La lluvia y el frío han enfriado esta noche la Cremà de las Fallas de Valencia, la tradición de quemar el arte satírico y de fantasía de unas fiestas que este año volvían con ilusión y esperanza a una relativa normalidad tras la pandemia pero que han quedado condicionadas y afectadas por la borrasca Celia.

Y han sido precisamente dos fallas dedicadas a las consecuencias del cambio climático, a las advertencias del calentamiento global y la necesidad de avanzar hacia un desarrollo sostenible, la municipal de la plaza del Ayuntamiento y la cercana de Convento Jerusalén, las que han concitado más atención a la hora de someterse al ritual del fuego purificador que anuncia la llegada de la primavera.