Sánchez y PuigEFE

Comunidad Valenciana  El cálculo electoral lleva la relación de Puig y Sánchez a un punto crítico

El recorte en el trasvase Tajo-Segura ha roto de manera definitiva la buena sintonía entre ambos mandatarios a unos meses de las elecciones

En 2019, el presidente de la Comunidad Valenciana, Ximo Puig, decidió adelantar las elecciones autonómicas. Estaban previstas tan solo para un mes después, en mayo, coincidiendo con las municipales. Sin embargo, el cálculo electoral fue más potente que el hecho de ser práctico y ahorrar dinero a los valencianos.

La razón, no principal sino única, fue que Puig sabía del tirón electoral que por aquél entonces el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, manejaba. De este modo, los comicios valencianos se celebraron el 28 de abril, a la par que los generales y el socialista tuvo lo que perseguía: mimetizarse con su jefe de filas.

En esos años todo era de color de rosas entre Sánchez y Puig. Era una relación mutuamente beneficiosa. Por un aparte, el barón socialista tenía un apoyo en el Palacio de la Moncloa que le permitía tener interlocución directa con Madrid. Por otra, el jefe del Ejecutivo contaba con un barón territorial que, ni siquiera de manera tenue, le planteaba la más mínima reivindicación para su tierra. Qué mejor panorama.

No obstante, tras las vacaciones de verano, esa idílica situación dio un vuelco más que significativo. Con tal de hacer frente al difícil contexto económico agravado por la guerra de Rusia en Ucrania, presidentes regionales como Isabel Díaz Ayuso o Juanma Moreno decidieron seguir apostando por la bajada de impuestos.

Cabreo descomunal de Sánchez

En un primer momento, Puig siguió las consignas dictadas desde la Moncloa y Ferraz, que se reducían a criticar y denostar esas recetas liberales. Incluso, llegó a pedir públicamente que a las comunidades que aliviaran la presión fiscal se les castigara en la financiación.

En cambio, parece que algún asesor demoscópico le dio un toque de atención al valenciano y, tan solo unos días después de pronunciar esas afirmaciones, Puig anunció una rebaja del IRPF a las rentas de hasta 60.000 euros anuales, el aumento de las deducciones y otros beneficios.

Este hecho cogió con el pie cambiado a Sánchez, cuyo cabreo con su barón fue descomunal. Tras unos meses de calma tensa entre ambos socialistas en los que Puig intentaba 'reconquistar' al presidente del Gobierno, la relación ha entrado en un punto crítico.

Lo ha hecho a cuenta de la decisión del Ejecutivo central de asestar un golpe casi definitivo al trasvase Tajo-Segura y, por consiguiente, terminar de asfixiar a los agricultores del Levante.

Si bien en otoño Puig llevó a cabo una estrategia de perfil bajo, intentando no molestar más de la cuenta al líder de los socialistas, el espíritu navideño embaucó al valenciano de tal manera que, a cuatro meses vista de unas nuevas elecciones autonómicas, ha emprendido una guerra sin cuartel contra Sánchez.

Pedro Sánchez y Ximo PuigRober Solsona

No obstante, la reconversión de Puig no se la cree el senador del Partido Popular por Valencia Fernando de Rosa: «Está siendo crítico solo en la forma, con algún aspaviento y alguna queja muy tenue. Realmente, desde el primer momento ha sido uno de los únicos barones socialistas que ha estado de acuerdo con la reforma de la sedición y la modificación de la malversación», asegura.

En opinión del popular, el viraje del presidente regional únicamente obedece al «miedo escénico que tiene a perder las elecciones» e indica que esa «máscara de moderación que ha adoptado ya no vale». «Sus propios hechos le delatan. Sabe que tiene una imagen absolutamente quemada. Sus cientos de asesores y decenas de colaboradores que tiene le dirán que va a perder las elecciones y no va a poder conformar gobierno. Tenía que cambiar inmediatamente de hoja de ruta», apunta De Rosa.

Según explica el senador, el plan a seguir por Puig se sustenta en que los valencianos olviden «todo lo que ha hecho, no ha hecho y lo que ha contribuido a que el sanchismo se asiente en la Comunidad Valenciana». Para el representante del PP, esto es equivalente a «considerar que los valencianos no tenemos memoria», puesto que el presidente autonómico ha sido «el vasallo más leal a Pedro Sánchez».

Para sustentar su postura, De Rosa señala que Puig estuvo de acuerdo con que las reformas del Código Penal eran «para pacificar Cataluña». Asimismo, critica que haya estado «callado» respecto a la ley del 'solo sí es sí', que siga financiando a entidades catalanistas o que no haya provocado avances en el cambio del modelo de financiación autonómica.

«Que ahora haga gestos por miedo a la pérdida de votos no vale. Ha de tomar una postura desde el primer momento. Que diga si sus diputados y senadores que votaron a favor de la ley del 'solo sí es sí' van a pedir perdón. O cuando empiecen a salir de la cárcel los corruptos, cuando se okupen las viviendas ilegalmente o cuando vuelva Puigdemont... ¿Qué va a decir?», se pregunta indignado.

Por su parte, la portavoz de Vox en las Cortes Valencianas, Ana Vega, califica a Puig como un presidente «agotado y amortizado», al mismo tiempo que afirma que el propio socialista «lo sabe». A mayor abundamiento, no ciñe ese panorama a la Comunidad, sino que lo extiende hasta «el propio PSOE».

Al igual que De Rosa, Vega cree que la tensión del socialista con Pedro Sánchez es «puro teatro» y, en su opinión, muestra de ello es que al presidente regional no se le ha visto «aparecer en ninguna manifestación, reivindicando la necesidad del trasvase Tajo-Segura ni en la provincia de Alicante ni en Madrid».

En esta línea, la parlamentaria de Vox reprocha a Puig que «para no acudir» a la manifestación de los regantes alicantinos, «huyera a Frankfurt», donde asistió a una feria del sector textil. «Eso demuestra que no es el presidente de todos los valencianos ni el que la Comunidad Valenciana necesita», concluye Vega.