El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el de la Comunidad Valenciana, Ximo Puig, juntos en un mitin del PSPV-PSOEEP

Comunidad Valenciana  Puig intenta ganar puntos con Sánchez y calla ante la reforma del delito de malversación

En los últimos tiempos, Puig ha intentado respaldar las posturas de Sánchez sin fisuras, al estilo del novio desesperado que regala ramos de flores por doquier y canta rancheras a los pies de la casa de su novia

La relación entre el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el de la Generalitat Valenciana, Ximo Puig, va camino de convertirse en un culebrón. Pero no por el jefe del Ejecutivo, impertérrito donde los haya, sino por el barón territorial, moldeable en sus postulados como pocos se han visto.

Puig sabe a la perfección que, lejos de gozar de la confianza de su jefe de filas, este le concibe como un traidor al partido y, por ende, a su Ejecutivo y su persona. El hecho de que el valenciano se saliera del tiesto y abogara por una bajada de impuestos alineándose –en parte- con Juanma Moreno e Isabel Díaz Ayuso quedó en Ferraz y La Moncloa como una cicatriz.

Desde esa «salida de pata de banco» que calificaron dirigentes socialistas, Puig ha intentado jugar un doble papel, intentando equilibrar las reivindicaciones valencianas con su peso en Madrid.

Sin embargo, Sánchez no pasa ni una y Puig ya lo sabe. El caso de que este sábado haga un gran mitin en la capital levantina no obedece tanto a sus ganas de que su barón territorial revalide el poder.

Nada más lejos, sino que a Sánchez no se le escapa que sin los escaños de la Comunidad Valenciana tiene muy difícil seguir durmiendo en la sede de la Presidencia del Gobierno.

La última bala de Puig con Sánchez

Quizás por ello, en los últimos tiempos, Puig ha intentado respaldar las posturas de Sánchez sin fisuras, al estilo del novio desesperado que regala ramos de flores por doquier y canta rancheras a los pies de la casa de su novia, consciente de que es su última oportunidad de reconquistarla.

Sabedor de que no le quedan más balas, Puig las ha jugado doble. Por una parte, ha organizado una cumbre bilateral con su homóloga balear –una de las pocas fieles al sanchismo-, Francina Armengol.

En ese evento, más allá de fomentar el germen de los 'Países Catalanes' en ambas regiones, los dos presidentes han unido fuerzas de cara a respaldar la reforma del delito de malversación y la derogación del de sedición por parte del Gobierno de Pedro Sánchez.

Tanto Baleares como la Comunidad Valenciana están acosadas por las ansias anexionistas del independentismo catalán. Es más, tanto una como la otra administración se vuelcan activamente para subvencionar sus actividades.

A mayor abundamiento, estas dos comunidades autónomas han estado –y lo siguen estando- en el disparadero de la Justicia en lo que casos de corrupción se refiere. Y lo son de todo tipo e ideología.

Por eso mismo, llama la atención que esos mismos mandatarios que accedieron al poder valiéndose del trampolín –no siempre sincero- de la corrupción, vayan ahora a ceder ante su líder.

El propio fiscal Anticorrupción, Alejandro Luzón, ha dejado intuir que la reforma que prevé el Gobierno podría beneficiar a los ya condenados por malversación.

En cambio, Puig ha decidido dar su enésima vuelta de tuerca. Si en impuestos estaba más cerca del PP y en el tema de agua en tierra de nadie, ahora ha decidido apoyar a Sánchez.

Por eso, ha asumido los términos del argumentario monclovita según el cual la iniciativa del Gobierno lo que persigue es evitar «la vía muerta de la confrontación absoluta» y aboga por defender la búsqueda del «diálogo» que, en opinión de Puig, lo encarna Sánchez.

Sin hacer caso a las advertencias de juristas y de compañeros como su homólogo castellano-manchego, Emiliano García Page, el presidente de la Generalitat Valenciana ha llamado a «superar fracturas»

Asimismo, y siguiendo las directrices del Gobierno, justifica su postura en que Cataluña, en estos momentos, «está mucho mejor», por lo que cree que se debe avanzar hacia una España «más plural, fuerte y federal».

Eso sí, al respecto, los presidentes apostillan que eso debe ser «desde el sentimiento de una amplia mayoría», sin aludir en ningún momento a los primeros artículos de la Constitución Española.

Este sábado en Valencia, Pedro Sánchez presenta a sus candidatos para todas las capitales de provincia y para los municipios de más de 50.000 habitantes. Ahora que no hay restricciones, habrá que ver las caras y los abrazos de muchos de los socialistas.