El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, con Ximo Puig y Sandra Gómez en un acto del PSOE en ValenciaEFE

Sánchez da la puntilla a Puig y aboca al PSPV-PSOE a una tensa sucesión

El presidente del Gobierno ha pulsado el botón para controlar la federación valenciana tras no nombrar al exmandatario ministro de Política Territorial y promocionar a Diana Morant sumándole a Ciencia las competencias de Universidades

De la ilusión a la decepción y frustración. Esa mezcla de sentimientos es la que vivió el expresidente de la Generalitat Valenciana Ximo Puig el pasado fin de semana. La razón no fue otra que no recibir la llamada telefónica de Pedro Sánchez para comunicarle que contaba con él como ministro, más concretamente para la cartera de Política Territorial, pero en ningún caso se produjo. Según apuntan varias fuentes, el jefe del Ejecutivo se puso en contacto con los elegidos a lo largo del sábado y el domingo para comunicarles qué departamentos gestionarían, aunque el móvil del líder del PSPV-PSOE no sonó.

Su nombre aparecía desde hacía semanas en todas las quinielas, una apuesta generada por él mismo y alimentada por la federación socialista valenciana que, ya con 48 horas de reflexión, ha quedado claro que no tenía sustento político. Con su no nombramiento, Sánchez le ha dado la puntilla a Puig, cuyo futuro político estaría ya en el epílogo. De nada le ha servido su intento de rápida e intensa reconciliación con su jefe de filas tras un año con todos los puentes rotos a cuenta de la bajada de impuestos motu proprio del exmandatario regional y la denuncia de éste ante el Tribunal Supremo por el recorte de la coalición al trasvase Tajo-Segura.

El presidente del Gobierno es de los que no olvidan y lo ha vuelto a demostrar, más aún después de que la propia noche electoral del 28-M Puig le culpara sin nombrarle de haber perdido los comicios y de su pronta salida del Palacio de la Generalitat por haber hecho sombra a los candidatos regionales durante la campaña y, dotándola de excesivo personalismo. Con tal de recomponer lo roto, el todavía secretario general del PSPV-PSOE se hizo de la noche a la mañana uno de los más firmes defensores de la ley de amnistía entre la cúpula socialista, más incluso que algunos dirigentes del PSC, pero se equivocó de estrategia.

Uno de los pocos barones no premiados

Ese acercamiento quizás no tan forzado como sí interesado lo complementó con su papel de senador por designación de las Cortes Valencianas y sus ocho años de experiencia al frente de una administración autonómica. Con eso y con sus más que acreditadas buenas relaciones con el independentismo catalán, a cuyo tejido asociativo destinó 13 millones de euros públicos siendo jefe del Consell, creía que le bastaba para postularse para el puesto de ministro de Política Territorial. De nuevo, erró el tiro.

Falló porque no se esperaba el desdén al que Sánchez le ha sometido. Primero, nadie en Moncloa ni Ferraz desmentía en público que Puig figurase como uno de los ministrables con más opciones para conseguir la cartera, con lo que alimentaba las esperanzas de alguien que sabía que esa era su última gran plaza política en la que trabajar antes de la retirada. El segundo golpe que recibió por parte del jefe de su partido fue respecto a otros de sus colegas que salieron del poder regional. Si en el mes de agosto, Sánchez le buscó acomodo a la expresidenta balear, Francina Armengol, en la presidencia del Congreso de los Diputados dado su mimetismo con el secesionismo, ese mismo día nombró al exmandatario extremeño Guillermo Fernández Vara vicepresidente segundo del Senado.

El nuevo ministro de Política Territorial y Memoria Democrática, Ángel Víctor Torres, posa con su carteraEuropa Press / Jesús Hellín

Pero el mayor palo a Puig el líder del Ejecutivo lo tenía reservado para este mismo lunes, cuando filtró y luego anunció oficialmente que el próximo ministro de Política Territorial sería el expresidente canario Ángel Víctor Torres. De este modo, el castellonense es uno de los tres barones territoriales socialistas que perdieron su puesto tras el 28-M que no han sido premiados. Junto a él están la riojana Concha Andreu, exlíder de una comunidad con mucho menos peso político y orgánico que Valencia, y el aragonés Javier Lambán, profundamente enemistado con Sánchez como consecuencia de su política hacia el independentismo. Los tres son senadores rasos. Un auténtico desaire hacia Puig, un ninguneo en toda regla.

Por si lo anterior no fuera suficiente, la única valenciana en el Consejo de Ministros es Diana Morant, que a sus responsabilidades que ya tenía de Ciencia suma las de Universidades. Esta maniobra muchos la ven como un síntoma de que la exalcaldesa de Gandía puede ser candidata a suceder a Puig en el congreso que el PSPV-PSOE a priori celebrará en la segunda mitad de 2024. Es decir, Sánchez no solo le ha enseñado la puerta de salida a su barón valenciano, sino que, matando dos pájaros de un tiro, ha pulsado el botón rojo de la lucha por el liderazgo de la federación, impulsando una posible alternativa al actual ximismo.

El PSPV-PSOE, polarizado

Con el partido fuera del gobierno de las principales instituciones locales, provinciales y regional de la Comunidad, el hecho de ser ministra puede ser usado por el presidente del Gobierno para promocionar a su candidata para controlar el PSPV-PSOE, utilizando Madrid como gran escaparate político y mediático para ello, más aún cuando se prevé que al aumentar competencias Morant tenga más visibilidad pública. De todas maneras, otra de las grandes apuestas, por el momento solo oficiosa, de Ferraz para sustituir a Puig es la del alcalde de la localidad valenciana de Mislata y secretario provincial de la formación, Carlos Fernández Bielsa, que ya ha ganado algún pulso interno al expresidente con el beneplácito de Sánchez.

Enfrente, Puig ya ha configurado su núcleo duro para intentar provocar una transición continuista en el partido, con la actual delegada del Gobierno en la Comunidad, Pilar Bernabé, como número dos y con los exconsejeros Rebeca Torró y Arcadi España a su lado. Por tanto, si la sucesión se preveía un tanto agitada, que Sánchez no haya nombrado a Puig ministro aboca al PSPV-PSOE a un congreso tenso y agrio entre dos 'familias' políticas que, aunque por una cartera se fingió una reconciliación, a día de hoy están más enfrentadas que nunca.