Imagen del monolito en homenaje al 15-M en la plaza del Ayuntamiento de Valencia.C.L.

Comunidad Valenciana  La 'nueva' plaza del Ayuntamiento de Valencia con Catalá: iluminada con la Señera y sin el monolito al 15-M

La alcaldesa levantina proyectó desde su primer día la bandera regional sobre la fachada consistorial y retirará el monumento que califica al 15-M como «escuela de ciudadanía» que generó «enorme ilusión»

La plaza del Ayuntamiento de Valencia es, quizás, el lugar más emblemático de la ciudad. Desde el 1 al 19 de marzo desde allí a las dos en punto de la tarde se disparan las mascletàs, que congregan a decenas de miles de personas durante la celebración de las Fallas. También es anfitriona de actos solemnes, como cuando cada 9 de Octubre, Día de la Comunidad Valenciana, baja por el balcón la Señera. Lo hace por ahí porque la bandera regional es Real y no se inclina ante nada ni ante nadie.

Sin embargo, desde 2015 la plaza también ha sido utilizada como herramienta al servicio de la gestión ideológica del exalcalde levantino Joan Ribó y de todo el Equipo de Gobierno que formaban Compromís y el PSPV-PSOE.

Sirva como muestra una pancarta que colgando de la fachada puso el anterior Ejecutivo local. En ella se podía leer en valenciano «Ley Trans para todas, todos y totis. Faltan las las personas menores, no binarias y migrantes». La fórmula «totis» no dejó de ser un invento de Ribó, ya que «todas» en valenciano es «totes» y, de esa manera, habría saltado por los aires el relato del lenguaje inclusivo.

Subvenciones al independentismo

La técnica de colgar lonas fue permanentemente utilizada por nacionalistas y socialistas. En algún caso esporádico se hizo en defensa de causas asumidas por la inmensa mayoría de la población y cuya defensa o reivindicación contaban con el respaldo de las fuerzas representadas en el Ayuntamiento. En cambio, en numerosas ocasiones su uso fue meramente propagandístico, sin disimulo alguno a la hora de dejar claro que la Casa de todos los valencianos se alejaba por completo de su papel y simbolismo institucionales y no era sino pura ideología.

Frente a ese uso partidista del Consistorio, la alcaldesa, María José Catalá ha decidido dar un golpe de timón y dejar a un lado esa actitud. De hecho, una de las primeras medidas que tomó desde el momento en que fue investida alcaldesa el 17 de junio fue la de iluminar el edificio municipal con los colores de la Señera valenciana, una enseña que también fue ignorada en no pocas veces por la izquierda local.

Resulta llamativo que un hecho de total normalidad como es ensalzar los símbolos autonómicos causase polémica, aunque es menos sorpresivo cuando tanto Compromís como el PSPV-PSOE han estado ocho años subvencionando activamente al movimiento independentista catalán en la ciudad de Valencia, con una serie de partidas que en su conjunto supera el millón de euros -esa cifra asciende hasta los trece millones si se habla en términos regionales- en detrimento de las asociaciones valencianistas que de defienden la cultura autonómica. En otras palabras, lo que ha hecho Catalá es poner en valor lo que establece el Estatuto de Autonomía de la Comunidad.

La fachada del Ayuntamiento de Valencia, iluminada con los colores de la Señera regional.M.J. CATALÁ/FB

Pero este no es el único aspecto que saca a relucir la manera que tuvieron de actuar Ribó y sus aliados. A pie de calle, a escasos veinte metros de la puerta de entrada principal al Ayuntamiento, el exalcalde instauró un monolito en homenaje al movimiento 15-M. Bajo el título «La plaza del Ayuntamiento como escenario reivindicativo de la ciudadanía», figura un texto escrito en valenciano, castellano e inglés en el que se presume de él.

El 15-M, «escuela de ciudadanía»

En este sentido, se señala que este tipo de protestas «son los responsables de haber conseguido numerosos avances a lo largo de la historia reciente en nuestra ciudad» y destaca que el 15-M en 2011 tuvo un carácter «asambleario, espontáneo, masivo, abierto y transversal tanto desde el punto de vista generacional como ideológico». Por si no fuera suficiente, el texto añade que generó «una enorme ilusión, fue una escuela de ciudadanía y de lucha para miles de personas, e impulsó un ciclo de movilizaciones muy intenso, incluyendo la Primavera Valenciana».

Esa politización e ideologización de la vida pública es lo que ha llevado al Equipo de Gobierno actual a comenzar la labor burocrática para retirar el monolito. Una vez aprobada esa iniciativa en la Comisión de Cultura, el expediente se trasladará al Pleno municipal, donde se votará su traslado. Si sale adelante se sabrá en los próximos días, pero en principio cuesta mucho pensar que no será así, ya que tanto el Partido Popular como Vox se opusieron a que el monumento tuviera esa ubicación y ambas formaciones cuentan con diecisiete de los 33 concejales que forman la Corporación, es decir, mayoría absoluta.

La política de revertir la ejecutoria de «sectarismo» de la que la alcaldesa se quejó tanto en sesiones parlamentarias como en actos de campaña va añadiendo peldaños según avanza una legislatura que apenas tiene tres meses. Otro ejemplo de ello es la recuperación del topónimo en castellano del nombre de la ciudad que Ribó eliminó tan pronto recogió el bastón de mando y se instaló en su despacho como primer edil.

Sin ninguna justificación previa ni siendo una de las preocupaciones de los ciudadanos -nunca existió tal-, el dirigente de Compromís decidió por su cuenta y riesgo que la capital del Turia tenía que llamarse València, únicamente en la lengua regional. Ahora, al igual que sucederá con el monolito al 15-M, esta cuestión se tendrá que debatir y votar en pleno. Tampoco aquí caben muchas sorpresas, ya que el PP y Vox han firmado un acuerdo por el que la ciudad tendrá una doble denominación: Valencia, en castellano, y Valéncia, en valenciano y con acento cerrado en la «e», utilizando las normas ortográficas valencianistas y no las que abogan por una unificación de la lengua autonómica con el catalán como impuso Ribó.