España Aznar: «La Ley de Memoria Democrática es el franquismo al revés: pretende imponer leyes con relato de partido»
El expresidente del Gobierno critica el texto pactado con EH Bildu por estar escrito «a medias con los herederos del terror» e intentar imponer «una falsa verdad histórica»
El expresidente del Gobierno José María Aznar ha hecho una dura crítica de la Ley de Memoria Democrática por sus implicaciones en la política nacional actual. Así, ha rechazado su espíritu: «Es el franquismo al revés porque permite imponer leyes con discursos de partido».
Del mismo modo, ha lamentado que después del pacto que el Partido Socialista de Pedro Sánchez alcanzó con EH Bildu para su redacción, el texto haya sido redactado «a medias con los herederos del terror» con el único objetivo de deslegitimar a quienes son «herederos de la Transición».
A juicio del exmandatario, en la Ley se plasma el intento actual del Gobierno una «falsa verdad histórica» y para ello «suplanta el papel de los historiadores y de la Academia». Por tanto, se quiebra el principio básico de la «concordia civil», que es aquel «que no exige coincidir con una misma visión del pasado nacional».
Paralelismo con el golpe de 1934
Dicho con otras palabras, la intención de socialistas e independentistas -tanto de Esquerra Republicana como de EH Bildu- es la de «decretar una historia oficial que nada tiene que ver con la verdad», cuya consecuencia más inmediata es la de «buscar razones para enfrentar a españoles con españoles». A quienes llevan a cabo ese tipo de políticas Aznar los ha calificado como «demagogos, inquisidores y falsarios».
Con tal de justificar su postura se basa en que la democracia «para ser auténtica» requiere «no excluir a nadie ni arrogarse el monopolio de las credenciales democráticas». Por contra, ha abogado por aceptar que en sociedad es «necesario aceptar ciertos supuestos» para favorecer la vida en común. Entre ellos ha destacado «el respeto a las mayorías y la separación de poderes», así como el hecho de que todo ciudadano «puede asumir un gobierno que no ha votado» porque debe primar «que es el nuestro».
Aznar ha pronunciado estas palabras en el marco de la presentación en el Ateneo Mercantil de Valencia del libro del historiador Roberto Villa titulado Samper, la tragedia de un liberal en la Segunda República. En este contexto ha hecho una cronología histórica de lo que supuso en lo social y político esta etapa, aprovechando para equipararla al momento actual que se vive en España. En esta línea, ha considerado que la «sedición de 1934» recuerda a «experiencias muy recientes», siendo uno de las causas de ello la «confusión deliberada entre Cataluña y nacionalismo catalán».
Seguidamente, en su opinión hubo y hay una «intención claudicante a negociar con los sediciosos», que en parte es el mismo partido, en referencia a ERC. A este aspecto le sigue un «ultraje» que consiste en «contestar son la subversión a los gobiernos que intentan hacer cumplir la ley y a los que llaman fascistas».
Finalmente, Esquerra está «utilizando» actualmente las sentencias del Tribunal Constitucional tal como lo hizo hace noventa años con el Tribunal de Garantías Constitucionales. Eso le lleva a pensar a Aznar que, al igual que en 1934 el PSOE y ERC tenían pensando el golpe desde hacía tiempo, en 2023 sucede exactamente lo mismo. De hecho, cree que los socialistas están siguiendo el mismo papel que antaño cuando dejaron a un lado el beneficio de todos los españoles y se dedicaron a «organizar sus fortalezas y sus torreones para mantener desde dentro de la República una posición privilegiada».
Esta nueva «memoria neosocialista» también quiere obligar a creer en que la Guerra Civil fue una lucha «entre dos bandos monolíticos»: «Es falso dividir entre demócratas y fascistas para buscar victimarios solo en estos últimos», ha incidido.
Frente a todo ese clima auspiciado por la Ley de Memoria Democrática, Aznar a apelado al «consenso constitucional», el mismo que «durante casi cuarenta años» no ha sufrido ataques por parte de una izquierda que ahora tiene en el horizonte «una nueva Transición»: «¿Pero, hacia dónde?», se ha preguntado con inquietud.
Por último, y contextualizando su intervención en que «España no olvidó 1931 y por eso acertó en 1978», el expresidente ha alertado sobre los «relatos fraudulentos» que desde determinadas órbitas políticas se hacen sobre la Transición y ha llamado a combatir esos «discursos de ínfima calidad que se están abriendo camino en el Boletín Oficial del Estado».