Elecciones 28-M El caos burocrático en el Ayuntamiento de Valencia, uno de los asuntos más desesperantes a resolver por Catalá
La política de Ribó provoca interminables colas diarias en el padrón, a lo que hay que unirle más de 10.000 licencias de obra y actividad que siguen esperando una resolución
El sábado 17 de junio Joan Ribó dejará de ser alcalde de Valencia. Él se irá, pero su modelo de ciudad seguirá ahí, a la vista de todos, al menos hasta que el nuevo Equipo de Gobierno municipal capitaneado por la popular María José Catalá comience a tomar medidas para revertirlo.
El legado del nacionalista obligará a la próxima regidora a hacer ímprobos esfuerzos en muchas áreas, todas ellas marcadas por la profunda huella ideológica que ha caracterizado al Ejecutivo de Compromís y PSPV-PSOE, desde que entraron a gestionar el Consistorio a mediados de 2015. Como muestra bien valdría la política urbanística, que ha convertido a la capital del Turia en una urbe repleta de atascos allá por donde se mire y en la que circular con vehículo es un auténtico suplicio cuando este aspecto jamás fue un problema.
La movilidad urbana va íntimamente aparejada a las obras que se han llevado a cabo durante estos ocho años. Más allá de la construcción de carriles bici por doquier, el dogmatismo de Ribó se puede apreciar en un sinfín de obras carentes de sentido y utilidad práctica, con el agravante de que la mayoría de ellas han sido ejecutadas con la oposición de vecinos y comerciantes afectados.
Interminables colas en el padrón
A estos problemas tendrá que hacer frente el Partido Popular en cuanto vuelva al poder local en Valencia, pero no son los únicos. Uno de los que más quebraderos de cabeza están produciendo a los ciudadanos es la maraña burocrática en la que nacionalistas y socialistas han convertido la administración municipal.
Un buen ejemplo pueden ser las interminables colas que día sí y día también se forman junto a las oficinas del padrón en el edificio del Ayuntamiento, donde acuden cientos de ciudadanos cada mañana para concretar su empadronamiento en la ciudad o, simplemente, para realizar cualquier trámite municipal. Catalá es consciente de ello y de que la situación «no puede continuar así» porque los vecinos «merecen una atención mejor» que nada tiene que ver con «esperar horas para trámites ordinarios».
A este respecto, cabe destacar que para evitar las imágenes cotidianas de personas paradas en una cola que da la vuelta a la manzana Ribó llegó a plantear a partir del inicio de la campaña electoral una novedosa solución. Esta no pasó por reforzar la plantilla o reorganizar determinadas labores de los empleados públicos. Nada más lejos de la realidad. Algo más pintoresco: darle a cada ciudadano que pacientemente esperaba un paraguas para que la eterna demora al menos se le haga algo menos calurosa.
Frente a este modelo, Catalá se comprometió a aumentar la plantilla en esta área y a la instalación de oficinas móviles en las que se puedan realizar empadronamientos, conseguir certificados u otro trámite relacionado con la actividad municipal. Asimismo, todas estas gestiones la popular también pretende que se puedan hacer en las diez juntas de Distrito que existen y no únicamente en tres, como viene sucediendo hasta ahora. Todo ello con el objetivo de dejar a un lado la «vergüenza» de que en el Ayuntamiento de la tercera ciudad de España «la gente tenga que esperar horas para cualquier trámite administrativo».
El escenario del padrón es malo, pero el de las licencias de obra y actividad ni mucho menos es mejor, ya que en los cajones del Consistorio actualmente hay más de diez expedientes pendientes de resolución, con lo que no es de extrañar que el tiempo que hay que esperar hasta saber si se aprueba o deniega sea de todo excesivo. De todos ellos, el 75% corresponde a la etapa de la izquierda en el Ejecutivo local, desde junio de 2015.
Según se desprende de un estudio del Servicio Municipal de Servicios correspondiente a 2022, con fecha de 31 de diciembre del pasado año el área de Disciplina Urbanística de media tarda 725 días en cerrar un informe sobre sus competencias, es decir, a cinco de los dos años de espera. Hechos similares suceden en el Servicio de Actividades, con un total de 370 días o el de Licencias, con 135.
Plan de calidad
Tal como denuncian los populares, este «atasco burocrático» tiene un impacto tan directo como negativo en el futuro de la ciudad, ya que se están dilatando hasta extremos inauditos la apertura de negocios que generan «empleo y riqueza en la ciudad». Según señalan, han estado «toda la legislatura» reclamando «actuaciones o refuerzos del servicio» para aligerar estos trámites, pero se han encontrado con la negativa cerrada de Ribó y su equipo. Esto les lleva a pensar que ni Compromís ni el PSPV-PSOE han tenido «ningún interés en buscar alternativas para acelerar los procesos que son vitales para la creación de empleo».
Con tal de dar salida a estos expedientes y que Valencia vuelva a coger ritmo empresarial y de emprendimiento, Catalá creará una licencia básica que permitirá comenzar obras en el plazo de un mes y evitar que de la ciudad no se vayan inversores «cansados de tanto atasco y burocracia». Asimismo, ampliará la plantilla dedicada a estos temas e implementará un plan de calidad. Mediante este, habrá un continuo control de distintos parámetros, tales como los plazos de tramitación de licencias, demoras, causas de estas...
Igualmente, las gestiones para poder formalizar la solicitud de un expediente dejarán de estar dispersas dentro de los diferentes departamentos del Consistorio para estar centralizadas en el propio Servicio de Licencias, que asumirá las competencias necesarias, como son informes técnicos, urbanísticos, materia sanitaria, de emergencias…). Todo esto permitirá mejorar el rendimiento de la plantilla, redifiniendo si fuese conveniente la carga de trabajo.
En conclusión, a Catalá y sus concejales les espera una larga serie de tareas, tanto por lo complicado de revertir algo meramente ideológico como porque ese componente está enquistado tanto en el tiempo como en las formas. Sin embargo, en un mundo global y con ciudades en España como Málaga, que parece no tener techo, si Valencia quiere volver a estar a la vanguardia no puede seguir esperando como lo hacen sus vecinos para los trámites más sencillos.