Pere Aragones y Ximo PuigEFE

Comunidad Valenciana  La izquierda valenciana se revuelve contra la política educativa de Mazón y azuza a los sindicatos

El PSPV-PSOE y Compromís se esfuerzan en criticar las primeras medidas educativas de la Generalitat que persiguen recuperar la libertad perdida durante el tripartito

Ni cien días de gracia. La izquierda valenciana con representación en las Cortes autonómicas todavía no ha asumido su nuevo papel en la oposición. Tal como informó El Debate en su momento, en la misma jornada electoral miembros del ámbito más cercano a Ximo Puig aseguraban que la izquierda revalidaría el tripartito.

La noche del 28-M fue como fue y los resultados derivaron en un cambio al frente de la Generalitat de mano de un Gobierno en coalición del Partido Popular y Vox. Una vez se hizo efectivo el traspaso de poderes, Carlos Mazón nombró a José Antonio Rovira como nuevo consejero de Educación. Cabe destacar que durante los ocho años previos, ese ámbito fue la clave de bóveda sobre la que el tripartito de izquierdas armó gran parte de su gestión. Para ello, Puig dejó las manos de esa Consejería en Compromís, que no dudó en convertir su ejecutoria en poco menos que una sucursal del procés que se vive todavía a día de hoy en Cataluña.

El adoctrinamiento ha sido en estas dos legislaturas el ámbito más significativo. La máxima no era otra que enseñar por activa y por pasiva a los alumnos que la Comunidad Valenciana era poco menos que una provincia de los 'Países Catalanes'. Para tal aspecto inconstitucional, Puig y sus socios llevaron a cabo tanto la imposición lingüística -en base a ella el valenciano no existe, sino que todo es catalán-, como una manipulación en los temarios, que distorsionaba la Historia hasta unos niveles nunca vistos hasta el momento.

Camisetas al estilo Oltra

Como contraposición, Mazón ofreció una educación en plena libertad. En ella los padres tendrán la potestad constitucional de elegir no solo en la lengua vehicular en la que sus hijos estudiarán, sino que también podrá elegir el centro en el que los niños podrán cursar. Aunque estas medidas en todo momento han contado con el apoyo de las Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos (AMPAS), la izquierda valenciana ha cargado contra ellas.

Lo ha hecho con dos medidas que recuerdan a cuando socialistas, nacionalistas y comunistas estaban en la oposición. Sin duda, la más gráfica es la del señalamiento. Hace una década, la ya expresidenta valenciana Mónica Oltra saltó a la fama autonómica y nacional por acudir a todos los plenos de las Cortes regionales con camisetas en las que, emulando al Lejano Oeste, tenía serigrafiada la cara de Francisco Camps bajo el lema Wanted (Se Busca).

A pesar de que en su camiseta la dirigente nacionalista especificaba que solo le buscaban vivo (Only Alive), la campaña de Compromís no dejaba de ser la del señalamiento más puro y evidente. Por si fuera poco, el contexto al que aludían era el de uno en el que no había ni la menor democracia y en el que la vida humana valía entre cero y nada.

No contento con lo anterior, Compromís lo ha vuelto a hacer. Ahora la víctima es el consejero de Educación, José Antonio Rovira. Con el mismo formato que ya ideó la imputada Oltra, sus herederos no han tenido el mínimo rubor en posar asegurando que «Se Busca» al dirigente. ¿El motivo? Según ellos, que el popular «no da la cara después del caos en Educación?», tal como se explicita en el cartel.

El problema, no obstante es que fue Compromís, bajo el mandato de la siempre polémica Raquel Tamarit, quien dejó hasta el último momento la designación de los profesores públicos. De hecho, fuentes populares critican que la coalición valenciana esté volviendo a hacer uso de esta técnica y le achaca el «doble rasero». Es más, los mismos confidentes aseguran a El Debate que fueron los mismos nacionalistas lo que dejaron «todo por hacer».

Ximo Puig, recibe en audiencia a la consejera de Educación, Raquel Tamarit.EP

Según esa versión, la Consejería de Educación efectuó el pertinente traspaso de poderes sin informar a los futuros responsables del «caos» que estaban dejando. Por tanto, el nuevo responsable se ha «encontrado» toda una maraña administrativa que Tamarit no dejó planificada, siendo plenamente consciente de que iba dejar el poder.

Además de los constantes ataques políticos, el presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, también tiene que estar haciendo frente a una ofensiva de índole sindical que contrasta con el llamativo silencio mantenido durante estos últimos ocho años. De este modo, colectivos como la propia Unión General de Trabajadores (UGT) o el Sindicat de Treballadors de l'Ensenyament del País Valencià (STEPV) no han tardado en mostrar su desacuerdo frente a la política educativa del nuevo Ejecutivo regional.

Ni el uno ni el otro han elevado queda alguna sobre la gestión política e ideológica del tripartito conformado por el PSPV-PSOE, Compromís y Unidas Podemos. Es más, lejos de callar, han de han mostrado entusiasmados con la política expansionista llevada a cabo por el tripartito. Como consecuencia, no es de extrañar que esas entidades estén cuanto menos incómodas por una política que persigue la libertad en las aulas y en la elección paterna.

A pesar de todo, y aunque el curso escolar termina de comenzar todosellos ya han lanzado sendos comunicados en los que ponen en duda la gestión practicada por el consejero Rovira. Lo más curioso, tal como se puede comprobar en los perfiles del propio dirigente, es que mientras Compromís llamaba a buscarle como en el Lejano Oeste, él se encontraba reunido con los profesores afectados. «Mientras otros dejaron un caos, otros nos dedicamos a arreglarlo», comentan otras fuentes.

Con todo lo anterior, Mazón –como estaba previsto– tendrá difícil quitara el adoctrinamiento de las aulas. No son solo trece millones de euros, sino que es un modelo al estilo Cataluña que ha sido el día a día en la Comunidad Valenciana. Hoy día hay 'Países Catalanes' en los libros, pero fue el mismo Mazón el que se comprometió a quitarlos. Solo el tiempo y las presiones políticas dirán si lo cumple.