Imagen panorámica de una de las mascletàs de las Fallas de ValenciaMANUEL BRUQUE / EFE

Comunidad Valenciana  Valencia espera unas Fallas de récord tras el fin de las restricciones con déficit de policías

La ciudad triplicará su población durante sus fiestas entre grandes deficiencias en seguridad ciudadana y el aumento de delitos como agresiones sexuales

Las de 2023 van a ser las primeras Fallas que se celebren con total normalidad tras el estallido de la pandemia del COVID-19. El virus obligó a suspender la fiesta valenciana por excelencia. El 10 de marzo de 2020 se aplazaron para, tan solo tres días mas tarde, darlas por finalizadas.

Los monumentos se quedaron a medio plantar y el más representativo, el de la plaza del Ayuntamiento, solo se quedó con la cabeza de una mujer a la que se le añadió sobre la marcha una mascarilla y se quemó sin previo aviso para evitar cualquier amago de concentración.

Excepcionalmente, se decidió que en septiembre de 2021 se celebraran una suerte de Fallas. En realidad fue un sucedáneo de ellas, pero sirvió para insuflar optimismo en una sociedad de las que más sufrieron las restricciones que aún seguían y para aliviar en parte las arcas de las comisiones falleras.

Poco más de medio año después se volvieron a festejar, esta vez tal como reza la tradición, en sus fechas. Así, en 2022 hubo Fallas, pero no las de otros tiempos.

Igual que hace 20 años

De este modo, el domingo 26 de febrero las falleras mayores protagonizarán la Crida (la llamada en valenciano). En ese acto, las verdaderas protagonistas de las fiestas harán un llamamiento «a todo el mundo» invitándole a visitar Valencia.

Sin embargo, aunque el ambiente sea de música, luz, color y jolgorio, no es oro todo lo que reluce. Muestra de ello puede ser el aspecto de la seguridad ciudadana, ya que se prevén unas Fallas de récord en las que habrá un significativo déficit de policías.

Al respecto, el coordinador en el Ayuntamiento del Sindicato Profesional de Policía Local y Bomberos de Valencia (SPPLB), Vicente Lluesma, asegura que el «problema» es que el «número total de agentes es el mismo que el de hace veinte años».

Aunque reconoce que recientemente se han incorporado 234 efectivos, «la ciudad ha crecido y no son ni los mismos problemas ni la misma sociedad».

Por ello, el sindicalista insta a las autoridades a acometer «una actualización urgente», en la que se deberían incorporar «más de trescientos agentes».

El objetivo no es otro que «poder llegar a las necesidades que los ciudadanos requieren», por lo que puntualiza que los refuerzos no han de ser «mandos».

Aunque quedan semanas para el comienzo oficial de las Fallas, Lluesma advierte del «problema de las masificaciones», más aún cuando «San José cae en domingo y en la Comunidad de Madrid el día 20 es festivo».

A todo ello, el agente añade «las circunstancias con las bandas». Según explica, esto puede llegar a «representar otro problema».

Frente a ello, y puesto que las Fallas son unas celebraciones que en ningún caso pueden llegar de improviso, lo normal habría sido realizar una previsión y en base a ella dotar a la Policía Local de los medios oportunos.

En cambio, a tenor de lo que declara Lluesma, parece que el alcalde de Valencia, Joan Ribó, no ha atendido sus reclamaciones:

«Hemos pedido material como emisoras, defensas, armas, escudos y cascos para casos de botellón. Pero no es que no haya llegado, sino que ni siquiera se ha encargado», asegura el representante sindical.

Lluesma relata que los escudos y los cascos con los que cuenta el Cuerpo «son de hace diez o quince años». Por si fuera poco, estos son «de prácticas y no los que usan cuando se está en la calle».

Por si fuera poco, a esto hay que sumarle que los agentes llevan reclamando «formación para el control de masas desde hace más de un año» y todavía no se ha impartido: «Todo sigue igual», se lamenta.

En definitiva, Lluesma recalca que la Policía Local de Valencia no pretende que se le dote de material antidisturbios: «Lo único que queremos es proteger a los agentes cuando les lluevan piedras», indica.

Imagen de una charla en la Academia de Policía Local de la Comunidad Valenciana (IVASPE)El Debate

En el plano político, la diputada autonómica del Partido Popular Verónica Marcos reconoce que su en su formación afrontan las Fallas de 2023 «con mucha preocupación» porque la ciudad levantina es la capital española «donde más han crecido los delitos».

Entre estos sobresalen «narcotráfico, robos con violencia, agresiones sexuales y reyertas ilegales». «Está Barcelona y luego Valencia», se lamenta.

En contraposición a la realidad que arrojan los datos del mismo Ministerio del Interior, Marcos denuncia que Ximo Puig «niega la mayor» y proclama a los cuatro vientos que la ciudad es segura «cuando los jóvenes quedan para pegarse en el centro».

Preguntada por la causa, la popular se remite al «atasco de agentes» que se está produciendo en la Academia de Policía Local de la Comunidad Valenciana (IVASPE):

«Ha estado cerrado más de un año y los agentes no pueden tomar posesión más que como interinos, por lo que no pueden llevar armas y solo pueden hacer funciones administrativas y de tráfico».

Marcos también indica que la ejecución presupuestaria en 2021 en materia de seguridad ciudadana «fue del 35 %».

La responsabilidad del descontrol policial la popular también la achaca al ministro Fernando Grande-Marlaska. De los 500 efectivos de Policía Nacional que deberían estar en la Comunidad por convenio entre el Ministerio y la Generalitat, Marcos declara que solo hay «413 y en activo 390 por bajas y jubilaciones».

Por su parte, el portavoz de Vox en el Ayuntamiento de Valencia, Pepe Gosálbez, hace hincapié en la «evidente» falta de policías locales en la capital.

En referencia a las Fallas, el alcalde, Joan Ribó, debería elaborar un plan de «coordinación con la Policía Nacional a través de la Delegación del Gobierno».

De esa manera, en su opinión se podrían evitar «sucesos como los de Algeciras, agresiones sexuales, peleas», así como «el cuidado» del patrimonio cultural e histórico valenciano «frente a la masificación que se prevé».

Como conclusión, Gosálbez es rotundo: «Sin seguridad no hay libertad».