van a abortar nos necesitan allí. En otros países es diferente, pero en España la mayoría de mujeres que abortan –y así lo reflejan las estadísticas– no lo hacen por un tema económico, porque hay ayudas, sino por la presión social, por sus amigas, sus familiares o sus novios.
Llegan a un punto de desesperación, nadie las apoya y deciden abortar. Nosotros rezamos frente a los abortorios como una fuente de misericordia en los últimos segundos, para que ella pueda vernos y darse cuenta de que hay alguien a quien sí le importan tanto ella como su bebé.
–Les han acusado de ir contra los derechos de las mujeres.
–Habrá otros que sí lo hagan, tristemente, pero todo voluntario que se apunte a 40 Días por la Vida ha de comprometerse a ser ejemplo de Cristo, y a mirar con amor, compasión y misericordia tanto a los doctores abortistas y las enfermeras como a las mujeres y a los novios o amigas que las acompañan. No miramos mal, no gritamos ni giramos la cara: vamos ahí porque Dios necesita que estemos allí por ellas. Además, Él nos lo demuestra mostrándonos los frutos que tiene la oración.
–Explíqueme alguno de estos frutos.
–Recuerdo, por ejemplo, una vez que estaba en un congreso provida en Inglaterra. Allí una mujer me dijo, mirándome a los ojos, que llevaba 20 años preguntándose por qué el día que ella fue a abortar, presionada por su novio, no había nadie rezando al otro lado de la calle. «Si hubiera habido una sola persona –me decía– yo ahora no sería madre de un hijo muerto, sino que lo tendría a mi lado». Eso me partió el alma. Pero también he visto la otra cara de la moneda.
–¿Cuál?
–Recuerdo el caso de una mujer que pasó por una calle donde había voluntarios de 40 Días por la Vida rezando. Y un año después se acercó a otro de los turnos con un bebé en brazos para decirles que aquel niño estaba vivo gracias a ellos. “Estaba decidida a abortar, pero se me quedó en bucle ver que realmente os importaba la vida de mi bebé y decidí no hacerlo". Dios también actúa de esta manera.
–Habla de «abortorios» y no de «clínicas». ¿Hace falta dejarse de eufemismos al tratar estos temas?
–Exactamente. ¡Llaman «planificación familiar» a ayudarte a matar a tus hijos! Mira, el abortorio más grande de Colombia se llama «ProFamilia» y el logo del abortorio de Tarragona también es una familia. La mayoría de estos centros, si pasas por la calle, no te enteras de lo que son, se camuflan. El local de Tarragona es un bajo, ¡si los vecinos supieran que están viviendo encima de un cementerio de niños inocentes…!
–¿Cuántos abortorios hay en Tarragona?
–Privados, hay uno, que es al que vamos: la Clínica Eira, en el corazón de Tarragona, junto al Parc Central. Pero también se hacen abortos en muchos hospitales: en el Santa Tecla, en el Sant Joan XXIII...
–¿Se han puesto en contacto con el Ayuntamiento para la campaña?
–No hay necesidad, porque lo que hacemos es plenamente legal. No tengo ni idea de si ellos lo saben o no, pero no me importa, porque lo vamos a hacer igual. Es legal y pacífico.
–Hace unos días, la Conselleria de Igualdad y Feminismos celebraba como «logro» haber garantizado el acceso al aborto quirúrgico en toda Cataluña. ¿Notan esta presión ambiental?
–Cada vez hay más persecución contra la fe católica, pero lo veo como un regalazo: es el tiempo perfecto para ser santos. Me parece un regalazo que nos pongan las cosas difíciles, porque hay más oportunidades para confiar totalmente en Dios.
–¿Cómo ha sido la acogida de 40 Días por la Vida en Tarragona?
–Llevamos más de un año yendo cada martes a rezar frente a la Eira, porque es el día que hacen los abortos, y en este tiempo hemos creado un grupo de unos 72 voluntarios activos. Algunas parroquias nos han acogido muy bien y otras nos han dicho que «ya tienen muchos grupos»... pero es que esto no es un movimiento más, ¡están matando niños! Por eso yo creo que no es una vocación específica, sino para todos: si sabes rezar, apúntate y ven una horita.
–¿Cuántos voluntarios harían falta para llenar todas las franjas horarias de la campaña?
–A ver, son 40 días y 12 horas diarias. Si pidiera un deseo, lo ideal sería que hubiera un mínimo de dos personas por turno... ¡960 personas! Es demasiada gente (ríe). Pero la idea tampoco es que los voluntarios que ya estamos nos quememos. Mira, Dios dijo que este era el tiempo en que quiere que se haga, así que nosotros haremos lo humanamente posible y saldrá como Él quiera.
–Explíqueme esto. ¿Cómo supo que este era el momento para empezar 40 Días por la Vida en Tarragona?
–Te lo explico, pero fue una experiencia espiritual. Yo llevaba unos días muy inquieta, porque la coordinadora nacional de 40 Días por la Vida me había preguntado si íbamos a inscribir esta vez la campaña de Tarragona. Yo ya le había dicho que no dos veces antes, y esta vez humanamente tampoco lo veía claro. Entonces, coincidí en misa con una de las voluntarias de aquí, que me dijo que se iba a Medjugorje al día siguiente.
–Al santuario mariano de Medjugorje, en Bosnia.
–Exacto. Yo me convertí ahí, tuve una experiencia muy fuerte. Así que rápidamente escribí en una hoja un texto para la Virgen, pidiéndole una señal para resolver mi dilema. Le pedí a esta voluntaria que lo llevara, pero me dijo que no iba a poder subir hasta el monte de las apariciones, porque estaba mal de salud. Primer milagro: pudo subir, ¡hasta cinco veces! Enterró el papel allí, pero días después yo estaba en casa, reprochándole al Señor no haber tenido la señal.
Fui a un pequeño altar que tenemos, y le dije: «Venga, dime, ¿sí o no?». Y ¡buah! Escuché una voz interior que me decía: «El que está esperando tu ‘sí’ soy yo». Se me erizó toda la piel y empecé a llorar. Lo primero que hice fue ir al ordenador y hacer la inscripción de la campaña. Será lo que Dios quiera.