El año 1672 marca un antes y un después en la evolución de las fiestas, con la división de las compañías en moros y cristianos, estableciendo la dinámica que perdura hasta el día de hoy. Sin embargo, la continuidad de estas festividades no estuvo exenta de dificultades, como lo evidenció el periodo posterior a la Guerra de Sucesión, cuando la ciudad de Alcoy, por sus lealtades políticas, enfrentó obstáculos para mantener la tradición. No obstante, en 1741 se logró restablecer la celebración, dando paso a la formación de las Entradas, que se convirtieron en una parte fundamental de las festividades.