La ministra de Ciencia, Diana Morant, delante del presidente del Gobierno, Pedro SánchezJesús Hellín / Europa Press

Perfil

Diana Morant, la embajadora del «muro» de Sánchez en la Comunidad Valenciana

La ministra de Ciencia será la sucesora de Ximo Puig después de que el presidente del Gobierno haya evitado que en el PSPV-PSOE haya primarias

Marketing en contraposición a poder orgánico. Así puede calificarse la evolución del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, a lo largo de estos casi seis años que lleva durmiendo a pierna suelta en su afamado colchón de la Moncloa. Su primer gabinete lo confeccionó basándose en las más primarias técnicas propagandísticas que le dictaba su por aquel entonces gurú de cabecera y jefe de Gabinete, Iván Redondo. Empezó, al igual que hizo su admirado José Luis Rodríguez Zapatero, retirando las tropas de Irak, acogiendo al Aquarius. El mismo Ejecutivo que tiene en Barajas a cientos de inmigrantes amontonados como si de un trastero se tratara.

En ese sentido, también se incorporaron nombres como Màxim Huerta o Pedro Duque. Pura cosmética, de eso no hay duda, pero no es menos cierto que el exastronauta daba el perfil y, salvo algún escándalo patrimonial convenientemente sofocado por el aparato propagandístico monclovita, hizo su papel. Cumplió, que se dice en argot futbolístico. Lo hizo, incluso, cuando le cedió su cartera de manera precipitada a una tal Diana Morant. De perfil técnico y sin afiliación política al PSOE, no sería descabellado pensar que Duque conoció a su sucesora ese mismo día.

Lo mismo pensarían muchos afines al 'sanchismo' y militantes del Partido Socialista. De golpe y porrazo, una desconocida asumía la cartera de Ciencia e Innovación. No era un ministerio de los llamados 'de Estado', pero hay tardes que uno no gana ese cargo. Aún así, la pregunta era quién es Morant. Curiosamente, esa cuestión siguen haciéndosela hoy día muchos españoles, entre los que se incluye buena parte de bases del PSPV-PSOE.

Facilitó una okupación ilegal

En términos institucionales, sus méritos son más bien escasos. Concejal de la localidad valenciana de Gandía y alcaldesa entre 2015 y 2021, poco más se conoce de ella. En lo que respecta a lo orgánico, no es que pueda presumir más, ya que fue máxima dirigente a nivel local de su partido. Poco más. De hecho, en lo formativo, ser 'teleco' es su mayor logro. Ahora bien, está por ver hasta qué punto que un juzgado le investigue por, supuestamente, facilitar la okupación ilegal de un edificio es un mérito.

Pero eso no es nada para el 'sanchismo'. ¿Qué más dará?, que diría el clásico. Lo importante para el líder socialista no es que la ciencia avance y que España se posicione como potencia europea y mundial al respecto. Cosas menores. Para Pedro lo importante es el partido y, como consecuencia, el resto son temas menores. Solo así se entiende que Morant haya sido elegida a la búlgara para dirigir la federación de la formación en la Comunidad mediante un proceso que no ha sido tal y que poco o nada se asemeja al más mínimo ejercicio de transparencia y participación del que predica la organización.

Diana Morant, en la presentación de su candidatura para liderar el PSPV-PSOEEFE / Natxo Francés

«Vota», «no sobra nadie», «diálogo» y tantos otros mantras repitió no hace tantas horas Morant mientras los secretarios provinciales de Valencia y Alicante, Carlos Fernández Bielsa y Alejandro Soler, respectivamente, presentaban sus candidaturas a suceder a un Ximo Puig que no pasa un día sin languidecer. Diana era la elegida para tal cometido. ¿Bases? ¿Qué bases? debió de preguntarse sabedora de que estaba tocada por la varita mágica de su hiperadorado líder.

Ministra a tiempo parcial

La ministra ya sabe, tras las forzadas renuncias de sus rivales –contentados con la presidencia del PSPV, en el caso de Soler, y con la vicesecretaría general, en el de Bielsa–, que será en cuestión de mes y medio largo la nueva líder, la primera, del socialismo valenciano. Sin embargo, ha de ser consciente de que no viene sola, que, como suelen decir los jóvenes, llega 'con mochila'. En ella pocos pros hay. Eso sí, el aval de su jefe de filas bien le va a valer para ser ministra a tiempo parcial y jefa de la oposición a jornada completa. Nada nuevo en el 'sanchismo'. Si no, ahí está Salvador Illa y los correspondientes cálculos electorales.

Hasta las próximas elecciones autonómicas quedan tres años y pico. De hecho, salvo que se adelanten (utopía por el momento), serán en mayo del 2027. Hasta esa fecha, Morant sabe a la perfección lo que ha de hacer. No es aplicar políticas a favor de la Ciencia. Tampoco es fomentar que el talento se quede en España e importar el de fuera. Lo que realmente le importa a Sánchez es seguir construyendo el «muro» al que él mismo aludió en el Congreso de los Diputados. Y en semejante tarea, la ministra es pieza clave.

El presidente del Gobierno no quiere ningún líder territorial medianamente díscolo. Creyó que Puig era fiel y la cuenta le salió a pagar. Una y no más. Morant, por tanto, será fiel al presidente del Gobierno. ¿Amnistía? Ahora está bien. ¿Terrorismo? Lo que le digan desde arriba. Eso es el 'sanchismo', una búsqueda a costa de las bases, las mismas que le dieron a él la secretaría general del PSOE, de gente sin espíritu crítico y 'palmeros' donde los haya.

Finalmente, y de cara al futuro, bien haría Morant en no creérselo tanto. Illa a Cataluña, ella a la Comunidad Valenciana y solo el tiempo dirá si sus todavía compañeras de la embutida mesa del Consejo de Ministros Isabel Rodríguez y Pilar Alegría corren la misma suerte. De momento, y tiene casi una legislatura por delante, Sánchez ya está poniendo los primeros ladrillos del «muro». Ahora que, por ensalmo, la ministra tiene actos por doquier en la región, está por ver si en alguno de esos le ponen el himno autonómico y recuerda aquello de «para ofrendar nuevas glorias a España».